En las Eras más primitivas de la humanidad imperaba la ley del más fuerte. Era una época salvaje, violenta, en la que se ejercía el dominio por la imposición y por la determinación. La relación entre los pueblos y los individuos era precaria, de arriba hacia abajo, del más fuerte al más débil.
En esa etapa de la humanidad se imponía también un Dios fuerte, poderoso, guerrero, vencedor de los enemigos, destructor de los malos, vengador, protector sólo de Su pueblo elegido.
Era el Dios de los Ejércitos. En nombre de ese Dios de órdenes severas, los enemigos eran destruidos y pasados por las armas.
Todos le debían obediencia absoluta y los que no lo seguían eran abatidos.
En consecuencia, en la mente de las personas se formaba n Dios respetado y temido. El miedo al castigo hacía que todos se postrasen a sus pies.
Allí estaba el Dios que se hacía oír entre truenos y estremecimientos de la naturaleza.
Ya en el comienzo de la historia de la humanidad, Dios se manifestó castigador, expulsando a Adán y Eva del Paraíso e imponiéndoles sufrimientos y privaciones en su nueva caminata terrestre. Un poco más adelante, aparece la destrucción general a través del diluvio como castigo; aún se produce la historia del aniquilamiento de las ciudades de Sodoma y Gomorra; la esclavitud de Egipto, y así sucesivamente.
El Dios que es Padre
La segunda etapa de la Religión ocurrió con la venida de Jesucristo, que muestra a Dios como un Padre que castiga, pero que también perdona, ama y todo lo da.
Dijo Jesús: "Todo lo que pidiereis al Padre, en oración, creyendo, lo alcanzareis".
El Dios presentado por Jesús no es un Dios colérico y castigador, sino un Dios-amor.
"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todo tu entendimiento", enseñó el Maestro.
Y agregó: "Cuando orareis, decid: "Padre, santificado sea tu Nombre; que venta Tu Reino; el pan nuestro de cada día dánoslo hoy; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación".
En confidencia con sus discípulos, Jesús les dijo: "Y no os digo que rogaré al Padre por vosotros, porque el Padre mismo os ama".
Desde muchas generaciones, la religión enseña que Dios está en el Cielo, en la Tierra y en todas partes. Habla de la Santísima Trinidad. Acentúa la relación entre Dios -un tanto distante - y usted. Se refiere al Creador y a la Criatura, en una visión trascendente.
Ya no se trata más del Dios guerrero, vengativo, terrible, que habla a través del fuego y de los truenos, sino de un Dios que es padre, que es amor y que siempre atiende a Sus hijos. El castigo divino llega, no por venganza sino por justicia, intermediando las situaciones humanas con mucha misericordia y compasión.
Esta fue la evolución máxima en términos de religión ocurrida en la Era de Piscis.
El Dios Inmanente
En la Era de Aquarius entramos en la culminación más elevada en términos de relación entre Dios y el hombre, porque se trata del descubrimiento de que Dios está en el ser humano.
Esta presencia intrínseca hace que usted y el Padre, que habita en su interior, sean UNO.
El ser humano ya no busca más al Padre, sino que lo reconoce dentro de sí.
Este es un paso de la más alta sabiduría y evolución humana.
A medida que la persona se sumerge en su interior, más siente la presencia del Infinito.
La criatura humana reconoce que es de la especie divina, imagen y semejanza de Dios, y que, por encima de todo, es una unidad con Dios. Fue a partir de este conocimiento que el hombre de Aquarius entendió la grandeza y la veracidad de las enseñanzas del Maestro Jesús, cuando afirmaba que la criatura humana todo lo puede.
Ahora resulta simple aceptar que todos tienen poder ilimitado y son capaces de alcanzar cualquier objetivo en la vida, pues, si Dios está en el ser humano y el ser humano está en Dios, por consiguiente tiene el pode de Dios.
En Piscis, debido a la falta de mayor comprensión, se repetía la enseñanza de Jesús de que "todo lo que pidiereis al Padre en oración, creyendo que habéis de alcanzarlo, lo alcanzareis", pero generalmente se agregaba que no siempre se era atendido, pues dependía de la voluntad del Padre, o del merecimiento, o de la validez del pedido, o de la posibilidad de ser atendido, o de traer resultados benéficos al que pedía.
No obstante, Jesús nunca colocó ningún pero, ni ningún sin embargo, en su afirmación.
La Fuente del Poder
El hombre de Aquarius sabe que Dios, que habita en lo íntimo del hombre, siempre es la respuesta, por lo tanto el pedido y su atención son las dos caras inseparables de la misma realidad.
No existe pedido hecho con fe, o sea unívoco, que no tenga la respuesta acorde, pues ésta es la Ley por la que Dios se manifiesta.
Como existe esta interconexión absoluta entre el hombre y el Dios inmanente, la palabra del hombre es la palabra de Dios; el pedido del hombre es la respuesta de Dios; el deseo del hombre es la atención de Dios. En otras palabras, el poder de Dios es el poder del hombre.
A través de esta percepción, se concluye que la palabra es la propia manifestación divina en la criatura.
Tal como escribió el apóstol Juan en una de sus cartas: "Sabiendo que atiende nuestros pedidos, sabemos que recibiremos lo que pedimos".
Cuando más el ser humano esté en íntima conexión con el Padre, que habita su secreto, más perfecta y sabia será su acción mental y, por consiguiente, más plena, feliz, saludable y exitosa será su vida.
Cuando alguien no sólo reconoce sino que también vive la verdad de su unidad interna con el Padre, alcanzó su dimensión más alta.
Esta será la etapa humano-divina que el hombre alcanzará en esta Nueva Era de Aquarius.
Y redundará en la vivencia del estado interior de reino de los Cielos, como reveló el Maestro. Él decía que el reino de los cielos no está aquí o allá, pero sí dentro de cada uno.
En Aquarius, por ejemplo, se tiene la noción de que Dios no castiga a nadie, pero es el propio hombre quien recoge sus propios resultados, a través de la Ley de Causa y Efecto. Todo efecto tiene su causa mental y toda causa mental produce el efecto correspondiente. Por lo tanto, somos el resultado de nosotros mismos, y por ello responsables por nuestra vida.
Esta verdad trae como corolario otra, que no existe injusticia en este mundo de Dios, sino mal uso del Poder Interior.
Ya que no existe efecto sin causa, ¿cómo puede haber injusticia?
Si usted coloca la mano en el fuego, el hecho de quemarse no significa injusticia de Dios, que no tomó en cuenta las oraciones que usted reza diariamente.
Aquarius alcanzará la nítida comprensión de las Leyes que rigen la relación entre Dios y el hombre. Por esta razón los contenidos, mandamientos y determinaciones, preceptos y prejuicios de las religiones, serán llevados al máximo de la síntesis y de la simplicidad.
De esta manera, se hace fácil admitir que el reino de Dios está próximo.
Pasamos del terror de Dios al temor de Dios, y ahora, del temor de Dios al amor de Dios. Sin duda ésta es la plenitud.
L. Trevisan
Aquarius - La nueva Era llegó
* * ** *
NODOS LUNARES Y REENCARNACIÓN - ALEGORÍA
… Y fue por la mañana cuando Dios se encontró ante sus doce hijos y plantó la semilla de la vida humana en cada uno de ellos. Uno a uno, cada hijo se adelantó para recibir el don concedido.
- A ti Aries, te concedo mi semilla el primero, para que tengas el honor de plantarla. Que por cada semilla que plantes un millón más se multiplique en tu mano. No tendrás tiempo para ver crecer la semilla, pues cada cosa que plantes creará más que tendrá que ser plantado. Serás el primero en penetrar en el terreno de las mentes humanas con mi idea. Pero tu trabajo no consiste en alimentar la idea ni en cuestionarla. Tu vida es acción, y la única acción que yo te adscribo es la de empezar a hacer que los hombres cobre conciencia de mi creación. En compensación por tu buen trabajo, te concedo la virtud de la AUTOESTIMA.
Tranquilamente, Aries se retiró para volver a ocupar su lugar.
- A ti, Tauro, te concedo el poder de convertir la semilla en sustancia. Tu trabajo es grande y requiere paciencia, pues debes terminar todo aquello que haya sido empezado, para que las semillas no se pierdan en el viento. Ni te cuestionarás ni cambiaras de idea en medio de tu trabajo, ni dependerás de otros para hacer lo que te pido hacer. A cambio, te concedo el don de la FORTALEZA. Utilízala sabiamente.
Y Tauro retrocedió para volver a ocupar su lugar.
- A ti, Géminis, te entrego las cuestiones sin respuestas, para que puedas aportar a todos una comprensión de lo que el hombre ve a su alrededor. Nunca sabrás por qué los hombres hablan o escuchan, pero en tu búsqueda de las respuestas hallarás el don, que te concedo, del CONOCIMIENTO.
Y Géminis retrocedió para volver a ocupar su lugar.
- A ti, Cáncer, te adscribo la tarea de enseñarles a los hombres que es la emoción. La idea que tengo sobre ti es que les hagas reír y llorar, de modo que todos ellos vean y piensen que la plenitud se desarrolla desde el interior. A cambio te concedo el don de la FAMILIA, para que tu plenitud pueda multiplicarse.
Y Cáncer retrocedió para volver a ocupar su lugar.
- A ti, Leo, te encargo la tarea de desplegar mi creación, en toda su brillantez, ante el mundo. Pero debes llevar cuidado con el orgullo y recordar siempre que se trata de mi creación, y no de la tuya. Porque si olvidas eso, los hombres se burlarán de ti. Hay mucha alegría en el trabajo que te encargo si sabes hacerlo bien. A cambio te concedo el don del HONOR.
Y Leo retrocedió para volver a ocupar su lugar.
- A ti, Virgo, te pido que examines todo aquello que ha hecho el hombre con mi creación. Tienes que escudriñar agudamente sus formas y recordarle sus errores, de tal modo que, a través de ti, se pueda perfeccionar mi creación. A cambio de ello te concedo el don de la PUREZA DE PENSAMIENTO
Y Virgo retrocedió para volver a ocupar su lugar.
- A ti, Libra, te encargo la misión del servicio, para que el hombre sea consciente de sus deberes para con otros. Para que sepa lo que es la cooperación así como la habilidad para reflejar el otro lado de tus acciones. Te situaré allí donde haya desacuerdo y recompensaré tus esfuerzos con el don del AMOR.
Y Libra retrocedió para volver a ocupar su lugar.
- A ti, Escorpio, te encargo una tarea muy difícil. Tendrás la habilidad para conocer las mentes de los hombres, pero no te permito hablar sobre aquellos que hayas aprendido. En muchas ocasiones sentirás dolor por lo que ves, y en tu dolor de alejarás de mí, y olvidaras que no soy yo, sino la perversión de mi idea lo que está causando tu dolor. verás tanto del hombre que llegarás a conocerlo como un animal, y lucharás tanto con sus instintos animales existentes en ti mismo, que perderás tu camino; pero cuando finalmente regreses a mi, Escorpio, te concederé el don supremo de la FIRMEZA.
Y Escorpio retrocedió para volver a ocupar su lugar.
- Sagitario, te pido que hagas reír a los hombres, porque como consecuencia de su mala interpretación de mi idea, se sentirán amargados. Gracias a la risa darás esperanza al hombre, y gracias a la esperanza ellos volverán sus ojos hacia mí. Tocarás muchas vidas, aunque sólo sea por breves instantes, y conocerás la inquietud en cada una de las vidas que toques. A ti, Sagitario, te concedo el don de la ABUNDANCIA INFINITA, para que puedas extenderla con la suficiente amplitud como para alcanzar cada rincón de oscuridad llevando la luz a él.
Y Sagitario retrocedió para volver a ocupar su lugar.
- A ti, Capricornio, te pido la herramienta de tu frente, para que puedas enseñar a los hombres a trabajar. Tu tarea no es fácil, pues tendrás la sensación de que todos los trabajos de los hombres descansan sobre tus hombros; pero a cambio del yugo de tus cargas, pongo en tus manos la RESPONSABILIDAD del hombre.
Y Capricornio retrocedió para volver a ocupar su lugar.
- A ti, Acuario, te entrego el concepto del futuro, para que el hombre pueda ver otras posibilidades. Tendrás que sufrir el dolor de la soledad, pues no te permito que personalices mi amor. Pero a cambio de abrir los ojos de los hombres a nuevas posibilidades, te entrego el don de la LIBERTAD, para que con ella puedas seguir sirviendo a la humanidad cada vez que ésta lo necesite así.
Y Acuario retrocedió para volver a ocupar su lugar.
- A ti, Piscis, te encargo la tarea más difícil de todas. Te pido que recojas todas las penas de los hombres y me las devuelvas a mi. Tus lágrimas serán, en último término, mis propias lágrimas. La pena que absorberás será el efecto de la mala interpretación que pueda hacer el hombre de mi idea, pero tú le ofrecerás la compasión suficiente como para que él vuelva a intentarlo. A cambio de ésta, la tarea más difícil de todas, te concedo también el mayor don de todos. Serás el único de entre mis doce hijos en comprenderme. Pero este don de la COMPRENSIÓN sólo es par ti, Piscis, porque cuando intentes comunicarlo al hombre, éste no te escuchará.
Y Piscis retrocedió para volver a ocupar su lugar.
Después, Dios dijo:
- Cada uno de vosotros participáis de una parte de mi idea. No debéis confundir esa parte con la totalidad de mi idea, ni tampoco debéis desear intercambiar partes entre vosotros. Porque cada uno de vosotros es perfecto, pero eso es algo que no sabréis hasta que los doce seáis uno solo. Porque sólo entonces se os revelará la totalidad de mi idea a cada uno de vosotros.
Y los hijos se marcharon, cada uno decidido a hacer su trabajo lo mejor posible para poder recibir así su don. Pero ninguno de ellos comprendió por completo ni la tarea a realizar ni el don a recibir, y cuando, extrañados, regresaron, Dios dijo:
- Cada uno de vosotros creéis que los dones de los demás son mejores. En consecuencia, os permitiré cambiar.
Y, por el momento, cada hijo se regocijó al considerar todas las posibilidades de su nueva misión. Pero Dios sonrió y dijo:
- Regresaréis a mí muchas veces, pidiéndome que os alivie de vuestra misión y en cada ocasión os garantizaré el cumplimiento de vuestro deseo. Pasareis por incontables encarnaciones antes de completar la misión original que os he prescrito. Os concedo un tiempo incontable para hacerlo, pero sólo cuando esté hecha podréis estar conmigo.
* * * * *
LA RENUNCIA
Por una de las escondidas veredas que jalonan el Ganges, aguas arriba de la ciudad sagrada de Rishikesh, dos hombres caminan placidamente. El uno es joven, fuerte, de rasgos atractivos y maneras refinadas. El otro, por el contrario, escuálido y encorvado, renguea con el peso de los años. Ambos cubres sus cuerpos con sendos "dothis",la típica vestimenta de los pobres de la India, consistente en dos simples piezas de algodón ceñidas alrededor de la cintura y de los hombres, respectivamente. Los dos van descalzos y charlan animadamente.
Acaban de conocerse y el más viejo no esconde su sorpresa por el aspecto de su acompañante, tan impropio de un "sadhu", o renunciante. El joven le confiesa que es un príncipe heredero, hijo del más poderoso Maharajá del país, que ha decidido renunciar a su fortuna, a sus títulos y honores, por ver de lograr la iluminación espiritual.
- "¡Para ti la renuncia no es más que un juego!", le reprocha ácidamente su compañero. "El día que te canses volverás a los brazos de tu padre como un hijo pródigo y todo quedará en la aventura de juventud".
- "¡Oh, no, en modo alguno!", replica con vehemencia el joven. "Ha sido una decisión muy meditada y en mi corazón no quedan padres, ni palacios a los que volver. Mi pasado no existe. Soy un renunciante, igual que tú".
- "Es muy fácil decir eso, pero si te pones enfermo o pasas hambre, tu padre te socorrerá. En realidad, no has renunciado a nada. Sólo has cambiado tu vestimenta".
- "No puedo hacer desaparecer a mi familia y su fortuna, pero te repito que, en el fondeo de mi corazón, he renunciado irrevocablemente a todo ello".
En este punto, el sadhu rengueante detiene súbitamente su marcha al darse cuenta de que no lleva su vasija de latón, el imprescindible recipiente de todo caminante usa en la India para comer, beber, lavarse y transportar pequeños objetos.
- "He de volver inmediatamente a la aldea donde pasé la noche. He olvidado mi vasija de latón".
Asombrado por el rictus de contrariedad e ira contenida que mostraba su semblante, el joven príncipe le dijo:
- "¡Y tú eres el que me recriminas, cuando yo he sido capaz de renunciar a tanto y tú ni siquiera eres capaz de renunciar a una vasija de latón!".
Y es que la auténtica renuncia no está en la pobreza, sino en el desapego. Algo difícil de entender para el común de los mortales, que tienden a considerar el desapego como una especie de desafecto, una manera de eludir compromisos y responsabilidades, de no involucrarse emocionalmente en las relaciones. Para muchos es tenido como un defecto, antes que una virtud, cuando se trata de un logro mayúsculo en la senda del crecimiento espiritual.
A efectos de renuncia no cuenta lo que uno tiene, sino el apego que le une a ello. Un hombre rico, desapegado de sus bienes, puede utilizar estos como un instrumento para hacer el bien, crear puestos de trabajo, construir escuelas y hospitales, sin necesidad de una huida vergonzante de las propias responsabilidades.
Por el contrario, es muy fácil renunciar a lo que no se tiene. Hay muchos que presumen de renunciantes cuando no son más que desposeídos, gentes sin fortuna que enmascaran su indigencia tras la retórica hueca de haber renunciado a todo. No se puede ni se debe renunciar al esfuerzo, a la energía creativa, generadora de vida, básica para el crecimiento y el desarrollo de las personas y de las cosas. Otra cuestión es utilizar el propio esfuerzo de manera egoísta para acumular riqueza y poder. La renuncia debe ser al talante egoísta, al afán de posesión, no al esfuerzo orientado al bien común.
El apego, cualquier tipo de apego, lleva en su entraña el dolor, como una semilla el fruto. La raíz de todo apego es el miedo, la inseguridad, la ignorancia, que impulsan a aferrarse ciegamente a las cosas buscando una falsa seguridad. ¿De qué sirve aferrarse a un objeto que cae? El apego es la forma de querer del débil, mientras el desapego es el privilegio del sabio que conoce la naturaleza evanescente de todas las cosas y no pone su corazón en ellas.
En la vida no se puede tener todo. Hay que optar. Cada opción implica una renuncia, aunque no puede haber auténtica renuncia si no hay desapego en el corazón. Sólo quien es capaz de poner distancia en sus afectos puede vivir cada momento como si fuera el último. De la misma manera que una gota de rocío permanece sobre la parafina de una hoja sin mojarla, el sabio puede amar sin pasión, renunciando a poseer el objeto amado.
En la tradición hindú, el estado de renuncia está considerado como el más alto en la escala de la evolución humana. Los renunciantes son respetados y reverenciados por encima de sacerdotes, presidentes o generales. Los "sañanes" o "sañasins" se sumergen tres veces en el agua para simbolizar su renuncia a los tres anhelos básicos del hombre: la mujer, la prole y los bienes, y se rapan la cabeza para hacer dejación incluso, de la propia apariencia. Pero no se limitan a tomar votos de castidad y pobreza, como a muchos les pudiera parecer, sino que su renuncia va más lejos: renuncian al deseo.
Naturalmente, en muchos casos se trata de una renuncia voluntarista, como la de algunos monjes, que sólo sirve para colocar al alocado idealista en la difícil posición de tener que mantener una falsa apariencia de por vida, lo cual es muy provechoso espiritualmente. Pero la grandeza de aquellos pocos, cuya discriminación y desapasionamiento les llevan, en el ocaso de la vida, a darle la espalda todas las vanidades para sumergirse en la contemplación del Ser, es inenarrable. No hay criatura más poderosa sobre la faz de la Tierra que quien ha renunciado a sus deseos. Renunciar al deseo equivale a aniquilar de un solo tajo certero a los tres enemigos del hombre: el demonio, el mundo y la carne. Ya decía Ghandi que es muy difícil doblegar a un hombre que tiene los pies descalzos.
F. López Seivane
* * * * *
MEDITACIÓN 25 - A
Duración: 2 Semanas.
Leer cada afirmación por lo menos una vez por día.
Te daré esta vez distintas evocaciones y decretos.
1) FUEGO VIOLETA (Para sellar los chacras)
Corazón
¡Fuego Violeta, divino amor,
Arde dentro de este mi corazón!
Sois clemencia verdadera siempre,
Mantenme siempre contigo en comunión.
Cabeza
YO SOY luz, tú Cristo en mí,
Libera mi mente para siempre;
Fuego violeta, brilla por siempre
En lo profundo de mi mente.
Dios que me das el pan cada día
De fuego violeta mi cabeza llena,
Hasta que Tu celestial resplandor,
De mi mente haga mente de luz.
Mano
YO SOY la mano de Dios en acción,
Logrando victorias todos los días;
La satisfacción más grande de mi alma pura
Es caminar por la Vía Media.
2) TUBO DE LUZ (Para sellar los chackras)
Amada, resplandeciente Presencia YO SOY,
Sella a mi rededor Tu tubo de luz
De la llama de Maestros Ascendidos,
Ahora invocad en el mismo nombre de Dios.
Deja que mantenga mi templo liberado
De toda discordia de mi enviada.
YO SOY el que invoca fuego violeta
Para que inflame y transmute todo deseo,
Siguiendo en nombre de la libertad,
Hasta que YO SEA uno con la llama violeta.
3) PERDÓN (Llama Violeta)
YO SOY el perdón, aquí actuando,
Toda duda y temor expeliendo,
Los hombres para siempre liberando
Con alas de victoria cósmica.
YO SOY el que invoca con pleno poder
El perdón a toda hora;
A toda vida en todo lugar
Yo inundo con la gracia del perdón.
4) PROVISIÓN
YO SOY libre de temor y duda,
Rechazando toda pobreza y miseria,
Sabiendo ahora que toda buena provisión,
Del renio del cielo siempre viene.
YO SOY la mano de la fortuna del mismo Dios,
Despidiendo tesoros de luz.
Ahora, plena abundancia recibiendo
Para proveer todo menester de la vida.
5) PERFECCIÓN
YO SOY vida de dirección Divina
Enciende en mí Tu luz de la verdad.
Concentra aquí toda la perfección Divina
De toda discordia libérame.
Ponme y mantenme siempre anclado,
En la justicia de Tu Plan.
YO SOY la Presencia de la Perfección,
Viviendo la vida de Dios en el hombre.
6) RESURRECCIÓN
YO SOY la llama de la resurrección,
Destellando la luz pura de Dios en mí.
Ahora YO SOY el que eleva a cada átomo,
De toda tiniebla libre YO SOY.
YO SOY la luz plena de la Presencia de Dios
YO SOY el que vive siempre libre;
Ahora la llama de la vida eterna,
Se eleva hacia la victoria.
7) HIMNO AL SOL (por Helios)
Oh Poderosa Presencia de Dios, YO SOY dentro y detrás del Sol: acojo vuestra Luz - que inunda toda la Tierra - en mi vida, en mi mente, en mi espíritu, en mi alma
¡Irradia y haz resplandecer Vuestra Luz!
¡Rompe las cadenas de la oscuridad y la superstición!
¡Cárgame con la gran claridad de Vuestra radiación de fuego blanco!
¡YO SOY vuestro niño, y cada día seré algo más de Vuestra manifestación!
* * * * *
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