La relajación es esencial para el proceso de sanar. Es difícil dejar que dentro de nosotros fluyan las energías sanadoras si estamos tensos y asustados. El doctor Bernie Siegel ha dicho: "Los beneficios físicos de la meditación están bien documentados. Tiende a normalizar la presión sanguínea, la frecuencia del pulso y el nivel de hormonas de estrés en la sangre. Sus beneficios se multiplican también cuando se los combina con un ejercicio regular. En pocas palabras, reduce el desgaste tanto en el cuerpo como en la mente, y ayuda a la gente a vivir mejor y durante más tiempo".
No hacen falta más que unos pocos momentos, varias veces al día, para aflojar la tensión y permitir que el cuerpo se relaje. En cualquier momento puedes cerrar los ojos, hacer dos o tres respiraciones profundas y aflojar cualquier tensión con la que puedas andar cargando. Si dispones de más tiempo, siéntate o tiéndete en silencio y habla con tu cuerpo para inducirlo a una relajación completa. Di silenciosamente para tus adentros: "Los dedos de los pies se relajan, los pies se me aflojan, los tobillos se sueltan...' y sigue recorriendo así todo tu cuerpo, hacia arriba. También puedes empezar desde la cabeza e ir descendiendo.
Al terminar este sencillo ejercicio te sentirás tranquila y en calma durante un rato. Si lo repites a menudo irás creando en tu interior un estado de paz que se mantendrá durante la mayor parte del tiempo. Se trata de una meditación física que se puede practicar en cualquier parte.
Los occidentales, como sociedad, hemos hecho de la meditación algo misterioso y difícil de lograr. Sin embargo, se trata de uno de los procesos más antiguos y más fáciles que podamos practicar. Evidentemente, podemos complicarlo con formas de respiración especializadas, y ritualizarlo con mantras. Estas meditaciones están muy bien para los estudiantes adelantados. Sin embargo, todos podemos meditar ahora; es algo muy fácil.
Lo único que tenemos que hacer es sentarnos o tendernos tranquilamente, cerrar los ojos y respirar profundamente unas cuantas veces. El cuerpo se relajará automáticamente; no tenemos que hacer nada para obligarlo. Podemos repetir palabras como "sanar", "paz", "amor" o cualquiera que tenga un sentido para nosotros. Hasta podríamos decir: "Me amo". También podemos preguntarnos en silencio: ¿Qué es lo que necesito saber?", o repetirnos: "Deseos aprender..." y quedarnos ahí tranquilamente.
Las respuestas pueden acudir inmediatamente o tardar un par de días en aparecer. Olvídate de toda urgencia, y deja que las cosas sucedan. Recuerda que la naturaleza de la mente es pensar; jamás nos liberaremos completamente de algunos destellos de pensamiento. Déjalos que pasen. Tal vez adviertas que en un momento dado tus pensamientos son de enojo de miedo o de desastre. No les des importancia; déjalas pasar como pasan las nubes por un cielo de verano.
Hay quien dice que sentarse derecho, con la columna recta, sin cruzar brazos ni piernas, mejora la calidad de la meditación. Es posible; hazlo si puedes, pero lo importante es que medites con regularidad. La práctica de la meditación produce efectos acumulativos: cuanto mayor es la regularidad con que se la practique, mejor responden cuerpo y mente a los beneficios de la relajación, y las respuestas se obtienen con mayor rapidez.
Otro método fácil de meditación es contar simplemente las respiraciones mientras se está tranquilamente sentado con los ojos cerrados. Cuenta uno al inhalar, dos al exhalar, tres al inhalar y así sucesivamente hasta llegar a diez. Después vuelve a empezar por uno. Si te distraes y te das cuenta de que has llegado a contar hasta dieciocho o treinta, vuelve a empezar desde uno. Si te sorprendes pensando en tu médico, en el trabajo o en la lista de la compra, también: empieza de nuevo a contar desde uno.
No es posible meditar incorrectamente. Cualquier punto de partida es perfecto para ti. Puedes encontrar libros que te enseñarán diversos métodos, o puedes acudir a un curso de meditación, que te proporcionará la experiencia de meditar con otras personas. Empieza por cualquier parte, pero deja que meditar se convierta en un hábito en tu vida.
Si esto de meditar es nuevo para ti, te sugiero que empieces con no más de cinco minutos por vez. La gente que se pone enseguida a hacer veinte o treinta minutos de meditación puede, llegar a aburrirse y dejarlo por completo. Cinco minutos una o dos veces por día es un buen comienzo. Si puedes hacerlo todos los días a la misma hora, el cuerpo empezará a pedírtelo. La meditación te ofrece breves períodos de descanso que son beneficiosos y curativos para las emociones y para el cuerpo.
Ya vez que todos llevamos dentro una tremenda sabiduría. Dentro de nosotros están todas las respuestas a todas las preguntas que jamás podamos hacernos. No tienes idea de lo sabio que eres. Puedes cuidarte solo. Tienes todas las respuestas que necesitas. Conéctate. Te sentirás más seguro y más poderoso.
LA LLAVE DE LA FELICIDAD
Dios estaba solo. Sintió entonces el deseo de compañía y se dispuso a crear seres que se la brindasen. Así lo hizo. Pero esas criaturas acabaron hallando la llave de la felicidad, que les permitió abrir las puertas del lugar en que moraba y confundirse con El.
Dios volvió a estar solo. Ahora que ya había experimentado la compañía, la anhelaba con más fuerza aún. Estaba triste. ¿Qué hacer? Podría crear otros seres, sin duda, pero era necesario que no volvieran a descubrir la llave de la felicidad, porque en tal caso se quedaría solo una vez más.
Reflexionó largo tiempo. Estaba firmemente decidido a crear al ser humano, pero se preguntaba dónde ocultarle la llave. Había que dar con un sitio inaccesible. Se le ocurrieron muchos.
Primero, en el fondo de los océanos; pero que seguro que el hombre terminaría por descender hasta allí. Luego, la cueva más recóndita del Himalayas pero en seguida se dijo a sí mismo que aquél no era lugar seguro, porque el ser humano terminaría escalando las cimas más altas.
¿Dónde ocultarla? Aunque la guardase en los confines mismos del universo, allí llegaría el ser humano. ¿Dónde encontrar un sitio en el que este nunca buscaría? ¿Ni las aguas del mar, ni las altas montañas, ni los limites mismos de la Creación...!
Las tinieblas de la noche iban cediendo ante la luz del amanecer. Dios había pasado toda la noche en vela. Pero de pronto tuvo una ocurrencia magnífica. Se dijo: "¡Ya lo tengo! Hay un sitio donde el hombre jamás buscaría la llave: su propio interior".
Así, Dios creó al ser humano y en su interior ocultó la llave de la felicidad.
LA ADUANA Y LA EVALUACIÓN
CUENTO
"Dicen que la aduana de 'allá arriba' está cada vez más estricta, dicen que no te dejan pasar nada, dicen que no puedes pasar ni siquiera el cuerpo".
Cuando escuché esto último ya no pude evitar mirar directamente a las dos personas que estaban manteniendo un diálogo cada vez más acalorado. Se trataba de dos hombres mayores, calculé que podrían tener cerca de setenta años.
¿Cómo puede ser que digan que no les dejan pasar ni el cuerpo? ¿De qué estarán hablando? ¿Qué tipo de cuerpo no se puede pasar? ¿Cuál será esa aduana allá arriba?
Todas estas preguntas se agolpaban en mí mente mientras trataba de acomodarme, del modo más disimulado posible, en la silla del bar, pues quería escuchar mejor esa conversación a pesar del ruido propio del lugar.
"Si, te digo que no te dejan pasar absolutamente nada" -continuó diciendo el que parecía más preocupado. Era una persona canosa, muy bien vestida, reloj Rolex en la muñeca. Se trataba sir duda de un individuo de buen poder adquisitivo, de esos que se suponen no tienen ningún problema.
"Es más -continuó diciendo- parece ser que cuando llegas 'arriba', tienes que ponerte en una de las filas de acuerdo a tus creencias. Sí, hay filas para católicos, mahometanos, judíos, ateos, hay filas para todos".
Cada vez me costaba más tratar de entender el contenido de la conversación: ¿Que podía tener que ver una aduana con una clasificación de acuerdo a la religión? Se trata del ingreso a un país que sin dudas tendrá graves conflictos religiosos, pensé. ¿Porque querrán ir a semejante país?, me pregunté.
"Si te pones en la fila de los cristianos, cuando te toca el turno te atiende Jesús. Si te pones en la fila de los mahometanos cuando te toca el turno te atiende el propio Mahoma en persona. Te das cuenta, te atienden ellos personalmente".
Seguramente el hombre hablaba en sentido figurado. Cada vez entendía menos. Seguí escuchando, y mi silla hizo un crujido cuando la corrí un poco hacia la mesa donde ellos estaban.
"Y todos te preguntan lo mismo; no importa en qué fila te, pongas, te preguntan lo mismo: primero si te divertiste allá abajo, ¡Si es cosa de locos! Te preguntan si te divertiste como si acá una pudiera divertirse con todas las obligaciones y problemas que tiene.
"Después te preguntan qué hiciste, en qué ocupaste tu tiempo. Tienes que justificar en qué utilizaste tu vida. Y parece ser que si decís que te la pasaste juntando dinero, haciendo una fortuna, o simplemente acumulando bienes, que, finalmente, es lo que razonablemente hacemos todos los que logramos algo más que simplemente sobrevivir en este mundo consumiste. Bueno, si llegas a decir eso, te miran serios y te preguntan qué trajiste aquí arriba, porque te dicen que te ven con las manos vacías, y le echan en cara que ni siquiera trajiste el cuerpo físico".
"¿Te das cuenta? ¡Encima se burlan de uno! No sólo como primera medida, en la aduana no te dejan pasar nada de nada: ni una casa, ni dinero, ni la empresa, ni los seres queridos y ni siquiera el propio cuerpo, sino que después te echan en cara que no trajiste nada. Es más, no hay modo de sobornar a nadie en la aduana, no hay arreglo, no importa el dinero que ofrezcas, no podes negociar nada".
"¿Te das cuenta? En ese momento no tienen en consideración quién eres, no hay influencia que valga. Qué falta de respeto".
Por mi profesión yo estaba acostumbrado a escuchar conversaciones donde se usaban metáforas, o parábolas, o directamente se hablaba en una especie de clave para que los "otros" no entendiesen la conversación, pero esto ya era demasiado. De no ser por el miedo que tenía, de hacer el ridículo, los hubiese interrumpido para entender de qué estaban hablando en realidad.
Mientras pensaba en eso escuché las campanadas de la torre que indicaban las ocho de la noche. Tenía que irme pues se me hacía tarde, pero no podía irme. Ya estaba totalmente atrapado en la conversación, no tenía otro remedio que seguir escuchando.
"Y sí llegas a decir que dedicaste tu vida a hacer un patrimonio para dejárselo a tus hijos. ¿Sabes la que hacen? Te hacen mirar para un costado. Para un lugar que está lleno de nubes y luego empujan o corren una nube y te hacen mirar para abajo. Y ves claramente allá abajo a tu familia. Y hay veces que en vez de verlos contentos, los ves peleándose por lo que dejaste. ¿Te das cuenta? cuando ya se supone que puedes descansar, no te dejan, te mortifican.
"Realmente no es muy humano lo que hacen con nosotros en ese lugar. Pero ahí no termina el martirio. Entonces te preguntan si además de dejarles los bienes les enseñaste a usarlos para que no se perjuren por tenerlos. ¿Te das cuenta? Encima que dejas cosas, ahora vos eres el malo de la película. En definitiva, te tratan peor que en un interrogatorio policial."
"Finalmente, y esto es lo más importante, te preguntan: ¿Qué aprendiste allá abajo? Y parece ser que ésta es la pregunta clave. Parece ser que uno viene acá abajo a aprender a vivir y que este proceso de aprender debería ser divertido. ¿Te das cuenta? Uno no vendría a juntar, a acumular bienes materiales, casas, coches, dinero, etc. Parece ser que uno lo que tendría que hacer, es juntar bienes del espíritu. Aquellos bienes que se relacionan con el crecimiento personal. Que los otros bienes, los materiales, los terrenales, los puedes tener, pero que no son en realidad tus bienes. Es como si te los diesen en préstamo, en administración. Como si te los diesen para que los utilices, no como un fin en sí mismo, sino como un medio para el logro de los otros bienes, los espirituales.
Entonces resulta que todos tus bienes, tu patrimonio es de prestado mientras estás acá. ¿Te das cuenta! ahora resulta que mi empresa no es mi empresa, que mi coche no es mí coche, que mi casa del Country, no es de mi propiedad, que todo es de prestado".
"Te das cuenta de lo que esto significa? ¿Te das cuenta de la locura de estos tipos de arriba? Es más, ese sería el motivo por el cual los bienes, digamos terrenales, no te los dejan pasar por la aduana. Pues como no son tuyos y ellos te los prestan, como es un medio para poder crecer, un medio para aprender, no son tuyos y tienes que dejarlos acá, para que los que vienen atrás tuyo, los que se quedan acá abajo tomen posesión de ellos. Para que los usen Se prestado" o "en administración". Para que aprendan con ellos.
"Sería algo así como los elementos del laboratorio de física que había en la escuela secundaría. ¿Te acuerdas? Vos entrabas al laboratorio, hacías los experimentos, aprendías, sí podías, y luego te retirabas del lugar dejando todo para que el siguiente curso pudiese también aprender con los mismos elementos. ¿Te das cuenta del disparate total de esta gente?
"Nosotros que nos sentíamos más tranquilos cuando terminó el comunismo... ¡Qué inocentes que éramos! Estos tipos son peores que los comunistas: no te dejan ni el cuerpo. Te sacan todo. Lo único que te queda, es lo que llevas en tu espíritu. Lo que tu espíritu pueda haber aprendido, las experiencias vividas. No interesa lo que puedas haber tenido en propiedad, poseído. ¿Te das cuenta?"
Finalmente el amigo lo interrumpió y le preguntó: "¿Pero, dónde escuchaste todo eso? ¿Qué fuiste a un curso de crecimiento espiritual y te explicaron que después de muerto vas al cielo para ser evaluado? Bueno, ahora me quedo más tranquilo. Lo que escuchaste, son todas pavadas. No les hagas caso, volví a tu vida normal y olvídate de esos cursos volví a la realidad, eso es fantasía, no existe".
Finalmente logré distenderme en la silla, suspiré tan fuerte que de las otras mesas me miraron sorprendidos. Recién en ese momento tomé consciencia de lo tenso que estaba. Me había metido tanto en la conversación de esa mesa, que había empezado a preocuparme, pero finalmente todo volvía a la normalidad. Se trataba simplemente de una creencia de lo que podría pasar si el cielo existiese, si hubiese una espacie de evaluación después de la muerte.
Pero el amigo tenía razón, no había de qué preocuparse, eso no era real. Y yo también me quedé más tranquilo.
Los amigos finalmente se levantaron y los vi salir del bar. Pedí otro café, y mientras lo tomaba, un montan de preguntas empezaron a martillar en mi mente: ¿Y si lo que le explicaron a este hombre tuviese algo de realidad? ¿Y si lo que yo poseo realmente no es mío y lo tengo de prestado mientras esté en este planeta? Si sólo por un momento me imaginara que eso fuese cierto. ¿Yo vivirla la vida del modo en que la estoy viviendo? Y si no vine simplemente a acumular bienes, sino a utilizarlos adecuadamente para que yo, como persona, sea mejor ¿viviría la vida del modo en que la estoy viviendo? Y si vivir realmente fuese un proceso divertido ¿viviría la vida del modo en que la estoy viviendo?
Por suerte en ese momento escuché las campanadas de la torre tocando las nueve de la noche, y en el apuro por salir corriendo del bar antes que me cerrara la cochera, me olvidé de las preguntas, y empecé a recordar, preocupado, todos los problemas laborales que tenía que resolver mañana. Todo habla vuelto a la normalidad.
Al poner en marcha el Mercedes sentí el típico dolor en el estómago. Había olvidado de nuevo de tomar el ansiolítico y la medicación para la úlcera.
EL TIEMPO
Para darte cuenta del valor de un año, pregúntale a un estudiante que ha fallado un examen final.
Para darte cuenta del valor de un mes, pregúntale a una madre que ha dado a luz n un bebé prematuro.
Para darte cuenta del valor de una semana, pregúntale al editor de un diario semanal.
Para darte cuenta del valor de una hora, pregúntale a los amantes que esperan para verse.
Para darte cuenta del valor de un minuto, pregúntale a una persona que ha perdido el tren, el ómnibus o el avión.
Para darte cuenta del valor de un segundo, pregúntale a una persona que ha sobrevivido a un accidente.
Para darte cuenta de¡ valor de un mili-segundo, pregúntale a una persona que ha ganado una medalla en las olimpíadas.
El mensaje final de esta cartilla es que el tiempo no espera para ninguno. Atesora cada momento que tengas, lo atesoras más cuando puedes compartirlo con alguien especial.
LOS NIÑOS
A veces es difícil que aceptes la visión de los niños, ¡tú misma la has perdido!
Un niño está tratando de trepar un árbol: ¿qué vas a hacer?
Inmediatamente te asustas -puede caerse, puede romperse una pierna o algo malo puede suceder- Y por tu miedo corres y detienes al niño.
¡Si supieses la dicha que es trepar un árbol, habrías ayudado a que el niño aprenda a trepar árboles! No lo hubieses detenido.
Tu miedo es bueno -demuestra amor, que el niño pueda caerse- pero impedir que el niño trepe al árbol es impedir el crecimiento del niño.
Hay algo esencial en trepar árboles. Si un niño no lo ha hecho permanecerá en alguna manera pobre, habrá perdido una riqueza para toda la vida...
Déjalo que suba al árbol. Y si tienes miedo, ayúdalo anda y enséñale, ¡Tú también trepa con él.
Ayúdalo a aprender....
*****
POESÍA KOBDA
Viajero del Infinito
¿A dónde vas corazón?
Y siento que tus latidos
Me dicen entre gemidos
¡Que vas buscando al Amor!
Y en ansioso interrogante
Preguntas que donde está
Porque nunca le has hallado
en lo que llevas andado
¡Peregrino del ideal!
¡Viajero del infinito! ....
Cese tu andar corazón,
Que el amor está en ti mismo
inmenso como un abismo
¡Porque Dios es el Amor...!
ESCRIBIÓ UN ÁNGEL
Muchas personas entrarán y saldrán de tu vida,
únicamente los amigos del alma dejarán su marca en tu corazón
Para manejarte a ti mismo, utiliza la cabeza,
Para manejar a los demás;, utiliza el corazón.
No hay mucha distancia entre la ira y el peligro.
Si alguien te traiciona una vez la culpa es suya
Si te traiciona dos veces la culpa es tuya.
Las mentes superiores intercambian ideas;
las mentes medianas intercambian hechos;
las mentes inferiores intercambian hechos de los demás.
Dios les da a las aves su alimento,
pero no lo arroja dentro del nido.
Quien pierde dinero, pierde mucho,
Quien pierde a un amigo, pierde más,
Quien pierde la Fe pierde todo.
Jóvenes bellos, son obra de la naturaleza,
Ancianos bellos, son obras de arte.
Que los errores ajenos sirvan para tu aprendizaje.
Nunca vivirás lo suficiente como para que los cometas todos
La lengua no pesa nada,
Pero muy pocos la saben dominar.
Éramos amigos tú y yo...
tu trajiste a otro, fuimos tres...
así comenzó nuestro grupo...
nuestro círculo de amigos...
que como todo círculo no tiene ni principio ni fin.
Este angelito te ha sido enviado para que te proteja, pero para que actúe, tú tienes que repartirlo a cuantas personas quieras protegerlas
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REFLEXIONES
LA LUZ SIEMPRE GANA
Imagínate que estás en una casita cerrada herméticamente y por completo a oscuras. Negro total.
Afuera hay mucho sol, mucha luz. Si abrís un mínimo espacio esa luz va a entrar por él sin ninguna duda. Gana la luz…
Ahora imaginó la escena al revés: afuera es noche cerradísima. Negro total.
Vos estás en la misma casita y te alumbras con lo que sea. Aunque abras todas las puertas y la casita seguirá iluminada, las tinieblas no pueden entrar. La luz gana otra vez.
La luz gana siempre. Es la única que gana siempre. La luz es el amor, es la fe y es la esperanza. Siempre gana.
LA MADRE
Una historia que escuché hace mucho tiempo, relativa a una madre abrumada por el dolor debido a la muerte de, su hijo.
No puedo soportar el dolor y la tristeza, le decía a su hermana.
"Hermana, ¿lloraste a tu hijo antes de nacer?"
"No, claro que no", respondió ó la madre abatida.
"Entonces no tienes necesidad de llorarlo ahora, Simplemente ha vuelto al mismo lugar, a la morada original que ocupaba antes de nacer.'?
LAS EMOCIONES
Las emociones constituyen una aptitud normal del hombre, un modo de expresión.
En ocasiones es conveniente expresar el miedo, la tristeza o la rabia, pero la energía debería ser dirigida totalmente hacia el exterior y no ser retenida.
La expresión de las emociones debería ser total y poderosa, y después desaparecer sin dejar huella. Controlar tus emociones consiste, pues, en dejar que se manifiesten y desaparezcan.
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