jueves, 10 de diciembre de 2009

Clase II-44 - LAS SIETE VIRTUDES DE LA VIDA PERFECTA

1) La Caridad con el Prójimo

No es la moneda en la mano tendida a nuestro paso, ni la túnica nueva para quien la lleva desgarrada, ni el pan y el vino sobre la mesa, ni la lumbre en el hogar. Es ante todo, y por encima de todo la palabra suave que consuela y alienta, la piedad misericordiosa que perdona y oculta los pecados del hermano para que el mundo malévolo no le arroje piedras ni lo lleve al patíbulo; es el abrirle camino de justicia y rectitud iluminado por el amor y la fe, florecido de esperanza y alegría para desenvolver su vida en el marco sagrado y bendito de la eterna Ley. Es apartarle las piedras del camino cuando las fuerzas no le alcanzan para saltar las barreras que se le oponen al deber; es arrojarle una tabla al mar de su vida borrascosa para salvarle del naufragio; es tenderle las manos para sacarle de un abismo sin avergonzarle por haber caído en él.

Es, en una palabra, el amor que se da generosamente en pensamiento, palabras, y acciones sin pedir nada y sin esperar ninguna recompensa.

2) La Pureza de Vida en Pensamiento, Palabra y Obra

No es seguramente el yermo áspero y solitario sin alma viviente que conviva a nuestro lado. La vida pura no es pues la soledad absoluta. Es la convivencia con nuestros semejantes, familiares o amigos, sin causarnos el menor daños unos a otros, ni en la honra, ni en los bienes, ni en los sentimientos o afectos y menos aún en la vida que la Eterna Potencia ha reservado a su sola Voluntad Soberana.

Es impura la vida del que lucra con las fuerzas físicas de sus hermanos sin la justa remuneración, el que lastima, ofende y hiere los sentimientos de sus semejantes con pensamientos, deseos o actos impúdicos y lascivos; el que esparce con la palabra, el pincel o la pluma ideas o costumbres corrosivas que atentan contra el pudor y la honestidad; el que abusa de un modo u de otro de la mal llamada Libertad de Derechos para imponer por la fuerza del poder arbitrario, sus torcidas voluntades que atentan contra la dignidad de la criatura humana, con un alma inmortal de sublimes destinos.

3) La Paciencia

En todas las circunstancias de la vida. Es la mansedumbre o paciencia, una virtud que lleva en sí misma un poder conquistador e invencible.

El hábito de la paciencia en todos los momentos de la vida, es lo único que puede hermanarse con la inalterable armonía interior, necesaria para vencer todas las dificultades que entorpecen el justo desenvolvimiento de las energías del espíritu, que llegó a la vida física en seguimiento de un ideal superior.

La impaciencia, la rebeldía interior, los arrebatos de cólera, despedazan y desgarran en un instante los velos sutiles de los pensamientos protectores que amigos invisibles, aliados eternos, tienden amorosamente sobre sus hermanos encarnados. Y de aquí la mayoría de los fracasos espirituales que acarrean desastres irremediables, dolores múltiples, pesimismo aplastador para el alma que en sus momentos de lucidez comprende haber sido ella misma la causante de todos sus males.

4) Perseverancia

Es el sendero elegido, no obstante las opiniones diversas del mundo. La corona del triunfo no la conquista el que comienza bien, sino el que termina bien el viaje de la vida interplanetaria.

Los juicios humanos pesan mucho y de ordinario marcan derroteros equivocados a las almas vacilantes y temerosas. Y no es fácil el adquirir el valor de arrostrar las críticas necias de tantos inconscientes que jamás se detuvieron a pensar en lo que son ellos mismos, ni en su origen divino ni en sus destinos eternos.

Gozar de la vida lo más posible es su único ideal. ¡Pobre y desgraciado ideal que amarrado a los goces groseros de la materia, conduce las almas a caminos de perdición, por los cuales descienden hasta el abismo del crimen!

Las claridades de la Ley Divina desaparecen en esos horizontes donde sólo resplandece la luz fatua de los placeres mezquinos, fugaces, enloquecedores.

La Divina Sabiduría abre la senda de la rectitud y la justicia según su Ley Eterna, en acuerdo con las necesidades del corazón humano, de modo que no están reñidos con ella, ni las dulces ternuras de la familia, ni las bellezas de la amistad, ni la dicha infalible del amor correspondido.

En medio de un mundo donde prevalece el egoismo, la corrupción y el vicio en todas las formas de la degradación humana, se necesita un gran valor para resistir a la maligna corriente que lo avasalla todo, y para llegar a esa perseverancia que resiste a todas las sugestiones y falsos pretextos tendientes a eludir la rectitud y honestidad en el obrar.

5) Concentración Espiritual

Buscando el propio conocimiento y la energía de la Eterna Potencia.

Para trabajar en algo es indispensable el conocimiento a fondo de ese algo en que se quiere ocupar tiempo y esfuerzo.

Así sea el cultivo de un jardín, el pulir de una piedra, el cincelar un metal, el pintar un lienzo o arrancar de un instrumento músico hermosas melodías, es necesario ante todo conocer a fondo aquello a que nos dedicamos.

Cuando queremos entregarnos a cultiva nuestro yo íntimo, nuestro espíritu, esa fuerza impulsadota de nuestra vida, debemos tratar de estudiarlo y conocerlo en todos sus aspectos buenos y malos; agradables y desagradables, elevados y ruines, generosos y mezquinos.

Y este conocimiento sólo podemos adquirirlo mediante la concentración en nosotros mismos o sea la meditación.

Débese tener en cuenta que meditar no es rezar, o sea pronunciar plegarias, súplicas en demanda de salud, de ayuda, y protección en cualquier orden que sea. meditar es penetrar en el santuario íntimo de nuestra conciencia donde descubrimos qué impulsos hacia el bien o hacia el mal nos dominan con más frecuencia; qué debilidades, gustos o inclinaciones aparecen más definidos y fuertes en nosotros a fin de prestarles más atención, tal como hace el buen jardinero con una amada planta de su jardín que observa día por dia si un sol abrasador, o las lluvias excesivas o los vientos helados la perjudican y la agotan.

Y como el buen jardinero con amor, y sólo con amor a su plantita que quiere ver embellecida, en abundante floración, la poda, la riega y hasta lava su raíz, con igual amor piadoso por nuestra alma cautiva en la materia, hemos de apartarle todo aquello que perjudica su crecimiento, su progreso, y justa actuación en el plano de evolución en que por ley divina está colocada.

Gran cosa es a la verdad el adquirir el hábito de la concentración espiritual o meditación porque ella significa encender una potente luz en las tinieblas entre las cuales veremos claramente los peligros y tropiezos que pueden interrumpir la evolución y romper las alianzas y pactos que hayamos hecho en colaboración con los grandes apóstoles de la redención humana.

6) Consagración a la Ciencia

Que nos descubre las obras y leyes de Dios y nos hace útiles a la humanidad.

La vida espiritual no está reñida con la adquisición de conocimientos superiores mediante el estudio de la Naturaleza, que es el gran libro del Eterno Invisible que se nos manifiesta a cada instante en la estupenda grandeza de sus obras, de sus elementos, de sus múltiples creaciones.

Consagrar voluntad y tiempo a estudiar la ciencia de Dios y de sus obras, es hacer al espíritu capaz de ser maestro y guía de las porciones de humanidad que la Eterna Ley nos designe, para conducirlas hacia los caminos de la justicia, de la paz y del amor, donde encontraremos todos la felicidad buscada.

7) El Desinterés

Hemos llegado a la cumbre de la Montaña Santa; allí donde llegan las almas generosas, heróicas y sublimes que después de realizar toda una vida llena de merecimientos, de obras de bien y de justicia, de obras coronadas de belleza y de amor, se acerca a la Eterna Potencia.

Es el desinterés la virtud por excelencia de los héroes y de los santos, que sacrifican cuanto tienen y cuanto son en bien de sus semejantes.

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CÓMO REZAR

1) En primer lugar, se debe emplear el tiempo presente. El universo no comprende el futuro ni el pasado, pues no tiene concepto del tiempo; todo sucede simultáneamente fuera de nuestro limitado y pequeño mundo. ("El tiempo es la manera que tiene Dios para evitar que todo suceda al mismo tiempo"). Por lo tanto, no puede comprender pensamientos proyectados hacia el pasado o hacia el futuro. Sólo conoce el AHORA.

2) En segundo lugar, es necesario expresar la plegaria de una manera positiva. Ya que el Universo no comprende el concepto del "no". No existe ausencia ni negación en el Universo y sólo capta la voz activa y las palabras positivas.

Muchas personas lo ignoran. Una madre puede estar de rodillas suplicando, rogando con todas las fuerzas de su corazón: "No permitas que muera mi bebé". Sería mejor que dijera lo que su corazón realmente anhela: "Permite que mi bebé viva". O mejor aún, que agradezca, ya que el Universo carece de noción de tiempo: "GRacias porque mi bebé vive".

Es imperativo que cuidemos el lenguaje que empleamos para expresar nuestros pensamientos, ya que si decimos: "No permitas que mi bebé muera", estamos,aún contra nuestra voluntad, imaginando la pérdida, llorándola de antemano, y, de esa manera, por medio de nuestros pensamientos y temores, se hace posible. A esto se refería Cristo cuando habló de tener fe.

Pero aún cuando la madre ruegue: "No permitas que mi bebé muera", su corazón habla su propio lenguaje silencioso, pidiendo que su bebé viva. Por lo tanto, lo que recibe la estación de radio en los confines del espacio puede ser solamente estática: el ruido creado por el choque entre su corazón y su temor. Si el Universo sólo recibe estática, no puede responder. Pero puede que reciba el ruego de su corazón, porque el deseo ha sido más fuerte que la duda.

3) Algunas personas saben orar: se ponen de rodillas, emplean el lenguaje correcto, no dejan (por gratitud) de expresar el deseo (cumplido) de que se cumplan los anhelos de su corazón; pero entonces les asalta la duda. "¿Qué estoy haciendo?", se pregunta. "Ni siquiera creo en Dios. Las plegarias no obtienen respuesta y, gracias a Dios, nadie puede verme así, de rodillas. Esto es absurdo".

Nuevamente, la estación recibe un mensaje estático: la plegaria ferviente, seguida por la negación de la misma: "No creo. Nadie responde a las plegarias". ¿A cuál de los dos pensamientos debe responder? Si la negación, y la duda son más fuertes que el pensamiento concentrado, el universo concederá aquello que la persona desea, pues la deidad responde con amor y desea darnos cuanto deseamos, incluso dolor y desesperanza, aislamiento, alienación y temor, si es eso lo que deseamos.

4) Después de concentrarse aunque sólo sea por unos segundos en la idea de la plegaria completa, sométase al Universo una vez más: "Esto será hecho". Pues la Providencia sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. Es por ello que la gente dice que hay que se cauteloso cuando se ruega por algo, porque eso es lo que obtendremos. "Toma aquello que deseas", dice Dios. "Y paga por ello", dicen los árabes.

Darse Cuenta

El segundo requisito de la plegaria es el de darse cuenta cuando llega la respuesta. Muchas personas oran, reciben una respuesta a sus oraciones, pero la ignoran; o la niegan porque no responde a sus expectativas. Somos como los niños que cuando ven acercarse al heladero corren a su casa diciendo:

- Mamá, ¿puedo comprar una crema helada?

- Ahora no; ya es hora de cenar. Podrás comerla después.

- No. La quiero ahora.

O quizás mamá dice:

- Sí, pero esa es muy costosa. Tengo una en la heladera. Come esa.

- NO. Quiero la que vende el heladero.

O bien mamá podría decir:

- Sí, aquí tienes el dinero.

En todos los casos ella le concedió el deseo, pero el niño cree que sólo lo hizo en una oportunidad.

Lo mismo sucede con la plegaria. Muchas veces nos negamos a comprender la respuesta. Creo que este paso, el reconocimiento, es el que eluden los racionalistas extremos, aquellos que no admiten la existencia de nada que no sea el mundo material.

Creo también que es el que los atemoriza, desafiando esa voz que hay en todos nosotros a favor del escepticismo, la burla, la rebeldía, el temor; todo aquello que se aferra a los objetos flotantes de un mundo físico, en un intento desesperado de ejercer el control. Después de todo, la alternativa es aterradora; ¿qué ocurre si no controlamos la situación? Sin embargo, a medida que envejecemos, la mayoría de nosotros pronto comprende que más allá hay algo que no podemos explicar. Yo no conozco a ningún ateo que en un momento de peligro no haya exclamado, aún contra su voluntad: "Ayúdenme".

Responder

Una vez que hemos comprendido que la respuesta ha llegado el tercer paso se da naturalmente. Sólo podemos aceptar los dones con reverencia y admiración y luego agradecidos, estamos obligados a decir: "Gracias". Y debemos tratar de transmitirlos.

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LEYES UNIVERSALES

El Principio de la Solidaridad

"Todo es doble; todo tiene dos polos; todo su par de opuestos; los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grados; los extremos se tocan; todas las verdades son semi-verdades; todas las paradojas pueden reconciliarse"

Las paradojas que se han transmitido a través de los siglos y que han sido fuente de reflexión para pensadores de todos los tiempos se ven desveladas ante la luz de la aplicación de este principio: "La tesis y la antítesis son idénticas en naturaleza, difiriendo sólo en grado", "Todo es y no es al mismo tiempo", "Los pares de opuestos pueden conciliarse"… Así, dentro de cada cosa podemos encontrar dos aspectos, aparentemente antagóncos, pero que en realidad son gradaciones de la misma naturaleza.

Calor y frío, luz y oscuridad, grande y pequeño, positivo y negativo, amor y odio, espíritu y materia, bien y mal, Norte y Sur, Este y Oeste, valor y miedo… no son sino la misma cosa, únicamente diferenciados por los grados que le hacen acercarse a uno u otro extremo. Y si no, ¿quién puede decir dónde empieza el calor y dónde termina el frío?, ¿en qué punto del termómetro se puede fijar la frontera entre esos dos aspectos de la temperatura?.

De igual manera todo lo relativo a los tamaños, texturas, colores, etc. sigue sujeto a esta misma ley. Pero no solamente sucede con las cosas físicas. En cualquier aspecto del plano mental, de nuestras emociones o de las manifestaciones de nuestra personalidad, podemos aplicar el mismo principio.

Así pues, la polaridad es un requisito imprescindible para poder conocer el Universo que nos rodea. Hombre-mujer, bueno-malo, son manifestaciones duales de una sola cosa: hombre-mujer; ser humano; bueno-malo: cualidad del ser. Y así podríamos encontrar una definición para cada manifestación dual. ¿Dónde empieza mi yo masculino y dónde mi yo femenino? ¿Dónde empieza mi yo profundo y acaba mi yo externo? Estas no dejan de ser cuestiones puramente mentales, algo que nuestra mente dual necesita para tratar de identificar las diferentes fases del conocimiento de la realidad.

¿No es cierto que si caminamos hacia el Norte llegará un momento en que podamos considerar que estamos yendo hacia el Sur? ¿No es cierto que la línea que recorre el valor y el miedo es tan sutil que es imposible determinar si estamos ante una persona cobarde o ante alguien capaz de realizar un acto de valor supremo? ¿No resulta difícil dilucidar si algo nos agrada o nos desagrada? ¿Cuántos grados existen entre el amor y el odio? Aparentemente son dos estados completamente opuestos y, sin embargo, hay ocasiones en que lo sentimientos parecen mezclarse de tal modo que son incapaces de identificarlos.

Si lo trasladamos mentalmente a una escala, encontraremos en cualquier punto "más amor" o "menos odio", si vamos ascendiendo, o lo contrario si descendemos. El amor y el odio son más que términos que se aplican a los dos polos de la misma cosa.

Una vez más nos vemos obligados a reconocer que la verdad es subjetiva y que la verdad absoluta sólo existe en la mente del TODO, como bien sabían los hermetistas de la antigüedad. Sabemos, o por lo menos lo mencionamos continuamente en nuestras conversaciones, que todo es relativo; y sin embargo, ¿somos conscientes de lo que significan esas palabras?

Me da la impresión de que en estos tiempos que corren resulta bastante complicado para los hombres y mujeres de nuestros días aceptar y practicar el principio de la polaridad.

El tipo de vida que llevamos nos ha conducido a posturas de radicalización en aspectos siempre antagónicos y, cuando estamos posicionados en uno, negamos el otro. Es posible que los sentimientos de inseguridad (que hacen mella en nosotros) hayan influido en la aceptación y asunción de una escala de valores y creencias fijas, anquilosadas y castrantes, pero que tienen la virtud de proporcionarnos un marco de referencias donde nos sentimos capaces de desenvolvernos sin miedo.

Esta postura mental, casi comúnmente compartida, nos lleva a perdernos la gran variedad de matices que nos proporciona cada experiencia, porque sólo somos capaces de ver UN aspecto ignorando los demás, de fijarnos en el Resultado final de una acción y evaluarla con carácter definitivo y permanente, elevándola a la categoría de ley en nuestro particular código. Cuán diferente de lo que predica el Zen: "Amar la acción por la acción, independientemente del resultado". ¿Cómo es posible que nuestra civilización occidental tenga tantos problemas para llevar a cabo esa sencilla máxima?

La focalización o polarización en posturas mentales rígidas produce problemas de desequilibrios de la personalidad más o menos patológicos. Nuestra psique se ha hecho excluyente, selectiva, o es una cosa o es otra, pero no pueden ser las dos. Se nos olvida, constantemente, la conjunción copulativa "y" a favor de la disyuntiva "o", ignorando que las energías más poderosas se producen con la unión de elementos, con la integración, con la fusión, y que además no se produce los "nocivos resultados" que se forman con la desintegración.

El saber de la Humanidad, transmitido a través de las diferentes filosofías, las culturas ancestrales que vuelven su mirada a la madre Tierra, los modernos movimientos de Nueva Conciencia, las nuevas tendencias en Psicología Humanista y Transpersonal, apuntan en esa misma dirección.

Desde la segunda mitad de nuestro siglo, la escuela junguiana empezó a identificar y valorar lo que su maestro Carl G. Jung llamó "la sombra" representada por todos los aspectos "negativos" que formaban parte de la personalidad del ser. En lugar de ignorarlos, excluirlos, taparlos (como se había hecho hasta entonces), lo que se pretendía era identificarlos, transmutarlos e integrarlos, transformándolos dentro del grado que ocupaban, aumentando la vibración hasta lograr la transformación positiva. No podemos olvidar que la tendencia de la Naturaleza es siempre en dirección a la actividad dominante del polo positivo.

La clave está, nuevamente, en producir la alquimia mental adecuada para aumentar las vibraciones de un determinado polo hasta acercarse al opuesto. Sabemos que no se puede transmutar una cosa en algo de diferente naturaleza, pero sí se puede actuar sobre los diferentes grados de lo mismo. El odio no podrá transformarse en frío, pero se podrá transmutar en amor en la propia mente por medio de la VOLUNTAD.

Así el ser humano vuelve a recuperar una herramienta valiosísima en su camino de evolución; la posibilidad de actuar sobre sus estados mentales, de aumentar la vibración de sus aspectos positivos y controlar su vida, su trayectoria y su futuro.

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