Después de un tiempo más o menos largo, en todas las vidas, llega un momento en que las experiencias que un espíritu puede adquirir en el ambiente que actúa quedan agotadas, y la vida termina con la muerte.
Esta muerte puede ocurrir de repente y sin esperarla, como por ejemplo, debido a un terremoto, sobre el campo de batalla o por un accidente, como solemos llamarlo, pero en realidad la muerte no es nunca accidental, es decir, no estar prevista por las Fuerzas Superiores. “Ni un gorrión cae al suelo sin la voluntad divina”.
Hay, a lo largo de la vida, divisiones del camino; en un lado, la línea principal de la vida continúa hacia adelante; el otro sendero conduce a lo que podemos llamar un callejón sin salida. Si el hombre toma por allí, pronto termina con la muerte. Nosotros estamos en la vida respondiendo al motivo de ganar experiencias, y cada renacimiento o encarnación ofrece cierta cosecha. Si ordenamos nuestra vida de manera tal que podamos ganar todo el conocimiento que se procuró proporcionarnos, seguiremos en la vida y llegarán a nosotros continuamente diversas clases de oportunidades. Pero si las despreciamos y la vida se mete en senderos que no son congruentes con nuestro desarrollo individual, se despilfarra el tiempo en perjuicio nuestro.
Por lo tanto, los Grandes y Sabios Seres que están detrás del escenario de la evolución hacen que termine nuestra vida, para que podamos tener cuanto antes un nuevo comienzo en una esfera de influencia diferente. La ley de la conservación de la energía no rige sólo al Mundo Físico, sino que opera también en los planos espirituales. No hay nada en la vida que no tenga un propósito definido. Hacemos muy mal en rebelarnos contra las circunstancias, no importa cuán desagradables sean; por el contrario, deberíamos esforzarnos en aprender las lecciones que están contenidas en elles, para así poder vivir una vida larga y provechosa.
Hay lecciones que deben ser aprendidas aquí, en el mundo físico, las cuales no pueden ser aprendidas en ninguno de los otros mundos, y como a cada renacimiento tenemos que llevar nuestro órgano físico a través de los años de la infancia y cruzar la ardiente juventud hasta llegar a una edad adulta, antes que este vehículo resulte de verdadera utilidad espiritual, cuanto más vivamos después de alcanzar la madurez, cuanto más en serio miremos las cosas de la vida y aprendamos realmente las lecciones que determinarán el desarrollo de nuestra alma, cuantas más experiencias consigamos tener, más rica y provechosa será la recolección.
Después, en una existencia posterior, estaremos mucho más avanzados y seremos capaces de emprender tareas que resultarían imposibles en una vida más corta y de actividad más reducida y estrecha. Además de esto, es muy doloroso para el hombre morir en la juventud, con esposa y familia de corta edad, a quienes ama; con ambiciones con ambiciones de grandeza sin realizarse; con huestes de amigos alrededor de él y con intereses concentrados en el plano material de existencia.
Es también triste para el corazón de la mujer apegada a su hogar y a los adorados niños que ella ha dado a luz, abandonarlos, acaso sin que haya nadie que pueda velar por ellos con el debido celo; sabiendo que los tiernos angelitos tendrán que luchar solos en la batalla de la vida durante loa años de la indefensa infancia, cuando tan necesarios son sus tiernos cariños y ella se vea impotente de ayudarlos, aunque su corazón sangre tan abundantemente como si estuviera en le vida terrenal.
Todas estas cosas son tristes y atan al espíritu a la tierra por un tiempo más largo que de ordinario; imposibilitan adquirir las experiencias que es dable alcanzar tras la frontera de la muerte, y todo ello, junto con otras razones ya mencionadas, hace deseable vivir una vida larga antes de pasar al más allá.
La diferencia entre aquellos que pasan al más allá a una edad avanzada y los que abandonan esta tierra en el estado culminante de la vida, puede ser ilustrada con la forma en que el hueso de la fruta se adhiere a la pulpa cuando está Sin madurar. Se necesita un gran esfuerzo para extraer el hueso de un melocotón verde. Tal es la fuerza con que se adhiere a la fruta, que arrastra consigo casi toda la pulpa cuando se quiere extraerlo. Así también el espíritu se aferra a la carne a la mitad de la vida, y una parte de su interés material permanece y lo retiene atado a la tierra después de la muerte.
POR QUE DEBEMOS RENACER?
EL PROPÓSITO DE LA VIDA NO ES LA FELICIDAD SINO LA EXPERIENCIA.
La tristeza y el dolor son nuestros maestros más benévolos, mientras que las alegrías de la vida no son sino cosas fugaces.
Esto parece ser una doctrina muy dura y el corazón grita apasionadamente ante la posibilidad de que ese pensamiento sea cierto. Sin embargo, así es, y si lo examinamos comprenderemos que no hay tal dureza en esa doctrina después de todo.
Consideremos las bendiciones del dolor. Si pudiéramos colocar nuestra mano sobre una estufa caliente y no sintiéramos dolor, la mano podría quedarse allí probablemente hasta que el brazo se quemara, sin que nosotros nos diéramos cuenta de ello a tiempo para salvarlo. El dolor que resulta del contacto de la mano con la estufa caliente es lo que nos hace retirar aquella rápidamente, antes de que se produzca ningún daño serio. En vez de perder la mano escapamos con una ligera quemadura que bien pronto se cura.
Esta es una ilustración de lo del Mundo Físico. Y encontraremos que el mismo principio obra en los mundos del Pensamiento y Moral. Si ultrajamos la moralidad, el remordimiento que nuestra conciencia nos produce, provoca un dolor, dolor que nos impedirá repetir el acto, y si no aprendemos a la primera lección, la Naturaleza nos proporcionará experiencias cada vez más duras hasta que por último penetrará en nuestra conciencia el hecho de que “ el sendero del trasgresor es muy duro”. Y esto continuará hasta que nos veamos forzados a tomar una nueva dirección y dar un paso más hacia una vida mejor.
La experiencia es “el conocimiento de las causas que producen los actos”. Este es el objeto de la vida, junto con el desarrollo de la “ Voluntad”, que es la fuerza con la que aplicamos el resultado de la experiencia. La experiencia debe adquirirse, pero podemos elegir entre adquirirla por el escabroso y duro camino de la experiencia personal o por la observación de los actos ajenos razonados y reflexionando sobre ellos, guiados por la luz de cualquier experiencia que ya hemos tenido. Este es el método por el cual el estudiante de ocultismo debe aprender, en vez de necesitar el látigo de la adversidad y el dolor. Cuanto más deseosos estemos de aprender en esa forma, menos sentiremos las punzantes espinas del “sendero del dolor “ y tanto más pronto obtendremos el “sendero de la paz”.
La elección es nuestra, pero en tanto no aprendamos todo lo que hay que aprender en este mundo, debemos volver a él. No podemos permanecer en los mundos superiores y aprender allí hasta que hayamos dominado las lecciones de la vida terrestre. Esto sería tan sensible como enviar a un niño al kindergarten un día y a la universidad al siguiente. El niño debe volver al kindergarten un día tras otro y pasar años enteros, antes de que el estudio haya desarrollado en él la capacidad suficiente, para que pueda comprender las enseñanzas que se dan en la universidad.
El hombre también está en la escuela: la escuela de experiencia. Y debe volver a ella muchas veces antes de que pueda esperar el dominar todo el conocimiento del mundo de los sentidos. No existe una vida terrestre sola, por rica que haya sido en experiencia, que pueda suministrar todo ese conocimiento, y por eso la Naturaleza decreta que el hombre debe volver a la tierra, después de intervalos de reposo, para proseguir su trabajo donde lo dejó, de igual que un niño sigue su estudio en la escuela cada día, después del intervalo de una noche de sueño.
No es argumento contra esta teoría decir que el hombre no recuerda sus vidas anteriores. No recordamos los ejercicios y trabajos que hicimos al aprender a escribir, y, sin embargo, poseemos el arte de escribir, que prueba que lo hemos aprendido. Todas las facultades que poseemos demuestran que las hemos adquirido alguna vez y en alguna parte. Algunos recuerdan su pasado, sin embargo, como se relata en un ejemplo notable al final de este artículo y, que al fin y al cabo, es uno de tantos.
Y además, si no hubiera vuelta a la Tierra, ¿Qué utilidad tendría la vida? ¿Por qué luchar por nada? ¿Por qué una vida de felicidad en un cielo eterno debería ser la recompensa de una buena vida? ¿Qué beneficio podría producir una buena vida en un cielo donde todo el mundo ya es feliz? Seguramente en un lugar donde todo el mundo es feliz y está contento no hay necesidad alguna de simpatía, de sacrificios ni de buenos consejos. Nadie los precisaría; pero en la Tierra hay muchos que los necesitan y esas cualidades humanitarias y altruistas son de la mayor utilidad para la humanidad que lucha. Por lo tanto, la Gran Ley que trabaja para el bien, hace que el hombre vuelva al mundo para beneficio de sí mismo y de los demás, con sus tesoros adquiridos, en vez de permitir que se estropeasen o desperdiciasen en el cielo, donde nadie los necesita.
UNA HISTORIA NOTABLE
Un día, en Santa Bárbara, California, un hombre llamado Roberts fue a ver a un clarividente que es también conferenciante teosófico y le pidió ayuda para un caso muy intrincado.
Mr. Roberts se encontraba paseando por la calle el día anterior cuando una nena de unos tres años se abrazó a él llamándolo papá. Mr. Roberts se indignó, creyendo que alguien trataba de atribuirle la paternidad de la nena a él. Pero la madre de ésta, que vino rápidamente, se extrañó tanto como Mr, Roberts y trató de llevársela. La nena, sin embargo, insistía en ir con Mr. Roberts, diciendo que era su padre.
Debido a las circunstancias que se mencionarán más tarde, Mr. Roberts no pudo quitarse esa escena de la cabeza y fue en busca del clarividente, en cuya compañía fue a la casa de los padres de la niña. Esta, al verlo, corrió nuevamente hacia él tronando a llamarlo papá.
El clarividente, que llamaremos X, tomó primeramente a la niña y la llevó junto a la ventana para notar si el iris de su pupila se distendía o contraía conforme la retiraba o acercaba a la luz, con objeto de comprobar si alguna otra entidad que no fuera su propio poseedor estaba en posesión del cuerpo de la nena, puesto que el ojo es la ventana del alma y ninguna entidad “obsesora” puede dominar esa parte del cuerpo. Mr. X comprobó que la nena era normal y en seguida procedió a hacer preguntas a la pequeña, cuidadosamente. Después de un paciente trabajo efectuado con intermitencias durante la tarde, para no fatigar a la niña, contestó ésta lo siguiente:
Ella había vivido con su papá Mr. Roberts, y otra mamá en una casita solitaria, desde la que no se veía ninguna otra casa; próxima a ella había un arroyuelo en cuyas orillas crecían algunas flores (la nena corrió afuera entonces y volvió con algunos amentos – sauce americano ) y que había una tabla sobre el arroyo, y le habían ordenado que no lo cruzara por miedo a que se cayera.
Un día su papá las abandonó a ella y a su madre y no volvió más. Cuando se les acabaron los alimentos su mamá se acostó enferma. Y después agregó: “ Yo también morí, pero no morí, puesto que vine aquí.”
Entonces Mr. Roberts contó su historia. Dieciocho años antes vivía en Londres, donde su padre era cervecero. Se enamoró de la joven sirvienta. Y su padre se opuso, pero él se escapó con ella a Australia, después de haberse casado. Allí se fueron al bosque y se construyeron una pequeña granja, edificando una casita junto al arroyo, exactamente como decía la niña. Tuvieron allí una hija y cuando ésta tendría unos dos años él dejó la casa y fue a alguna distancia de ella; en ese entonces un hombre armado de un rifle corrió hacia él diciéndole que quedaba arrestado en nombre de la ley por un robo cometido en la noche en que Mr. Roberts dejó Inglaterra. El oficial había seguido sus huellas hasta allí creyéndolo criminal.
Mr. Roberts pidió que se le permitiera ir antes a ver a su mujer y a su hijita, pero creyendo el oficial que ese ruego era una astucia para hacerlo caer en manos de los confederados, rehusó y lo obligó a dirigirse hacia la costa. De allí se le envió a Inglaterra y sometido a prueba comprobó su inocencia.
Antes de que las autoridades hicieran caso de sus constantes ruegos para que se fuera a buscar a su esposa e hija, tuvo que pasar algún tiempo allí. Posteriormente se envió una expedición en su busca, la que no encontró más que los esqueletos de ambas. El padre de Mr. Roberts había muerto en el ínterin y aunque había desheredado a aquél, sus hermanos dividieron su herencia con él y éste volvió a América muy descorazonado.
Mr. Roberts proporcionó entonces algunas fotografías de su esposa e hija, las que por consejo de Mr. X fueron mezclados con cierto número de otros retratos y mostrados a la nena, la que sin vacilar señaló las fotografías de sus antiguos padres, aunque éstas diferían mucho del aspecto actual de Mr. Roberts.
EL PANORAMA DE LA VIDA PASADA
Cuando, en el momento de la muerte de una persona, las condiciones son tales que el espíritu se ve perturbado por razones ajenas a él, por ejemplo el fragor de una batalla, las horripilantes circunstancias de un accidente o las lamentaciones histéricas de sus allegados, la distracción evita que se forme una impresión profunda sobre el cuerpo de deseos. En consecuencia, su existencia post mortem se hace vaga e insípida, el espíritu no cosecha los frutos de la experiencia, como hubiera sido en el caso de haber pasado al más allá fuera de su cuerpo físico en paz y tranquilidad, y en circunstancias normales. Por lo tanto, le faltara incentivo para el bien en una vida futura y perderá el alerta que su conciencia le daría en el caso de haber tenido una impresión profunda del panorama de su vida. De este modo su progreso será retardado en alto grado, pero las potencias benévolas que tienen a su cargo la evolución toman determinadas medidas para compensar nuestra ignorancia respecto al modo de tratar a los moribundos y de las otras condiciones desfavorables mencionadas.
EL PURGATORIO
Nuestra memoria subconsciente lleva un registro de cada acto, pensamiento y palabra que se transmite por el aire y el éter, penetra en nuestros pulmones y de ahí va a la sangre, para quedar finalmente inscrito en una tablilla del corazón: un diminuto átomo simiente, el cual forma de este modo el libro de los Ángeles del Destino. Este panorama de la vida se graba en el cuerpo de deseos y forma las bases de la retribución después de la muerte.
Cuando hemos cometido un error y, en consecuencia, nuestra conciencia nos acusa de él y esta acusación es producto de un sincero arrepentimiento seguido de la reforma, la imagen de aquel error se disipará gradualmente de este registro de nuestra vida. De este modo, cuando muramos, no estará allí para acusarnos.
El panorama de la vida se desarrolla hacia atrás, justamente a renglón seguido de la muerte. Luego, en la vida purgatorial, pasa este panorama otra vez ante la visión espiritual del hombre, quien entonces experimenta exactamente el mismo sentimiento que aquel a quien ofendió. Percibe que pierde su propia identidad en aquel momento y asume el estado de su victima, experimentando todo el sufrimiento físico y mental que infligió a los otros. Por este procedimiento aprende a ser misericordioso en vez de cruel, y a obrar rectamente en vez de perjudicar a los que se pongan en contacto con él en una vida posterior. Pero si se despierta a una realización o comprensión completa del mal antes de la muerte, entonces, como ya hemos dicho, el sentimiento de dolor de su víctima y le restitución en forma de desagravios que haga de su propia voluntad hacen innecesario el sufrimiento después de la muerte, y he aquí cómo sus pecados son perdonados.
Hay un método científico por el cual un aspirante a la vida superior puede purgarse continuamente y, como consecuencia, estar en condiciones de ahorrarse la estadía en el purgatorio. Todas las noches, después de acostarse, el discípulo pasa revista a su vida durante el día anterior, en orden inverso. Empieza a visualizar tan claramente como le es posible la escena que sucedió antes de meterse en la cama. A continuación se esfuerza en recordar sus actos imparcialmente en tal escena, analizándolos para ver si obró bien o mal. Si obró mal debe esforzarse para SENTIR Y COMPRENDER TAN VIVIDAMENTE COMO LE SEA POSIBLE su objetable proceder.
Por ejemplo, si se dirigió duramente a alguien y, al hacer esta retrospección, ve que no había razón para ello, procurará sentir exactamente como sintió aquél a quien hirió y buscará la primera oportunidad para pedirle perdón por expresiones infundadas. Seguidamente examinará las escenas anteriores, que quizá otras criaturas de Dios (es decir, alimentos basados en la carne, que no pueden prepararse de otro modo que después sean las correspondientes a la cena. A éste podrá considerar si comió para vivir tomando con prudencia alimentos preparados sin necesidad de sacrificar a de arrancar una vida animal). Si ve que permitió que su apetito se satisficiera más de la cuenta y que comió glotonamente, procurará dominar ese hábito, porque para vivir una vida pura tenemos necesidad de un cuerpo puro y nadie puede llegar a usufructuar sus mayores posibilidades mientras haga de su estómago una sepultura de animales sacrificados.
De este modo el aspirante continuará revisando todas las escenas del día, en orden inverso, desde la noche a la mañana, y para sentirse realmente arrepentido por los errores en que haya podido incurrir. No dejará tampoco de sentirse alegre cuando llegue a un acontecimiento en el que procedió bien, y cuanto con mayor intensidad puede corroborarlo, tanto más completamente limpiará el registro de la tablilla sobre su corazón y agudizará su conciencia.
Así, a medida que pase el tiempo, año tras año, notará menos motivos para censurarse y acrecentará enormemente el poder de su alma. De este modo crecerá en una proporción que sería imposible conseguir por otro método menos sistemático y no tendrá necesidad de permanecer en el purgatorio después de morir, por haber pasado por su purgatorio todas las noches al hacer este ejercicio que conocemos con el nombre de RETROSPECCIÓN.
Este ejercicio nocturno y otro por la mañana, si se realiza persistentemente un día tras otro, despertarán algún día la visión espiritual al mismo tiempo que prolongarán la vida.
LA CAUSA DE LA ENFERMEDAD
Aunque las incapacidades mentales congénitos son producidas en general por el abuso de la función creadora en una vida anterior, hay por lo menos una notable excepción de esta regla, o sea aquellos casos similares descritos en la forma siguiente:
“Cuando un espíritu que tiene ante sí una vida de prueba determinada viene a renacer y nota en el momento de entrar en la matriz de la madre que el panorama de la vida venidera, que en aquellos momentos se le exhibe, marca una existencia dura y azarosa para poder resistirla, algunas veces intenta el huir de la escuela de la vida. En aquel momento los Ángeles del Destino o bien sus agentes han hecho las conexiones necesarias entre el cuerpo vital y los centros sensoriales del cerebro en el feto y, por lo tanto, el esfuerzo del espíritu para escapar de penetrar en la matriz se frustra, pero el dislocamiento producido por el impulso del ego desequilibra la conexión entre los centros sensoriales etéricos y físicos; así que el cuerpo vital no está en posición concéntrica con el físico, causando que la cabeza etérica sobresalga por sobre el cráneo físico. Resultado de esto es que es imposible para el ego el usar su vehículo denso, se halla esposado a un cuerpo sin mente que no puede utilizar y la encarnación es prácticamente inútil.”
Asimismo tenemos casos en los que una conmoción grande después en la vida ocasiona que el espíritu intente escaparse con los vehículos invisibles. También en estos casos las consecuencias son las de que se produce una conmoción parecida en los centros sensoriales etéricos en el cerebro y el trastorno ocasiona la invalidez de la expresión mental. Todos los hombres han experimentado probablemente una sensación semejante al recibir un susto, una agitación como si algo se esforzase para escaparse de su cuerpo físico, esto es, que el cuerpo de deseos y el vital que son tan veloces en sus movimientos, que comparado con ellos un tren expreso parecería un caracol, tienden a ponerse a salvo. Ellos ven y sienten el peligro y están temerosos antes que el miedo se transmite al inerte y lento cuerpo físico en el cual se hallan anclados, y el cual evita su huída en condiciones ordinarias.
Pero a veces, como ya hemos dicho, el susto y la conmoción son suficientemente severos y pueden hacer tal impulso que los centros sensoriales etéricos se perturban. Esto ocurre más frecuentemente con las personas que han nacidos bajo signos comunes, que son los más débiles de todo el Zodiaco. No obstante, así como un ligamento que ha sido distendido y retorcido, puede gradualmente recuperar una elasticidad relativa, así también en tales casos, es más fácil el restaurar las facultades mentales que en aquellos casos de locura congénita acarreada por vidas pasadas lo cual ocasionó una conexión indebida.
Histeria, epilepsia, tuberculosis y cáncer fueron comprobados como resultado de erróneas propensiones de la vida pasada. Se observó que aunque muchos de los sujetos que se examinaron habían sido en las vidas anteriores casi maniáticos en la satisfacción de su lasciva, eran al mismo tiempo de naturaleza altamente devota y religiosa, y en tales casos parece que el cuerpo físico generado en la vida presente era de salud normal y su incapacidad únicamente mental, mientras en otros casos en los cuales la indulgencia para con la naturaleza pasional estaba unida con un carácter maligno y una cruel consideración hacia los demás, la epilepsia junto con el raquitismo, la histeria y una deformación corporal fueron los resultados de la constitución de la vida actual, y también frecuentemente el cáncer, especialmente del hígado o del pecho.
Respecto a este asunto, no obstante, tenemos el deber de advertir a nuestros lectores que no deduzcan la cerrada conclusión de que las manifestaciones antedichas representan reglas fijas y terminantes. El número de las investigaciones hechas, aunque muy grande y arduo para solo un investigador, es realmente escaso para que sean conclusivas en asuntos como éste en el que están incluidos millones de seres humanos.
De todos modos están en armonía con las enseñanzas dadas por los Hermanos Mayores acerca de los efectos del materialismo como productor del raquitismo, es decir, la blandura de una parte del organismo que debía ser dura, y la tuberculosis, la cual endurece tejidos que debían permanecer siendo suaves y dúctiles. El cáncer es esencialmente semejante en sus efectos, y cuando consideramos que el signo de Cáncer está regido por la luna, el planeta de la generación, y que la esfera lunar está bajo el control de Jehová, el Dios de la generación, cuyos ángeles anuncian y presiden el nacimiento, como por ejemplo en los casos de Isaac, Samuel, Juan el Bautista y Jesús, comprenderemos fácilmente que el abuso de las funciones generadoras puede causar ambas enfermedades, el cáncer y el lunático en las más variadas formas.
Por lo tanto, con respecto a las anormalidades y deformidades físicas, parece ser la regla que la satisfacción física de la pasión reacciona sobre el estado mental y de que el abuso de las fuerzas mentales en una vida lleva a la incapacidad física en posteriores existencias.
Una máxima oculta dice que “una mentira es a la vez criminal y suicida en el Mundo del Deseo”. Las enseñanzas de los Hermanos Mayores explican la idea de que dondequiera que ocurre un suceso, una forma de pensamiento determinada generada en el mundo invisible toma registro del incidente.
Cada vez que se comenta el suceso o es examinado, se crea una nueva forma de pensamiento que se infunde con la primitiva y la robustece, siempre que las dos sean verdaderamente de la misma vibración. Pero si se dice una cosa incierta acerca de lo sucedido, entonces las vibraciones de la original y las de la repetición no son idénticas y el resultado es que se embisten y luchan destrozándose mutuamente. Si la forma de pensamiento buena y verdadera es suficientemente fuerte conseguirá el dominio de la situación y aniquilará a las formas de pensamiento basadas en una mentira y consecuentemente el bien vencerá al mal, pero cuando los pensamientos embusteros y maliciosos son los más fuertes, pueden vencer a la forma de pensamiento buena del suceso correspondiente y demolerla. Después de esto se combatirán entre sí y todo a su vez será aniquilado.
De este modo una persona que lleva una vida pura y limpia esforzándose en amoldarse y obedecer las leyes de Dios, luchando honradamente por la supremacía de la verdad y sinceridad, creará formas de pensamiento acerca de él de naturaleza parecida, su mente marchará por senderos en armonía con la verdad, y cuando llegue el día de crear su arquetipo en el Segundo Cielo para su vida futura, esta persona ,fácil e intuitivamente por la fuerza de la costumbre de su vida terrestre anterior, se alineará a sí misma con las fuerzas de la rectitud y de la verdad. Tales líneas una vez sumadas a su cuerpo crearán armonía en los vehículos siguientes y por lo tanto la salud será el premio de su vida siguiente.
Por otra parte, aquellos que tuvieron una idea equivocada de las cosas en su vida anterior, se deleitaron en desacreditar a la rectitud y faltar a la verdad y ejercitaron la astucia, egoísmo exagerado y desconsideración por el bienestar de los demás, se hallan impelidos en el Segundo Cielo a ver las cosas también de modo oblicuo, puesto que éste es su habitual modo de pensar. Así, pues, el arquetipo construido por ellos encarnará líneas de error y falsedad y consecuentemente, cuando el cuerpo sea llevado a renacer contendrá debilidad en diversos órganos, si no en la organización de todo su cuerpo. Otra vez debo hacer la misma advertencia a los lectores de que no saquen conclusiones definitivas de estas reglas orientadoras.
LA GÉNESIS DE LAS ENFERMEDADES MENTALES Y FÍSICAS
Es un hecho evidente desde un punto de vista superficial el de que mientras los animales actúan parecidamente bajo las mismas circunstancias, debido a que están guiados por un Espíritu-Grupo, el ser humano no se comporta así. En la humanidad hay tantas especies como son los individuos, siendo cada uno una ley ante sí mismo, nadie puede predecir las acciones de uno y cómo obrará otro bajo circunstancias análogas y aún el mismo individuo puede obrar distintamente y probablemente lo hará, bajo condiciones idénticas, en tiempos diferentes.
No se debe suponer, por consiguiente, que se dé más que una superficial idea de cómo se teje y desteje el velo del destino. Cada acto de cada individuo produce una determinada vibración en el Universo que se mitiga por sí mismo, reaccionando sobre él y sobre otros a su alrededor, y no puede la simple mente humana vigilar o calcular los resultados de estas acciones y reacciones en unos cuantos meses, años o vidas.
En el curso de este estudio se han investigado varios cientos de personas y en algunos casos hemos retrocedido tres, cuatro y aún más vidas con objeto de llegar a la raíz de la cuestión y para determinar la forma en la que reaccionan las acciones del pasado para crear las condiciones actuales de nuestras vidas. Pero, aunque hemos hecho concienzudamente este trabajo de investigación con arreglo a las circunstancias, debemos advertir al lector que no considere nuestro juicio como una conclusión autorizada de la materia, sino por el contrario, como un indicio, el cual, confiamos puede ayudarle a solucionar determinados problemas.
En cuanto concierne al medio ambiente, parece que las personas que son de naturaleza peculiar, que se les hace difícil el congeniar con sus relaciones y que tienen por delante de ellas una vida de prueba, nacen frecuentemente entre extraños donde no recibirán ninguna simpatía y donde sus sufrimientos no crearán sobre sus inmediatos en familia en cuanto a sangre, ninguna impresión simpática apreciable, o bien quedan huérfanos, o separados de sus padres, o bien se ausentan de su hogar desde una temprana edad. Cuando este es el caso tal alma a menudo anhela un afecto, una simpatía o cariño que ella rehusó dar en vidas anteriores.
Hemos visto casos también en los que determinados sujetos cometieron los ultrajes más atroces en el pasado y llevaron el deshonor y la vergüenza a sus allegados, quienes sufrieron horrores debido a su profundo amor al desgraciado. En la vida en que tal equivocada alma se dispuso a enmendarse y a purgar sus pasados errores, se encontrará en un ambiente totalmente antipático, sufriendo y sed de amor que negó en la anterior que trajo como consecuencia el lote tan amargo de vida que lleva. Si este hombre no aprendió toda la lección en una vida, diferentes encarnaciones con experiencias semejantes le enseñaran a ser simpático hacia los que le amen, a la vez que debe comportarse honesta y correctamente con todos.
También hallamos que a menudo un alma ha vivido equivocada en pasadas vidas debido a la falta de una influencia bondadosa por parte de aquellos que componían su inmediata familia y quienes debían haberle sido lo fieles, amorosos y favorecedores que se precisaba. La falta de este ambiente de simpatía no justifica como es lógico, sus faltas ante los ojos de la ley y se ve obligado a expiarlas en vidas posteriores. Pero en estos casos las condiciones fueron generalmente contrarias; la familia que en vidas pasadas había sido indiferente con él, ahora le será querida, y sentirán extraordinariamente todo el dolor y el sufrimiento que tenga que soportar como consecuencia de su pasado, y de este modo ella también expiará la parte que le corresponde en haber hecho a él lo que fue, debido a la falta de cariño y simpatía en que le tuvieron.
Todos estos sucesos son casos extremos, pero, naturalmente, no podemos obtener una lección definida de los casos no completamente claros, pues cuanto más definidos son los hechos puestos a nuestra consideración, tanto más fácil es el tabularlos. La ley que conviene a los casos extremos también se amoldará en los de menor importancia con las modificaciones en el grado necesario para ser aplicada al cambio de ambiente.
Los hechos relatados indican claramente que nosotros somos los guardianes de nuestros hermanos y que conviene que todos nosotros exterioricemos toda la simpatía y bondad que nos sea posible hacia aquellos desgraciados, ya sea en nuestra o en otra familia, puesto aunque mirando las cosas desde la superficie o desde el punto de vista de nuestro estado actual pueda parecernos que nos incumbe ninguna responsabilidad por las acciones de nuestros desgraciados familiares, sin embargo, si pudiéramos ver la parte superior de la vida, si pudiéramos ver tras el velo, probablemente encontraríamos que nosotros mismos tenemos una gran parte de culpa por su estado de degeneración.
Frecuentemente se oye la expresión de que fulano y mengano son la “pesadilla” de ciertas familias, pero por nuestra parte podemos considerar que esas pobres almas así designadas son seres extraños entre gente extraña, teniendo que estar entre ellas durante esta vida por la razón de algún desguisado echo en el pasado. La “sangre es más espesa que el agua” dice un proverbio, pero es lo cierto que el lazo de la sangre no tiene consecuencias, a menos que los espíritus de una familia estén unidos entre sí por el amor o el odio desde el pasado, lo cual determina las reales relaciones en la vida actual.
Un alma puede envolverse en la carne de determinada familia, puede sentarse a su mesa y tener un derecho legítimo en su hacienda y ser tan extraña a ella como un vagabundo que llama a la puerta de su cocina en demanda de un plato de alimento. Recordemos que Cristo dijo: ”Pues yo estaba hambriento y vosotros me disteis de comer, y estando sediento apagasteis mi sed y siendo un extraño me admitisteis a vuestro lado”; y después. ”Tanto cuanto habéis hecho a favor del más pequeño de mis hermanos, tanto me habéis hecho a mí mismo”. Así, pues, cuando encontremos una pobre alma, una de esas que son tildadas de “raras”, sola y extraña en su alrededor, debe ser nuestro deber como cristianos el emular el ejemplo dado por nuestro Señor, debemos procurar que esa pobre alma se vea rodeada del calor del hogar, que se considere en su casa y entre los suyos, cultivando su amistad por el amor de Cristo, sin tener para nada en cuenta sus razones ni excentricidades.
Las enfermedades que afectan a la humanidad pueden ser divididas en dos clases; “mentales” y “físicas”. Las incapacidades mentales son especialmente consecuencia del abuso de la función creadora, cuando es congénita, con una sola excepción que veremos después. Asimismo puede decirse en el caso de las afecciones de la facultad del habla. Esto es lógico y fácil de comprender.
El hombre ha alcanzado un cierto dominio sobre el mundo y si pudiera pasar rápidamente de un cuerpo a otro, no se vería el fin del abuso de su poder para satisfacer cualquier capricho y deseo; pero bajo la ley de Consecuencia lleva consigo a un cuerpo nuevo las facultades y órganos similares a aquellos que dejó atrás en el precedente.
Cuando la pasión ha arruinado el cuerpo en una vida, se estampa tal pasión en el átomo simiente. En el descenso para el renacimiento inmediato es imposible para este espíritu reunir o juntar material sano y robusto con el cual construir un cerebro de construcción estable. Entonces generalmente renace bajo uno de los signos planetarios comunes, y generalmente también, los cuatro signos comunes se hallan en los cuatro ángulos de su horóscopo, porque a través de tales signos el deseo pasional encuentra dificultades para manifestarse. Por consecuencia de esto, el impulso poderoso que anteriormente rigió en su cerebro y el cual puede ser usado con el propósito de rejuvenecimiento, se halla ausente y el individuo está falto del incentivo en la vida y por lo tanto se convierte en un desvalido – un leño sobre el océano de la vida – frecuentemente en un loco.
Pero el espíritu no está loco; éste ve, conoce y tiene un vehemente deseo de utilizar su cuerpo, aunque esto sea un imposible, pues a menudo no puede ni aun enviar un impulso adecuado a lo largo de sus nervios. Los músculos de la c ara y del cuerpo no están bajo el control de su voluntad. Esta falta de coordinación es la que hace del maniático una figura tan miserable y de este modo el espíritu aprende una de las más duras lecciones de la vida, es decir, que es peor que la muerte el hallarse en un cuerpo viviente e incapaz de expresarse por medio de él, debido a que la “fuerza de los deseos” necesaria para pensar, hablar y moverse “ha sido dilapidada en una vida de depravación” en pasadas encarnaciones, dejando al espíritu sin la energía necesaria para manipular el instrumento cárneo actual.
MORTALIDAD INFANTIL
Cuando un niño muere antes del nacimiento de su cuerpo de deseos, lo que tiene lugar alrededor de los 14 años, no va más allá del primer cielo, porque no es responsable de sus actos, como tampoco es responsable el aun no nacido del dolor que causa a su madre moviéndose o saliendo de la matriz. Por lo tanto , el niño no tiene una existencia en el purgatorio. Lo que no ha sido vivificado no puede morir; por lo tanto, el cuerpo de deseos de un niño, junto con la mente, persistirá hasta el nuevo nacimiento, y por tal razón esos niños son muy aptos para recordar las encarnaciones anteriores, como se indica en el caso citado en otro lugar.
Para tales niños, el primer cielo es una sala de espera donde permanecen desde uno a veinte años, hasta que se presenta una nueva oportunidad para renacer. Sin embargo, es algo más que una sala de espera sencillamente, porque se progresa mucho durante la estada en ella.
Cuando un niño muere hay siempre alguno de su familia que lo está esperando, o, en su defecto, hay quienes les gustaba adoptar maternalmente a los niños en su vida terrestre y que tendrán sumo placer en hacerlo aquí. La extrema plasticidad de la materia de deseos hace muy fácil el formar los más exquisitos juguetes vivientes para los niños, y su vida es un hermoso juego; sin embargo, no queda descuidada su instrucción.
A los niños se les agrupa en clases, de acuerdo con sus respectivos temperamentos, pero sin tener en cuenta para nada su edad. En el Mundo del Deseo es muy fácil dar lecciones objetivas de la influencias del bien y del mal, de la conducta y de la felicidad. Estas lecciones se imprimen indeleblemente sobre el sensitivo y emotivo cuerpo de deseos del niño y lo acompañan después de su nacimiento, así que muchos de los que llevan una vida noble lo deben a que han estado sometidos a ese desarrollo.
A menudo, cuando nace un espíritu débil, los Seres Compasivos ( los invisibles Guías que dirigen nuestra evolución) lo hacen morir en edad temprana para que pueda gozar de ese desarrollo extra, ayudándolo así a soportar lo que pudiera haber sido para él una vida muy dura. Este parece ser el caso, especialmente cuando la impresión en el cuerpo de deseos fue débil a que las personas que rodeaban al moribundo lo perturbaron con sus lamentaciones o por haber muerto por accidente o en un campo de batalla. Bajo esas circunstancias el muerto no ha experimentado la intensidad de sentimiento apropiada en su estado post-mortem, y, por lo tanto, cuando renace y muere en edad temprana, aquella pérdida se recobra en la forma indicada más arriba.
Muy a menudo el deber de cuidar a ese niño en la vida celeste recae sobre aquellos que fueron causa de esa anomalía. Se les proporciona así una oportunidad para reparar su falta y aprender a obrar mejor. O tal vez pueda tocarles ser los padres del recién nacido y cuidarlo durante los pocos años que viva. Entonces nada importará que lamenten histéricamente cuando el niño muera, porque en el cuerpo vital no hay recuerdos o imágenes de ninguna consecuencia.
Sabiendo cuánta parte tomamos nosotros en la manifestación de la ley de la mortalidad infantil, podemos comprender fácilmente, por ejemplo, que como quiera que tantos cientos de millares de víctimas de la Gran Guerra pasaron al más allá sobre el campo de batalla, en cuyas condiciones es imposible absolutamente para las víctimas observar el panorama de su vida que acaba de terminar, debe ser necesario morir durante la infancia en la próxima encarnación, y ¿cómo puede manifestarse esta espantosa mortandad de niños en su día, sino es por medio de alguna epidemia o algún cataclismo que les barra de la Tierra?
Sobre tal hipótesis podemos considerar el terremoto de Sicilia, la destrucción de San Francisco, el problema del hambre en Irlanda y la India y otras catástrofes nacionales por el estilo; la acción del destino del pasado, llevando a cada nación los frutos de sus vidas anteriores y de acciones comunales.
Lo que hemos dicho precedentemente es simplemente una indicación del modo en que se teje y desteje el velo del destino. Recuérdese que los pocos cientos de casos examinados no pueden dar unas adecuadas bases para un punto de vista general del alcance de la ley y el lector está expuesto a hacer frente a incongruencias en casos individuales acerca de lo que se ha dicho.
OBSESIÓN DEL HOMBRE Y DE LOS ANIMALES
Es un caso curioso que los espíritus sub-humanos elementales se apegan algunas veces a determinadas personas, a una familia y hasta alguna sociedad religiosa; pero en casos semejantes se ha visto siempre que el vehículo de ellos no consiste en un Cuerpo de Pecado endurecido compuesto de una trabazón de los cuerpos vital y de deseos, sino que el vehículo ha sido obtenido por medio de la mediumnidad practicada por una persona, ordinariamente de buen carácter, y que el éter de este vehículo estaba en un estado de descomposición o desintegración. Para preservarlo y prolongar su dominio sobre tal vehículo pide a aquellos a quienes sirve, suministros regulares de alimentos y la quema de incienso, aunque no pueden, como es natural, asimilar el alimento físico, pueden y, así lo hacen, vivir de los vapores y olor que emanan de él, así como del humo del incienso.
Esto es otra ilustración del aserto de que la pureza de los motivos no nos protegerá cuando vamos contra las leyes de Dios, así como no podemos dejar de quemarnos si metemos la mano en una estufa ardiendo, no importa por qué razón lo hagamos. Pero de todos modos se ha observado que cuando un médium se ha visto dominado de esta forma por motivos puros y por una elevada devoción religiosa, es muy difícil para tales malignas entidades el sostener posesión del cuerpo vital por un tiempo largo. En casos por el estilo bien pronto se cansan del esfuerzo que ello representa, y buscan otra víctima más en concordancia con su naturaleza.
Se sabe que en el sur de Europa y en el lejano Oriente hay elementales que toman posesión de los cuerpos vitales de una familia, generación tras generación, dejando unos por los otros y llevando a cabo servicios hacia tal familia como compensación de su alimento, que generalmente se les es ofrecido en períodos regulares. Algunos de ellos son demasiado maligno para satisfacerse con alimentos y piden sangre, hasta sangre humana, y estos seres son responsables por los tribus de los cazadores de cabezas de Filipinas y los estranguladores de la India, quienes cometen crímenes como un rito religioso. Esto es también la base de lo denominado en los países orientales “Culto de los Antepasados”.
A éstos, así como a los Cuerpos de Pecado que son animados por una inteligencia externa, se les ha llamado “Los Guardianes del Umbral”, simplemente obedeciendo al hecho de que cuando la persona por quien originalmente fueron generados renació, este demonio, se adhirió a ella y se convirtió en un diabólico tentador durante su vida. No infrecuentemente se ha visto que en el caso de una persona que en una vida ha generado tal demonio, pero que ha tomado a pecho las lecciones de la vida que fueron expiadas en la existencia purgatoria y quien al renacer se esforzó con todas las fuerzas de su alma en vivir una vida pura, recta y honrada, este cuerpo de pecado estuvo aún allí a su lado para estorbarle.
Muchas de las personas que estuvieron cohibidas de este modo eran tan sinceras en sus deseos de reformarse que entraron en monasterios y practicaron austeridades severísimas sobre sus cuerpos, cada una de ellas creyendo que el demonio que las rondaba y de cuya presencia estaban conscientes, era el mismo diablo en persona o un emisario suyo.
Se dice con muy buen sentido que el cuerpo es el padre del hombre. En un sentido similar nuestras existencias anteriores son las potencias creadoras de nuestra vida presente y futura, y es muy cierto que en este sentido al menos, “los pecados de los padres caen sobre los hijos”, y no podemos negar la justicia de semejantes consecuencias, pues las crueldades practicadas por aquellas gentes que causaron la formación del Cuerpo de Pecado fueron generalmente de la más atroz naturaleza imaginable.
El lector habrá oído probablemente decir que cuando un perro “dogo””, o “bulldog” ha cogido con sus dientes una presa no la suelta tan fácilmente. Esto implica, sin embargo, que él tiene facultad y poder de hacerlo (si así lo quiere ). Pero esto es diferente con una culebra; sus dientes se dirigen hacia adentro de la boca y por consiguiente una vez que los ha hundido en la carne de su víctima no puede abandonarla o desprenderlos del mordisco, sino que debe forzosamente engullir a su presa. A pesar de lo extraño o curioso que nos parezca, algo semejante ocurre en el caso de la obsesión.
El autor ha proclamado siempre que los espíritus de control están del lado externo del cuerpo de su víctima y detrás de ella manipulando el órgano de lo voz o del cuerpo completo, según sea el caso, desde y por el cerebelo y médula oblonga, donde la llama de la vida arde con un doble y zumbante sonido compuesto de dos tonos que indican la resistencia del cuerpo a las manipulaciones del intruso. Las últimas investigaciones, sin embargo, han revelado el hecho de que el espíritu control que manipula de este modo desde afuera a sus víctimas, es de los prudentes que son muy cautos para ser atrapados con una trampa. Mientras están afuera ellos pueden abandonar la presa en cualquier momento que deseen y permitir que ésta siga su vida en la forma que quiera, haciendo lo propio ellos mismos.
Pero hay otros espíritus que no son tan sagaces o que acaso son más atrevidos o de algún modo están ansiosos de actuar en el mundo físico y quieren a todo trance aprovechar cualquier ocasión que se les presente. Penetrando en el cuerpo de sus víctimas se hallan en la misma situación aproximadamente que la presa de la culebra, el cuerpo de su propuesta víctima tiene un cepo cerrado sobre ellos y no pueden desasirse de él en circunstancias ordinarias. De este modo la obsesión se hace permanente y la personalidad completa de la víctima se cambia.
Si el espíritu obsesionante es una entidad elemental o sub-humano, la cual no es capaz de usar una mente o una laringe, como quiera que éstas son las últimas adquisiciones humanas, la persona así obsesionada se convierte en un lunático irremediable, no raramente de naturaleza perversa y la facultad del lenguaje a menudo está también afectada. Es casi imposible el desalojar a una entidad semejante una vez que se ha posesionado.
La investigación de vidas anteriores indica que la aflicción es generalmente el resultado de un deseo de rehuir las experiencias de la vida, pues aquellos que están obsesionados se ve que fueron suicidas en una vida anterior en casos muy frecuentes. Entonces tuvieron un cuerpo al que no apreciaron y como consecuencia, en una vida posterior la mentalidad se halla debilitado ya como resultado de un órgano enfermo, de una gran conmoción o bien por obsesión. En cualquiera de estos casos el espíritu fue expulsado del cuerpo, estando siempre flotando a su alrededor y deseoso de volver a tomar posesión, pero incapaz de hacerlo debido a su falta de mente por medio de la cual pudiera enfocar el pensamiento sobre el cerebro, o en el caso de obsesión por impedirlo la entidad extraña.
El dolor y el desengaño son causas frecuentes del suicidio y también se ha comprobado que una tristeza grande puede arruinar la mente, pero el espíritu es entonces capaz de comprender y hacer frente a la situación, aun cuando no sea capaz de usar sus vehículos debido a la falta del foco de la mente. Pero en el caso en que se ha querido huir de la situación por el suicidio, aprende en la manera descrita a conocer el valor de un cuerpo y sus eslabones y de este modo en el futuro no habrá causa suficiente para decidirle a cortar el cordón plateado. En efecto, algunas veces el dolor viene para tentar a alguna persona que puede muy bien haber dado este paso en vidas anteriores y cuando resiste la prueba muestra que ha quedado inmune de la tentación. Parece ser que obra según el mismo principio por el cual el borracho de una vida anterior es tentado para beber con objeto de probar su estabilidad de carácter por su consciente rehuída de la tentación y de ceder a ella.
Es curioso el que la realización de un suicidio en una vida y el sufrimiento consiguiente post mortem durante el tiempo en el que el arquetipo existe aún, genera a menudo en tales seres un mórbido miedo a la muerte en la vida próxima, así que cuando llega este momento en el curso ordinario de la vida posterior parecen frenéticos después de abandonar el cuerpo y tan ansioso de retroceder otra vez al mundo físico, que con frecuencia cometen este crimen de obsesión en la más tonta e increíble forma.
Sin embargo, como quiera que no siempre hay sujetos humanos negativos fáciles a la obsesión (y aun si les hubiera, no es seguro que la persona que justamente acaba de morir y que está buscando la oportunidad de volver pueda encontrar uno en quien tomar refugio) una extraña, horrible ocurrencia se produce a menudo, es decir, que tal espíritu expulsa al real propietario del cuerpo de un animal y entonces anima a este vehículo. Entonces se halla en la horrorosa necesidad de vivir una existencia animal pura y simple.
Si el animal está sujeto a crueldades por parte de su dueño, el espíritu humano obsesionante sufre como sufriría el espíritu animal; si el animal es sacrificado para proveer alimento, el hombre dentro de él ve y comprende los preparativos para el sacrificio y se ve obligado a pasar por las horrorosas experiencias relacionadas con ello. Casos de esta naturaleza no son tan raros como se podría suponer; al contrario, ocurren muy frecuentemente, como lo ha comprobado el autor visitando algunos de los grandes mataderos de América del Norte. La comprensión de esto, le ha traído el convencimiento en la forma más dolorosa de la necesidad que hay de educar al hombre respecto a la gran verdad de que la “muerte , al igual que el nacimiento, es únicamente un suceso natural, común y corriente en la vida eterna, sin fin, del espíritu inmortal.”
Una fe completa en esta doctrina dispersará muchas miserias de la humanidad y debemos hacer cuanto esté en nuestro poder para contribuir a esparcir este evangelio de la Vida.
También sucede algunas veces que un hombre perverso se encarna asimismo en una bestia de presa y tiene un diabólico placer en aterrorizar a una comarca. Cuando Cristo caminaba por la Tierra, casos semejantes de obsesión animal por espíritus humanos eran sucesos diarios y los ejemplos recordados en la Biblia no son, en absoluto, mitos tontos para nadie dotado de vista espiritual y capaz de leer en la “Memoria de la Naturaleza”, pues se ve que estas cosas ocurrieron realmente, y en efecto, los videntes de la antigüedad, quienes observaron esta entrada habitual de gentes de bajo y perverso carácter en los cuerpos de las bestias, cuando salían fuera de tales cuerpos a la muerte, pensaron que esto era el proceder natural de la Naturaleza, en vez de suponer que era una condición anormal de la misma, y en consecuencia, sentaron los principios de la doctrina de la Transmigración.
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Recopilación de diversos autores
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