Muchas personas viven atemorizadas por la idea de la muerte, pues, aunque las religiones enseñan que el alma es inmortal y eterna, cuando se acercan los últimos momentos o ven que esto les pasa a otros, se apodera de ellos el temor y la desesperación, lloran, claman, se deprimen, se visten de luto, etc. El hombre materialista no cree en el "Más Allá" y piensa que todo se acaba al morir. De ahílas palabras: "Pérdida irreparable", "quedó segado por la guadaña de la muerte", "todo acabó para él", "ha dejado de existir", etc., pensamientos que derivan del pesimismo y de escépticas ideas.
Lo cierto es que no hay tal cosa como "muerte", pues se trata de un cambio hacia otra dimensión. Aunque el cuerpo perezca, la vida siempre continúa en otros planos superiores de existencia. En todo el Universo, sólo hay vida en sus múltiples manifestaciones.
El acto de morir puede compararse a la acción de quitarse la ropa o desvestirse: Vamos abandonando envolturas o cuerpos. Lo mismo que el hombre no muere por quitarse una prenda o un traje, tampoco muere por dejar el cuerpo material en el Plano Físico, porque, como dicen las Escrituras: "él está hecho de polvo y en polvo se ha de convertir". El tal polvo son los elementos químicos y células, incorporados a la forma física por medio de la comida, el agua y el aire. Todo esto es materia de este Plano y aquí se ha de quedar. Nadie se lo lleva al "morir".
La ignorancia crea el temor, pues las escuelas y universidades de la Tierra no enseñan nada acerca de este asunto y la Ciencia materialista, por no creer más que en lo que se puede ver y tocar, no da ninguna luz sobre esta situación. Las vagas y distorsionadas ideas de las religiones sobre "la otra vida", tampoco dan mucho consuelo ni aclaran las cosas. Por consiguiente, el hombre promedio se aferra a lo material y piensa que eso es todo cuanto tiene. Se resigna a lo irreparable de "morir" y se aterroriza cuando le llega la hora.
Hay que afrontar esta situación con conocimiento y no con desesperación, angustia y apegos, que perturban el alma. El Budismo y otras religiones del mundo oriental (Asia), han familiarizado a los fieles con las ideas de la muerte, explican esta situación y dan conocimientos sobre los Planos de existencia. Para el hombre occidental, debido al adelanto tecnológico y a su racionalista forma de pensar, es muy difícil comprender y aceptar tales conceptos. No obstante, los "Tiempos Nuevos" que están próximos, exigen una elevación de conciencia a todos los niveles y en todos los países o latitudes. El cambio se hace evidente: los asiáticos han de volverse más prácticos y los occidentales, más espirituales. Por tal razón, el esoterismo invade hoy el mundo y no hay quien detenga la expansión del conocimiento, pues la Verdad se abre paso por sí sola. Las escuelas herméticas del pasado, con tanto misterio secreto de cosas ocultas y complicaciones filosóficas, están dando paso a una forma sencilla de expresión.
Ya, esos conocimientos no son para unos pocos privilegiados interesados por las llamadas "Ciencias Ocultas", sino que se regalan a todos y se expanden libremente, como semillas lanzadas al viento. Por tal razón, ya llegó la hora y nosotros vamos a explicar esa interesante situación que llaman "muerte". Queda por delante, una labor muy importante por realizar y es la de quitar el temor a la muerte, dar paz, consuelo y fortaleza sobre este inevitable tránsito hacia otra dimensión.
Pasar de plano
Para los metafísicos, no es muy armoniosa la palabra "muerte" y preferimos llamar, a este proceso, pasar de plano. Como sabemos que nada muere, (ni siquiera el cuerpo que, al desintegrarse, se convierte en esencial elemental de la que fue formado), miramos las cosas de otra manera, con más amplia comprensión.
La muerte consiste, simplemente en pasar de un plano de existencia a otro. Se abandona el mundo físico, con todo lo que a él pertenece, se va al Plano Astral o nivel inmediatamente superior. El cuerpo queda en la tierra; pero así como al quitarnos la ropa hemos de ponernos otra, igualmente, no podemos pasar "desnudos", o sin cuerpo, a la Cuarta Dimensión por lo cual quedamos en otro más sutil que se llama Cuerpo Etérico o Doble Etérico, debido a que reproduce, fiel y exactamente, la forma física a la que estamos tan acostumbrados. Después de unas horas de permanecer en Cuerpo Etérico, éste también se abandona para utilizar el Cuerpo Astral con el cual se pasa al Plano Astral correspondiente. El Cuerpo Etérico queda en el Plano Físico para desintegrarse juntamente con el material denso, pues a esa dimensión pertenece. Esta es la razón de la niebla blanquecina, calificada como "espectro" o "fantasma", que flota de noche sobre algunas tumbas.
Como la persona que ha muerte se ve a sí misma con manos y pies, vestido igual, se mira, tiene conciencia, piensa y puede hablar, no comprende nada de lo que está pasando y cree que no ha muerto. Poco a poco, va entendiendo su nueva situación, pues habla a otros y no lo escuchan. Se da cuenta de que no puede comunicarse con ellos y hasta advierte que pasan a través de su cuerpo, sin que esto lo golpee o provoque choque alguno, pues se trata de un cuerpo de materia más sutil e impenetrable. La duda y la confusión invaden su ánimo.
Después de desencarnar, hay un proceso. Sigue una etapa de sueño o descanso. Luego, la persona despierta en uno de los siete subplanos que están en el Astral, donde es atraída por Ley de Vibración y Ley de Correspondencia. Allí, permanece por un tiempo transitorio en etapa de purificación y transmutación. Después, ha de regresar, de nuevo, a la Tierra para reencarnar o nacer, y así proseguir su evolución, trayendo consigo parte del Karma que le corresponde y le es permitido liquidad.
El paso del plano Físico al Astral sucede sin dolor. El desencarnado se encuentra en un estado de inefable bienestar y felicidad (cuando se trata de una persona de evolución normal y regularmente correcta). Si padecía de alguna enfermedad, siente que el sufrimiento ha desaparecido por completo y se desvanece lo mismo que las preocupaciones que lo atormentaban. Hay gran libertad de movimientos y una condición de sutileza o ingravidez que lo hace sentirse muy bien.
Por el hecho de pasar de plano, no se ha vuelto la persona mejor, con algún atributo de santidad, más inteligente, más sabia, sino que continúa igual a como era. Tampoco, se encuentra con un mundo nuevo o distinto, lleno de cosas sorprendentes e Inexpresables, pues todo tránsito hacia otra dimensión sucede siempre en forma gradual. Por lo tanto, Edmundo que lo rodea es igual al que en la Tierra dejó, ya que los primeros subplanos del Astral son una copia exacta del Plano Terreno, con sus casas, calles, personas, edificios, muebles, objetos, etc. Sobre esto, hemos de aclarar lo siguiente: Todo cuanto tiene manifestación en la Tierra se expresa también en el Plano Astral por medio de una contraparte que es exactamente idéntica; pero hecha de materia más liviana, sutil e invisible para los ojos físicos y por lo tanto no percibida.
Al examinar de cerca las cosas del mundo astral, se dan cuenta de que las partículas que forman los objetos están en continuo movimiento y son claramente visibles. Sienten una gran tranquilidad. Se ven libres de la necesidad imperiosa de comer, beber, dormir. Pueden hacer lo que les guste y emplear el tiempo en aquello que más les agrade, pues tampoco hay dinero ni nadie tiene obligación de trabajar para ganarse la vida. Es fácil estudiar, practicar algún arte o ciencia, investigar y hay miles de campos donde actuar; pero no se hacen negocios ni allí se ocupa el tiempo en charlas frívolas, goces materiales o superficialidades inútiles. En general, las condiciones son mucho mejores que en la Tierra para los que no van a ese especie de "Infierno" que es el Subplano Nor. 1 más bajo del Astral, el cual está separado de los otros seis Subplanos restantes, y tiene unas experiencias muy terribles.
En el Plano Astral, hay también ocasión de progresar, si uno lo intenta y se lo propone. También, se permite allí la liberación de una parte del Karma personal para luego volver al mundo físico más aliviados. Cuando se trata de un plano de redención y purificación, que es una continuación de éste en el que vivimos, también están mezclados el bien y el mal, lo bello y lo desagradable o terrible e, igualmente, hay muchos peligros que amenazan.
Este Plano acoge a los desencarnados durante encarnaciones hasta que luego vuelven a nacer. Si un desencarnado es de superior evolución, pasará rápidamente por los siete subplanos del Astral y entrará al Plano Mental, que es superior, con unas condiciones de vida y progreso más altas en todo sentido, por lo cual es llamado "Mundo Celeste".
Unos pocos seres humanos ascienden a los Planos de Luz, donde están los Maestros de la Hermandad Blanca; pero la Ascensión, que no es especial privilegio de nadie, todos la hemos de alcanzar algún día. No resulta fácil y requiere gran evolución espiritual. Después de Ascender, ya no se encarna más en el Plano Físico.
Vemos, por lo tanto, que la muerte no es el gran final, sino el comienzo de una vida mejor con mayores oportunidades y metas, además de una continuación, pues la Conciencia no muere jamás, el Ser ni la Inteligencia. Nadie debe entristecerse, lamentarse por esto y menos, mirar la muerte con temor. Sería más lógico bailar y cantar que llorar y suspirar, pues los que marchan, si son personas correctas, van a ser más felices que los que aquí quedan.
Podemos comparar la "muerte" con la realización de un viaje interesante a un país lejano, lo cual nonos va a permitir, por ahora, el regresar, sino hasta muchos años después. El hecho de viajar no constituye aniquilamiento alguno ni uno desaparece definitivamente, se desintegra, se vuelve polvo y nada. Al contrario, pasados los años, el viajero retornará con mayores experiencias, habiendo ganado mucho en madurez y conocimiento, comprensión y visión.
Todo cuando existe está en Orden Divino y no hay por qué inquietarse. La Mano de Dios cuida de los seres vivientes, sus hijos, y a nadie le faltará jamás esta Divina Providencia.
Generalmente, los seres humanos van al mundo Astral después de pasar de plano y allí continúan viviendo cierto tiempo hasta que les toca regresar de nuevo (reencarnar), en otra vida. La existencia en el Astral, entre encarnaciones, suele ser de duración más corta que la vida física (aproximadamente, unos cincuenta años). Allí tienen lugar el reajuste, la purificación y el descanso que el alma necesita para luego poder continuar.
Hay dos Niveles en el Astral
Muchos desprecian y rechazan y desprecian el Plano Astral por considerarlo inferior y sin luz; pero hemos de tener en cuenta que en el Astral, hay dos niveles: el Astral Inferior o Bajo y Astral Superior o Alto. El Bajo Astral sí es un mundo oscuro y sin luz; pero no el Astral Superior, donde se encuentran muchos científicos, religiosos y personas de cierto adelanto interno.
De todas formas, por el hecho de pasar de Plano, las condiciones mejoran bastante, en general. Allí, nadie come ni duerme. No hay que trabajar para ganarse la vida y cada uno es dueño de ocupar su tiempo como más le plazca en estudios, aprendizaje práctico o servicio para beneficios de otros.
El Bajo Astral es un mundo repulsivo, poblado por serse atrasados. En su atmósfera, se mueven entidades repugnantes, muchas veces vistas por los borrachos en estado de "delirium tremens", cuando el alcoholismo se ha agudizado. Del Bajo Astral, provienen esas criaturas malévolas que intentan posesionar a ciertas personas y causar daño en el Plano Físico. Como son viciosos, holgazanes y burlones se divierten cuando logran perturbar, engañar y confundir. La Iglesia llama a esos seres "Diablo", "demonios" y el Espiritismo los llama "Detractores", porque confunden y atormentan, cuando las condiciones se lo permiten.
En el Astral Superior, no se conocen la enfermedad, el dolor ni el cansancio físico, pues el Cuerpo Astral, en el cual se vive, tiene condiciones superiores y sentidos más altos. No hay hospitales, negocios o actividades comerciales ni tampoco hay vehículos automotores que ocasiones un tránsito difícil. Para trasladarse de un lugar a otro, no se precisa caminar, o poner un pie delante de otro, pues ellos se deslizan, por así decirlo, al ras del suelo de manera parecida a como nosotros bailamos el vals o nos movemos sobre patines en suelo amplio.
El paisaje y el lugar, donde se encuentran después de pasar de Plano, es muy parecido al de la Tierra, hasta puede ser reconocido como familiar. La Ley del Mentalismo actúa muy bien allí, pues basta pensar en una cosa para que ella se manifieste de inmediato. Es el mundo de la imaginación y de la voluntad. Nadie puede, allí, morir ni se nace, en este Plano, como un bebé. Sencillamente, se pasa con la edad que cada uno tiene; pero esa edad desaparece, manifestando juventud, si uno hace conciencia y cree que la edad no existe.
El Cuerpo Astral es de naturaleza muy fluida; por lo tanto puede pasar a través de las paredes y de los objetos. No se necesitan puertas para entrar o salir. El aprendizaje más común que han de tener aquellas personas que "mueren" es la llamada "Prueba del Muro", porque han de convencerse por sí mismos de que es posible pasar a través de él, pero les cuesta, porque el miedo los paraliza y retarda el aprendizaje.
El lenguaje de la telepatía (hablar sin palabras de mente a mente), es común; pero también están las barreras del idioma y siguen habiendo grupos, separaciones. Todos son más felices que en la Tierra en el Astral Superior. Están alegres, contentos, libres de todas las necesidades apremiantes que impone la vida física del mundo que dejaron. No hay dolor corporal, pues el Cuerpo Astral, ni aunque le clavaran un cuchillo, podría ser herido ni "matado". El progreso no es retardado por el ansia de dinero o el deseo de posesiones materiales.
La materia obedece, maravillosamente, al poder de la voluntad. Los pensamientos se conocen por el color del Aura y nadie puede mentir. Hay jerarquías de mando y autoridad, pues, "como es Abajo, también es Arriba". Realizan labores de ayuda y servicio según su adelanto y capacidad; pero han de pedir permiso y que les sea concedido. Un trabajo interesante, y de gran utilidad consiste en ayudar a las personas que pasan de plano para que se den cuenta de que han muerto y lo acepten. Entonces, les dicen: ¡Vea! ¡Su reloj está parado! Además, mire aquel cuerpo que está allí: ¡Es el suyo!.
Los que han pasado de plano se dan cuenta de lo que les sucede a los vivos y lo saben; aunque nosotros no podamos percibirlos a ellos. La comunicación se da de lo superior a lo inferior; pero no a la inversa. La Tierra o el Plano Físico, es el más denso de esos niveles; por consiguiente, el más inferior también. Luego siguen en evolución más alta, los Planos Astral, Mental y Espiritual, formando siete en total con los cuatro Planos del Reino Espiritual.
Para pasar a los distintos planos, ya durante la noche o después de "morir" el hombre dispone de varios cuerpos o vehículos, constituidos de materia más sutil y que, por lo tanto, son invisibles a los ojos de carne. Ellos ínter penetran al Cuerpo Físico y pueden ser utilizados para "viajar" o salir de él. Los tres más conocidos son: El Etérico, el Cuerpo Astral o Emocional y el Cuerpo Mental. Después de pasar de Plano o "morir", estos cuerpos son abandonados en el plano correspondiente, para entrar en el inmediato superior, la Conciencia, que es la Entidad Eterna. Cada uno de los cuerpos, o vehículos, ha de "morir" y la materia se queda en el Plano al que pertenece; pero los cuerpos son construidos de nuevo al volver a encarnar, y entonces es como si a una persona se le regalan vestidos nuevos que usará por primera vez.
ENCONTRÁNDONOS EN LA IDENTIDAD DE DIOS
Amigos míos, a menos que encontremos a Dios, habremos perdido la oportunidad mayor de nuestras vidas. Dios no puede ser intelectualizado. ¿Comprendéis esto? Quiero decir que no podéis sentaros y poneros a teorizar sobre lo que Dios es. No podemos intelectualizar a Dios. Y esta es una de las cosas a las que más se aferra la gente. Mucha gente desea intelectualizar a Dios. ¡Desean tratar de definirlo!
Bien, pues la palabra que mejor podría definir a Dios es la de que él es un Espíritu. Tal como Jesús dijo antes que yo: "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren".
Me gusta pensar que Dios es un Espíritu, como un gran océano. Y también me gusta pensar que todos nosotros somos como gotas de agua en un inmenso mar de Luz.
Recitando los grandes misterios del Universo, el cronista hindú solía decir: "Dios es el océano…", era su símil favorito y solía sostener una brillante gota de agua sobre la yema de su dedo mientras continuaba diciendo: "Y esta gota es el alma. Es una parte del océano de Dios. Sólo le falta la cantidad de Dios, pero nada de su cualidad".
Hundid vuestro dedo en el océano cuando vayáis a la playa. A continuación ponedlo a la luz del sol. Veréis una simple gota de agua brillando como una joya. ¿Sabéis que todos los elementos que contiene el océano se encuentran en esa gota de agua?
Así, pues, vosotros tenéis todas las cualidades brillantes de Dios, del Creador de un alma viviente que tiene el potencial real, el potencial realizable del Espíritu. Desde el punto de vista cualitativo, podéis llegar a ser Dios. Pero cuantitativamente siempre seréis el todo dentro de Todo. Y este ser monádico está hecho a imagen y semejanza real de Cristo, en cuyo nombre también la mónada ha sido sacrificada desde el principio del mundo.
Y esto significa que tenéis en vuestro interior una hermosa chispa reluciente del Hijo de Dios, de la conciencia Crística de la Realidad. Está ahí frente a vosotros. ¡Sois vosotros! Sois una tota en el infinito océano de Dios.
Entonces, nuestros pensamientos fluyen en este antiguo mantra budista OM MANI PADME HUM: "Oh, joya en el corazón del loto". Y nos damos cuenta de que, a los ojos de Dios, cada uno de nosotros es una joya de luz.
La gente suele pensar que ella es pátina. Así, tenemos aquí una imagen del Hijo de Dios brillante y dorada, un bebé en miniatura nacido en el pesebre de la identidad divina. Con el paso de los años, la imagen real se pone empañada y sucia, escasamente reconocible. Y nos identificamos con la pátina que se ha formado sobre la imagen, y aunque parezca que se hace más hermosa con la edad (como el óxido verde que se forma sobre el cobre), aún así, no es la imagen real. Nos identificamos con eso, aunque no tengamos nada que ver con ello.
No tenemos nada que ver con lo que parece ser, pero sí con lo que es. Y ahora tenemos que aprender a amar la Realidad, más incluso de lo que amamos nuestro apego a nuestro sentido de lo que es hermoso. Y, en verdad, es cuestión de volver a aprender el abecedario del discernimiento espiritual, ya que nuestras preferencias sensuales condicionadas reinclinan todavía hacia la pátina.
De esta manera comenzamos a darnos cuenta de que es la forma en que enfocamos los ojos de la conciencia sobre nosotros y nuestra identidad (o lo que creemos que es) la que nos extravía. Cuando miramos la pátina en vez de mirar la imagen dorada, la vibrante imagen que está dentro, somos los perdedores, ya que, a su debido tiempo, a través del gradual y sutil proceso de asociación, podemos identificarnos tanto con la popularidad y con el aura de la pátina que, durante muchas reencarnaciones, perdemos contacto con nuestra Realidad.
Nuestros psicólogos hablan sobre el id, el "idiota". Cuando hablan del "id" se están refiriendo al ímpetu de deseo sin diferencia que puede impulsar a la creación sin control de la conciencia o el freno de una valoración correcta del bien y del mal. Acciones sin sentidos propiciadas por el "id" tienen relación con la canalización grosera de la libido hacia acciones sádicas o masoquistas que dañan la vida. Así, pues, en este sentido, podemos considerar al "id" como el idiota, ya que es el "ser primitivo", sin mente, sin la Mente Crística.
Bueno, no vamos a hablar más del idiota, vamos a hablar del ego.
Para algunas personas es difícil darse cuenta de que todos tenemos una identidad. Ahora, me oísteis decir que todos tenemos una Identidad; ¿os sorprende? Si es así, es que necesitáis volver a familiarizaros con la Ley del Uno, la cual conocías cuando servías a la Luz allá en la Atlántida hace cincuenta mil años.
Sois hijos del Uno y Dios es ese Uno. En su unicidad, Él nos creo a todos como una parte de sí mismo. Dicho en forma sencilla: todos nosotros somos células del Cuerpo Universal de Dios, y en Él vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser. En Él tenemos nuestra Identidad. Fuera de Él no tenemos nada.
Y esa Identidad de Dios es una, la misma para todos nosotros; pero todos somos expresiones diferentes de ese Uno, y, por medio de nuestra expresión individual, nosotros definimos su Unicidad, al tiempo que Él define la nuestra.
Ahora, cuando se interpreta la Ley del Uno como algo exclusivo de unos pocos en lugar de hacerlo como la Luz omniabarcante, es cuando entráis en la conciencia de "los de dentro", y "los de fuera", tal como sucede en Boston, donde encontramos a las viejas familias aristocráticas, como los Lowel y los Cabot. Se dice que los Lowell sólo hablan con los Cabot, y los Cabot sólo hablan con Dios.
Todos hemos nacido de la misma manera, y, cuando se va al fondo de la cuestión (la carne), a todos nos entierran en el mismo agujero, en la Madre Tierra.
¿Por qué identificarnos con la carne? La carne no es nada más que la vasija de barro que contiene durante un período de tiempo, los fuegos del alma inmortal. Y el alma inmortal es la que nos da inteligencia y sentimientos sobre Dios y sobre el Universo.
* * * * *
MEDITACIÓN 9 - A
Duración: 2 Semanas. Leer por día por lo menos una vez cada afirmación
1) YO SOY EL CONSUELO DE LOS QUE LLORAN
Pero no de los que lloran por la pérdida de una ilusión mental o por un fracaso de negocios; sino por aquellos que lloran por la injusticia, por la mentira, por el fraude, por las guerras entre hermanos, por la ignorancia de la humanidad que no quiere comprender que es ella una sola familia de un solo Padre.
2) YO SOY LA MISERICORDIA EN TODO CORAZÓN
Esta afirmación nos torna misericordiosos, tolerantes y apacibles, con nuestros semejantes y en todas las circunstancias y así seremos como el Infinito, Omnipotentes, buenos y en nosotros no tendrá más cabida el mal, el fracaso y la pobreza.
3) YO SOY LA PAZ EN LOS CORAZONES DE LOS PACIFICADORES
Afirmar una cosa es aseverar positivamente que esa cosa es así. "Afirmarás una cosa y ella te sucederá".
Si todo el mundo, si la décima parte de la humanidad afirma la paz, convierte a todos los demás en pacíficos y no habrá más guerras. Nunca debemos hablar de guerras, ni de su proximidad; más bien debemos negarlas y afirmar la paz en los corazones.
4) YO SOY LA LUZ DEL MUNDO
Esta luz brilla en el hombre delante de los hombres, como una antorcha que guía a los demás que caminan en las tinieblas del miedo y de la ignorancia. YO SOY la luz que trasciende toda ignorancia y todo error con la acción sostenida por sí misma y para siempre.
5) YO SOY LA VERACIDAD DE LA PALABRA
Esta afirmación hace que la lengua sea capaz de crear mediante la palabra, porque Hablar es Crear.
Quien afirma y practica durante un año la veracidad en el hablar, descubrirá la palabra perdida.
Le bastará decir al enfermo "Sana" y será sano; y al vicioso "Sé perfecto" y será perfecto, porque sus labios estarán purificados por el fuego de la verdad y su palabra se convertirá en Ley.
6) YO SOY LA LIBERACIÓN QUE TRIUNFA EN TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS.
El hombre vive o empalagado con la miel de sus días o amargado con la hiel de sus noches. Esta afirmación le da la liberación de sí mismo y el triunfo sobre sí mismo. Liberación de la vida y triunfo sobre la muerte; liberación de la inocencia y triunfo por el saber; liberación del placer y triunfo sobre el dolor.
7) YO SOY LA FE QUE CONVIERTE LA SUSTANCIA EN REALIDAD
"La FE es la sustancia de las cosas que deseamos, la evidencia de las cosas que no se ven", dice Pablo. "Es decir que la fe agarrar la sustancia de las cosas que deseamos", y continúa: "Las cosas materializadas no fueron hechas de las cosas visibles, sino que procedieron de lo invisible. Entonces, pues, las cosas que deseamos de alguna manera están ya en la sustancia invisible que nos rodea y la fe es el poder que tiene la capacidad de convertirlas en realidad".
Hay que grabar esto en la mente y repetirlo miles de veces.
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