Cada vez estoy más convencida de que hay tantos caminos para evolucionar como seres humanos pues, si como creo, cada uno de nosotros somos una "pieza" única, si no hay dos seres que tengan la misma frecuencia vibratoria, el mismo tono, la misma energía sutil, las mismas formas... eso nos convierte en algo que de verdad es único.
Entonces, ¿cómo es posible que nos maravillemos ante esas cosas que nos rodean y que nos parecen especiales porque las creemos únicas y no nos asombramos ante un ser humano? Cada uno de nosotros nos manifestamos de un modo que no tiene ningún otro ser de los que existen, han existido o existirán. Las miles de millones de permutaciones y transmisiones que pueden realizar las neuronas en nuestro cerebro nunca podrán ser reproducidas de la mismas forma por otro ser; las vibraciones que emite nuestra energía son tan propias y personales como lo es el espíritu que anida en nosotros. Nunca habrá una cadena genética con componentes físicos, de personalidad o emocionales como los nuestros.
Por eso, cada uno tenemos todas las posibilidades de andar los infinitos caminos que se extienden ante nosotros para "volver a casa"; sin embargo, cada uno irá dando sus pasos siguiendo la resonancia de su propia nota interior, buscando el eco que le llevará al reencuentro con la fuente original de la que partió, pero volviendo a ella a través de la consciencia.
Se me ocurre que es como si cada uno de nosotros tuviera dentro de sí la clave adecuada para ir avanzando, descubriendo a cada paso nuevas pistas que le permitan seguir aprendiendo y asimilando más y más experiencias. Cada uno puede oír dentro de sí la nota que permanentemente suena para él, para recordarle el camino de vuelta, es "su nota", pero muchas veces ese sonido se apaga, se oculta entre otros muchos que suenan alrededor y uno empieza a dar tumbos de un sitio a otro, moviéndose sin cesar, desubicándose... y cuando uno está desubicado genera caos en su entorno.
Sin embargo, la nota sigue ahí, permanentemente sonando y cuando somos capaces de hacer el silencio y quedarnos con nosotros mismos en soledad volvemos a escucharla y eso nos hace revivir con fuerza ese incontenible impulso de continuar adelante. Es como cuando has olido la fragancia de una mañana limpia, la recuerdas, la añoras y quieres volver a disfrutarla nuevamente.
Afortunadamente, en el camino hay muchos momentos de esos, momentos de íntimo contacto con el Ser, que suponen nuestra fuente de inspiración y le dan sentido a nuestra vida. A veces, esos momentos son experiencias místicas que trastocan por completo la escala de valores de la persona, pero otras veces son pequeñas conexiones que se producen en momentos de meditación o en algún estado alterado de conciencia. Momentos que son precedidos por una inquietante soledad, un sentirse ajeno a todo y a todos para después pasar a una conexión increíble con todo lo creado, a sentirte no sólo parte de algo mucho mayor, sino que tú también eres eso tan grande. Es un sentimiento de unidad tan total que ya nunca puedes olvidarlo.
Cuando oía decir la frase: "la evolución es individual", pensaba en decisiones que había que tomar, en compromisos que asumir, en aprendizajes y prácticas personales... Ahora creo que eso es algo mucho más profundo. Sentirte el Todo significa tomar consciencia de que ahí, dentro de uno mismo está lo que tanto habíamos buscado..., y entonces me pregunto si son necesarios libros, experiencias y aprendizajes que nos sirvan de estímulo; o tal vez no..., quizá haya afortunados que tengan ese reencuentro con su parte más esencial de forma natural y sencilla.
Sin embargo, la mayoría necesitamos primero pasar por identificarnos con todo lo que somos. En un principio creemos que somos esa figura que nos muestra el espejo y focalizamos ahí nuestras energías, "ese soy yo", y trabajamos para que esa imagen externa sea de nuestro agrado y del de los demás para que nos acepten y nos quieran. Después, en un paso siguiente, creemos que somos nuestra mente, nuestros pensamientos, y modificamos nuestros comportamientos y nuestra personalidad como verdaderos alfareros, la mayoría de las veces obedeciendo a los requerimientos externos, casi nunca a los internos, y así nos identificamos con nuestros pensamientos, con nuestras creencias y nuestros logros y nos aseguramos de que nuestra mente racional vaya por caminos seguros y conocidos.
No obstante, llega un día -tal vez por una gran experiencia de éxtasis místico o por una acumulación de pequeños encuentros con el Ser Interno- en que todo eso desaparece, queda atrás y se produce un cambio, una transformación, una metanoia, como decían los místicos cristianos, y las cosas ya nunca más pueden volver a ser como antes. Y una consciencia diferente de ti mismo te hace tener una concepción diferente de la vida, de las personas, de las cosas, de las relaciones, de todo cuanto vives... y con paso inseguro te aventuras por derroteros desconocidos, vacilas, sientes que has comenzado a observar cosas desde fuera, sientes que relativizas cuanto sucede mucho más que antes y dudas y te preguntas: ¿estaré ampliando mi capacidad de comprensión o estaré des-implicándome, cayendo en la comodidad o el pasotismo?
Y ese camino que solo tú puedes recorrer en solitario es el que te irá dando las respuestas si tu mente y tu corazón logran abrirse al unísono para escuchar primero y responder después. Muchas veces hemos oído: "las respuestas están en ti, busca dentro de ti y encontrarás la verdad", esas palabras colocadas de una u otra forma han sido pronunciadas por avatares y maestros de todos los tiempos.
Sin embargo, sus "seguidores" organizaban enseguida los lugares idóneos, los momentos más adecuados, los ritos, las jerarquías, las ceremonias, etc. necesarias para encontrar respuestas... y cómo básicamente lo que nos separa de los animales es el uso consciente de nuestros sentidos, erróneamente comenzamos a creer que la solución a nuestras inquietudes debía provenir del exterior y buscamos fuera causas y razones, motivos y designios y nos sentimos muy frustrados cuando eso no ocurre.
Y es que nos olvidamos de que para poder ver quizá tengamos que empezar por cerrar los ojos que están deslumbrados por los brillantes colores que nos rodean. Para poder oír quizá tengamos que cerrar nuestros oídos de tanto ruido exterior. Porque nuestros sentidos no sólo están estimulados, sino sobresaturados y eso es posible que nos esté haciendo perder otras "facultades". Sabemos que nuestros ojos no son capaces de ver frecuencias vibratorias que estén por encima de los infrarrojos y por debajo de los ultravioletas, pero sabemos también que nuestro cerebro es capaz de captar energías que no están cubiertas por ese espectro visual, lo cual nos indica que es posible ver con otros ojos, con los ojos del interior.
Del mismo modo, nuestros oídos captan una determinada gama de frecuencias sonoras, pero sabemos que los perros oyen sonidos inaudibles para nosotros, y que las cintas de cassette registran también esos sonidos, y algunos experimentos han demostrado que el cerebro también es capaz de captar voces de otros campos vibratorios, de inmiscuirse en otras dimensiones, lo que nos coloca en un punto claro: es necesario volver a mirar hacia dentro para buscar el camino, oír a la intuición, filtrar con la razón y todo ello en un caldo de cultivo: el bálsamo del corazón. En esa encrucijada de energías es donde está el verdadero crisol de la transmutación, cuando el ser humano de la Tierra sea capaz de colocar su centro de poder entre la cabeza y el corazón estará equilibrado y en disposición de alcanzar su máxima expresión.
Los seres humanos aprendimos hace milenios a darle nombre a las cosas y eso nos debió resultar muy placentero porque de alguna forma les dábamos entidad, nos sentíamos creadores. Hoy seguimos haciéndolo y así nos empeñamos en hablar de vías de conocimiento, escuelas herméticas, caminos de evolución, etc. etc. Todos esos caminos no serían más que las estructuras superficiales adaptadas al momento histórico o a la idiosincrasia de cada pueblo, pero todas ellas participan de una parte esencial y profunda idéntica, aunque se adornen con formas para diferenciarse unas de otras.
Tal vez esos caminos "reconocidos" tanto en Oriente como en Occidente, en el Norte o en el Sur se puedan englobar en dos grandes vías. Ken Wilber cita unas palabras de uno de sus maestros, Swami Ramdas: "Hay dos caminos, uno de ellos consiste en expandir tu ego hasta el infinito y el segundo en reducirlo a la nada. El primero es una vía de conocimiento mientras que el segundo, por el contrario, es una vía devocional. El sabio dice: "Yo soy Dios, la Verdad Universal". El devoto, por su parte dice: "Yo no soy nada. ¡Oh Dios! TG lo eres todo". En ambos casos desaparece la sensación de identidad".
A pesar de que ambos caminos persiguen lo mismo: la desaparición de la identificación con el pequeño yo para trascender o descubrir el Yo superior, el trayecto es bien distinto. Así, habrá personas que sintonicen de manera natural con uno u otro camino. Ampliar la consciencia abarcando más y más, desde el sentimiento de ser parte hasta sentirte el Todo, o diluirte y perder toda identificación personal. Son dos enfoques contrapuestos que llevan al mismo punto y cada persona deberá averiguar cuál es la trayectoria que quiere seguir.
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LAS FRONTERAS... PERSONALES
Aunque algunos -probablemente amantes de las "discusiones bizantinas"- no se pongan todavía de acuerdo en si el día uno de enero comienza el siglo XXI, o bien sólo entramos en el nuevo milenio, o como sucede para otro sector habrá que esperar 366 días más para que eso ocurra, lo cierto es que el 2000 es un año emblemático, algo que se convertirá en un punto de inflexión en muchas cosas.
Los seres humanos necesitamos, como todo en la Naturaleza, reconocernos como partícipes de ciclos repetitivos. Así, los comienzos de cada nueva etapa adquieren una gran importancia pues se movilizan todas las energías de que disponemos para encuadrar los nuevos objetivos y proyectos de futuro que nos planteamos. En lo que todo el mundo sí está de acuerdo es en la tremenda velocidad con que se desarrollan los acontecimientos y en lo cambiante del mundo, tanto si lo miramos de forma global, como si lo hacemos observando sólo nuestro pequeño mundo, nuestras circunstancias. Y cómo todo está tremendamente interrelacionado, cualquier cambio, por pequeño que sea, afecta a todo cuanto existe.
En este sentido, nadie puede poner en duda que el destino final al que se dirige nuestro planeta es a la concepción de esa unidad planetaria o conciencia planetaria. Poco a poco, incluso los países más recalcitrantes se irán acercando en un intento por eliminar fronteras y avanzar hacia la cooperación. Es posible que hoy aún nos parezca lejano ese escenario, pero no cabe duda que la dirección es esa, independientemente de la velocidad con la que se camine.
Cada vez más, los nacionalismos a ultranza, que sólo se exhiben para separar y no para enriquecer al resto, dejarán de resonar en la mente y el corazón humanos, pues el deseo de integración, sin perder lo particular, avanzará imparable; las ideas caducas de separatismos y rupturas, de enquistamiento para sentirse fuerte, especial o superior, dejarán paso a una sociedad más equitativa y solidaria.
El camino para lograrlo ya sabemos cuál es: atender a lo pequeño, arreglar nuestro terreno, pues cuando haya suficientes "terrenitos" operativos la transformación se habrá producido por comprensión. El otro camino, el del dolor, ya lo hemos transitado demasiadas veces a lo largo de la historia y conocemos perfectamente sus consecuencias.
No es que estemos borrachos de un exceso de optimismo, es sólo que nos hemos dado cuenta de lo que han cambiado las cosas en los últimos 40 años, ¿cuánto más puede cambiar en los próximos 40? La imaginación tiene la palabra.
Llegará un día, pues, en que las fronteras sean sólo un recuerdo del pasado en la memoria de unos pocos. Pero ¿son las fronteras geográficas las únicas que hay que superar?, ¿qué pasa con nuestras fronteras internas, las personales?
A lo largo de su trayectoria evolutiva, el ser humano ha estado intentando dibujar su identidad como una necesidad para afianzarse en la Tierra. Cuando tuvo acceso a la consciencia comenzó a librar sus primeras batallas para identificar su verdadera naturaleza: ¿Quién soy yo? es la eterna pregunta que ha latido desde el origen de la humanidad. Y así, primero se identificó con su cuerpo y se sintió bien -durante un tiempo- creyendo que él era lo que quedaba contenido dentro de su piel, la frontera estaba situada en la epidermis que le comunicaba y a la vez le separaba del resto.
Cuando fue capaz de dar un paso más, le surgió la idea de que su identidad era la personalidad que manifestaba o bien se identificaba con su mente, pues entendía que él tenía un cuerpo físico, luego su cuerpo físico no era la totalidad como antes pensaba. La frontera, pues, se situaba entre la mente y el cuerpo.
Más adelante encontró que la frontera no sólo no estaba en la mente, sino en el ego, que es la idea que tiene cada ser de sí mismo. En ese estadio evolutivo el ser humano considera que él es sólo aquellas partes de sí que reconoce y acepta (lo positivo), pero, en cambio, él no es aquellos aspectos que niega (lo negativo) y que son considerados "la sombra".
Y en los últimos años se ha dibujado la línea fronteriza todavía un poco más lejos: lo transpersonal, donde se reúnen todas las experiencias que se producen "más allá" del individuo (telepatía, clarividencia, precognición, retro-cognición, experiencias extracorporales, experiencias del testigo, experiencias cumbre, etc.).
La nueva psicología, apoyada por filósofos de vanguardia, apunta a que el ser humano se mueve en distintos niveles o planos de manifestación y que todos ellos no son teóricos sino que conforman una realidad perfectamente observable, al menos para sí mismo. Como si se tratara de un rayo de luz único que al atravesar un cristal se refractara en varios haces luminosos, todos ellos siguen siendo parte de la misma luz pero "muestran" diferencias en longitudes, intensidades y tonalidades.
Probablemente, el camino de reencuentro que tenemos frente a nosotros va en ese sentido, tendente a identificar, reconocer y asumir las partes para llegar a ese punto de luz original. Y ese recorrido hacia la conciencia única es un camino absolutamente individual en el que, no obstante, juegan un papel importante "los compañeros de reparto" que son el entorno, las circunstancias, las creencias, la educación, las experiencias que han conformado nuestra personalidad pero, sobre todo, las personas.
Ni las naciones de nuestro mundo han llegado a la conciencia planetaria ni nosotros somos capaces todavía de vivir en la conciencia única. En estos momentos estamos como ellas: negociando las futuras relaciones, probando y experimentando, equivocándonos, a veces arriesgándonos y traspasando límites que no nos corresponden y otras quedándonos parados por no saber qué hacer y dejando pasar oportunidades inestimables de aprendizaje.
Efectivamente, porque aunque es fundamental encontrar la respuesta a la pregunta ¿Quién soy yo? eso es sólo el primer paso. La cosa empieza a complicarse cuando nos interrelacionamos con los demás. ¿Dónde empieza mi territorio y acaba el tuyo? ¿Qué responsabilidad es de cada uno? ¿Qué implicaciones tiene la libertad? ¿Y las expectativas?... Y uno se da cuenta de que palabras como respeto, generosidad, confianza... y muchas más, que son pilares donde se asientan las relaciones interpersonales, necesitan actualizarse porque se han quedado anticuadas.
Si es cierto lo que nos dice la filosofía perenne y todas las tradiciones místicas y religiosas, dentro de cada uno de nosotros anida una chispa divina, una parte del Creador, que en un acto de amor decidió manifestarse. El reto de esa chispa es reencontrar el camino de vuelta para convertirse a su vez en creador de un nuevo universo. Si esto es así, cada uno de nosotros tiene una clarísima participación en una determinada obra: la suya.
Pero, ¿cómo compaginar esa participación o interpretación con la de los demás? ¿Cómo decidir cuando los intereses parecen encontrados? Por sí el tema no estuviera suficientemente claro, tenemos sembradas un montón de creencias sobre lo que es bueno y lo que no, sobre lo que se debería hacer y lo que no, sobre lo conveniente y lo que no lo es... En definitiva, un montón de convencionalismos sociales y creencias religiosas que mediatizan nuestro comportamiento actuando como filtros que distorsionan la luz. Y todo ese maremágnum se encuentra, además, mezclado con sentimientos y emociones muchas veces no suficientemente controladas.
Es en esa fricción donde realmente aprendemos a conocernos, en ese campo experimental donde se ponen a prueba nuestros logros en el despertar de la consciencia. Dice un refrán popular que "la caridad bien entendida empieza por uno mismo" y hay muchas referencias sobre la necesidad de TENER para poder DAR, referencias que nos hablan de permanecer en el propio centro, en el punto de equilibrio interior de la persona donde no llegan los avatares de la vida cotidiana y desde allí mantener una implicación coherente con lo y los que nos rodean, viviendo con intensidad el presente, aprendiendo con el fluir de la vida, pero sin enganches ni dependencias... Ser uno mismo pero dentro de la más absoluta interrelación, vivir la independencia dentro de la interdependencia. Palabras difíciles de conjugar juntas pues pueden parecer contradictorias.
Sin embargo, es probable que desde una octava mayor de la escala donde estamos situados, las cosas, las circunstancias y las personas adquieran una dimensión distinta y encajen en un acorde armónico que sólo una consciencia limitada no nos permite encajar.
Seguramente, en ese camino hacia la madurez iremos quemando etapas, como cuando se superan aquellas cosas que ya no necesitamos volver a vivir. Pero entretanto es importante desarrollar la atención y la autovigilancia para no perder de vista el objetivo global, que aunque sea a largo plazo, es algo que nos permitirá tener una orientación, un Norte al que dirigirnos cual brújulas imantadas.
DESDE LAS ESTRELLAS
LA NAVIDAD
En una gran parte de vuestro mundo se celebran estos días las fiestas que recuerdan el nacimiento del maestro Jesús. Los mejores sentimientos afloran para desear paz y felicidad a cuantos os rodean y tal vez por unas horas la violencia y el odio dejan paso a otras formas de percibiros los unos a los otros. De cualquier manera, mientras el hombre de la Tierra tenga tan arraigado en su interior el sentido de la política, sentimientos como los generados en Navidad seguirán siendo poco duraderos.
La política es la que constriñe las miras personales, la que genera el PATRIOTERISMO, sentimiento reduccionista de la necesidad que todos tenemos de "formar parte de...".
Cada vez que un político os hable de separatismo, de poder, de diferencias culturales, genéticas, religiosas o de cualquier otro tipo, estará sembrando odio y violencia en vuestros corazones.
La política se inventó como forma de relacionarse unos con otros en la búsqueda de la mejor manera de gestionar un país, pero no como arma para separar o para matar. Si las diferencias de ideología entrañan violencia y muerte es que algo no se está haciendo bien.
Luchar por un trozo de terreno que seguirá ahí cuando la humanidad terrestre quizás se haya extinguido, es algo trágicamente absurdo.
Con amor, Acael
EL EGO
Es sorprendente lo que puede hacer el ego. Un planeta se encuentra habitualmente sometido a tensiones, a guerras fratricidas,
a descalabros ecológicos... tan sólo porque quienes dirigen los destinos de los países en que está dividido no pueden vivir sin demostrar lo poderosos que son. De poco valen las llamadas de atención de los "súbditos"; de poco valen los aldabonazos de la conciencia, lo que importa es que los de allí no puedan con los de aquí. Así está escrita la historia de vuestro planeta, una historia escrita con sangre de inocentes.
Cuando estáis a punto de entrar en un período de luz es cuando más oscuras se hacen las sombras. Justo un momento antes de que empiece a clarear es cuando más oscura es la noche. Así, la oscuridad dejará paso a la luz, aunque las sombras se rebelen ante lo inevitable.
De nuevo hemos tenido que "explicar" a algunos de vuestros dirigentes que no pueden provocar la destrucción de sus semejantes utilizando el espacio exterior para sus tropelías. Parece que hay que avisarles de tiempo en tiempo, y es que sus deseos belicistas les afloran sin que puedan evitarlo de lo poco evolucionados que están.
Afortunadamente, cada vez sois más los que emitís pensamientos positivos que contrarrestan en parte los desastres de vuestros dirigentes. Eso sí es una buena noticias.
Con amor, Acael.
MI AMIGO EL SABIO Y VIEJO OLMO
Cuando me situé debajo de sus ramas pude apreciar lo imponente de su cuerpo. Su tronco, enorme, se erguía como un baluarte frente a las inclemencias de los tiempos, de los siglos, y sus ramas, como fornidos brazos se alzaban al cielo y a los cuatro vientos como señalando los miles de caminos por donde discurre la vida.
Sin embargo, el viejo olmo ya no saludaba cada mañana al sol, ni agitaba sus hojas saludando a las estrellas cada anochecer; al viejo olmo hacia tiempo que la vida le había abandonado. ¿0 acaso había sido él quien había abandonado la vida?
Durante muchos años bajo su abundante y fresca sombra se habían celebrado los concilios y reuniones que toda comunidad con sentido de la relación humana y de la solidaridad solía realizar cada vez que una problemática afectaba a su pueblo e incluso a los pueblos de los alrededores.
Entonces los hombres no tenían televisión, ni aparatos de radio, ni periódicos que les dijeran lo que en el mundo estaba sucediendo; tan sólo el boca-oído, con toda la desvirtuación que ello conllevaba, era el noticiario de esas gentes.
LA meteorología era una asignatura que aprendían de pequeños de la mano de sus progenitores, y era el viento, las nubes o incluso el sonido de las hojas de los árboles los que indicaban el tiempo que iba a hacer. Si, las hojas de los árboles, porque los árboles nos hablan a través del movimiento de sus hojas, tan sólo es necesario prestar atención y abrir los canales de traducción de ese ancestral lenguaje para "oír" lo que nos quieren decir, y si además de poner los oídos del alma abrazamos a los árboles, entonces no sólo "oiremos" sino que además sentiremos sus emociones, sus sentimientos, lo que nos aman y lo que les gustaría comprender por qué actuamos con la naturaleza como lo hacemos.
El viejo olmo seco había nacido para cumplir su misión de consejero. Situado al lado de una antigua ermita y del cementerio del pueblo, había sido el inspirador y conciliador de cuantas cuitas se habían presentado entre los hombres a lo largo de centurias. Entonces los problemas de tierras y de aguas se solucionaban hablando, bajo la sombra de árboles como este olmo, que a fuerza de inspirar a los hombres había sintonizado tanto con su alma que cuando se fueron del lugar abandonando casas y campos, él también tuvo que partir en busca de nuevos lugares donde su experiencia "humana" fuese de alguna utilidad.
De sus ramas ya no brotaban hojas cada primavera, ni los pájaros anidaban entre ellas buscando protección y abrigo. Cuando me acerqué a él y puse mi mano sobre su ajado tronco, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, porque ese trance aún conservaba impresa la historia que le había tenido por testigo. Acerqué mi oído y abrí el alma a emociones atávicas guardadas en el fondo de mi memoria, cuando los hombres aún éramos un utópico proyecto que anidaba en los oscuros recovecos del código genético impreso en los primitivos núcleos celulares de la naturaleza. Y sentí en lo más profundo de mi ser el calor de un viejo amigo, de ese sabio consejero al que llamamos cuando las cosas parecen que no nos van tan bien.
El alma del viejo olmo, sabio entre los sabios, me dijo que a pesar de que las cosas parezcan irremediables nunca lo son del todo, que la vida siempre se impone, que el sol siempre trae luz y calor y que los señores de la noche sólo pueden hacernos daño si les abrimos las puertas de nuestra mente.
También me habló del ser humano, de cómo a pesar de los siglos transcurridos seguimos reaccionando igual ante las mismas cosas, sobre todo cuando creemos que está en juego lo que consideramos nuestro. Que nada es de nadie y que la prueba más evidente es que a la hora de la muerte, y como dijo el poeta, nos vamos tal como vinimos, desnudos. Que ni la tierra, ni ninguno de los seres que la pueblan nunca han tenido dueño a pesar de que los seres humanos hayamos creado leyes y documentos que así lo afirmen.
Que la mejor acción que puede realizar una persona es la de enseñar al que no sabe para que se le abran las puertas al mundo del conocimiento. Que la inteligencia del ser humano no es más que un pálido reflejo de la que posee la naturaleza y que la soberbia de creerse superior es la consecuencia de la ceguera de quien ve la luz por vez primera, de quien proviene de la oscuridad de la ignorancia y piensa que el mundo gira alrededor de él.
Cuando me despedí de mi amigo, el sabio y viejo olmo, sentí que una parte de mí se quedaba con él, a pesar de que ya no estaba allí, de que su esencia probablemente se encontraba armonizando otros lugares, otros pueblos que tal vez se encontraran en el mismo punto en que se encontraban los pueblos españoles allá por el 1600 ó el 1700.
Pero también yo me llevé algo de él: una cierta clase de energía en forma de poderoso empuje que, desde el fondo de sus secas raíces, me conectó con lo que de común tenemos todos los seres vivos: nuestra vocación de evolucionar. Una energía que impulsa los seres que pueblan este universo más allá de la muerte física, porque más allá de un cuerpo seco y muerto hay una inteligencia, un espíritu que anima, que impulsa a descubrir lo que verdaderamente somos: SERES ESPIRITUALES OUE EVENTUALMENTE TENEMOS EXPERIENCIAS FISICAS.
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AL BORDE DE UNA NUEVA GENERACION
Desde el principio de la década de los setenta, el término Nueva Era ha sido moneda de uso corriente para todos aquellos que de una manera natural han tratado de encontrar una nueva filosofía de vida más acorde con la mentalidad que se supone debe imperar en el siglo XXI. Nueva Era es sinónimo de Era de Acuario, de Nueva Generación, de tantas y tantas cosas que hoy día ya resulta difícil saber exactamente de qué estamos hablando.
Los "foros de las ciencias ocultas" lejos de ser un lugar de encuentro para los investigadores y estudiosos de los llamados fenómenos paranormales, se han convertido en un verdadero supermercado esotérico al que acceden cientos de personas ávidas por encontrar respuestas
a sus inquietudes. Allí se pueden encontrar pócimas de la suerte, amuletos, talismanes, fotografías del aura... en fin, cualquier cosa menos conocimiento de las potencialidades del ser humano, pues ésas quedan restringidas a los "profesionales" que tienen montado su negocio particular.
En ese contexto parece difícil que se puedan encontrar referencias válidas acerca del tipo de sociedad que nos espera en la Nueva Era. Sería necesario que los que ya están viviéndola nos dijeran cómo es y cómo han conseguido alcanzar el grado de consciencia requerido para acceder a ella. Tendríamos que comunicarnos con esas personas y plantearles todas nuestras inquietudes sobre ese futuro que todas las tradiciones apuntan y que parece estar tan cercano.
Abordar los temas más candentes: ¿cómo han solucionado ellos sus diferencias ideológicas, religiosas, políticas, culturales, económicas o de cualquier otra índole?, ¿cómo han superado los problemas de salud tanto física como psíquica?, ¿en qué estructuras sociales se apoyan?, ¿qué instituciones mantienen? Cientos de preguntas que a lo largo de los años han ido encontrando respuestas. Con ellas hemos dibujado las líneas maestras de una sociedad similar en evolución a la que nos espera a los hombres de la Tierra.
Para que pueda servir como elemento de trabajo debería ser tomada como una hipótesis, como un conjunto de ideas a desarrollar por cada persona, tratando de descubrir en qué punto sintonizamos con ellas y aportando nuestro matiz, con lo cuál el resultado final se verá mucho más enriquecido, y así, sin darnos cuenta, estaremos empezando a hacer realidad esa Nueva Generación.
Con objeto de poder entender el ciclo cósmico que está atravesando la Tierra es necesario antes detenernos en algunos aspectos ignorados y tremendamente fundamentales a la vez, y sin los cuales no podrían entenderse totalmente las razones del cambio.
EL RELOJ DEL COSMOS
Todo en el Universo es cíclico, todo está sujeto a movimientos de vaivén, de ida y vuelta, y en cada ciclo se producen manifestaciones, algunas de las cuales siguen siendo maravillas sujetas a leyes que permanecen ocultas. Sin embargo, el hombre, cada día más, está incorporando que, tarde o temprano, lo maravilloso se convertirá en cotidiano por obra y gracia de su inteligencia.
Con los movimientos de rotación y traslación, el ser humano comenzó a relacionarse con el Cosmos de una manera más consciente, más directa, lo que le permitió soltarse de la mano de unos dioses que hasta ese momento estaban mediatizando toda su existencia. Sin embargo, la Tierra y el sistema solar al que pertenece, tienen otro movimiento que, dada su larga duración, no ha sido registrado por los archivos históricos más antiguos siendo, por tanto, inconscientes de su duración y trayectoria.
Los datos más antiguos de que disponemos se remontan tan sólo a hace tres o cuatro mil años y aún éstos son parciales e inconexos. Así pues, cualquier acontecimiento anterior a esa fecha nos habría llegado muy deformado por la transmisión oral. Tal es el caso, por ejemplo, del famoso Diluvio Universal, recogido por diferentes culturas en diferentes lugares del planeta.
UN SOL DE SOLES
Alción, la estrella más brillante del grupo de las Pléyades, en la constelación del Toro, es el centro gravitacional sobre el que giran varios sistemas solares, entre ellos el nuestro. El tiempo que tarda nuestro sistema solar en dar una vuelta completa alrededor de Alción es de 25.000 años aproximadamente.
Esta enorme órbita cruza un anillo energético de alta vibración producido por dicha estrella, y lo hace en dos ocasiones durante su periplo, a la ida y a la vuelta, con una duración de 2.000 años en cada ocasión, es decir, que nuestro planeta tarda ese tiempo en atravesar ese anillo radiante. Esta vibración afecta notablemente a los planetas y a los seres vivos que los pueblan, en especial al ser humano, que ve alterada la estructura molecular de todo su cuerpo, siendo fundamentalmente sus glándulas pineal y pituitaria las más afectadas, lo que conlleva a medio plazo el desarrollo de facultades mentales insólitas hasta ese momento, como la telepatía, la clarividencia y la comunicación con planos superiores de consciencia.
La órbita alrededor de Alción es el período que marca una generación o colectivo de seres humanos que emprenden juntos un camino o etapa con un objetivo común. Hace 25.000 años comenzó en la Tierra la actual generación de la que formamos parte. Estamos entrando en un nuevo período energético de 2.000 años de duración, 2.000 años de luz después de 10.000 de oscuridad. Astrológicamente, estos 2.000 años corresponden al signo de Acuario, un signo de armonía, progreso, paz, conocimiento y claridad.
Hace 25.000 años recibimos de seres más evolucionados unas referencias claras para construir una sociedad regida por la armonía. A partir de ese momento un gran hito conmocionó las estructuras sociales del planeta. Fue llamado Revolución Neolítica. Esos seres humanos nos dieron las herramientas precisas para que nuestra generación lograra sus objetivos. Ahora estamos ante un nuevo cambio de estructuras aún más trascendente que el anterior, prácticamente al borde de uno de esos grandes ciclos vitales.
En estos momentos hemos perdido, por egoísmo, las referencias que nos dieron nuestros Hermanos Mayores, por eso no es casual que a partir de los años 60 hayan surgido movimientos filosóficos y revolucionarios como el Mayo Francés, los hippies, los ecologistas, pacifistas y objetores de conciencia, por citar solamente aquellos más populares. Todos estos movimientos son el presagio de que algo está cambiando, de que el hombre, en el fondo de su ser, no quiere ser víctima sin dejarse oír.
Llegado a ese punto y frente al portal de la Nueva Era, tú amigo lector, que tienes la inmensa fortuna de estar siendo protagonista de estas historia, si tuvieras que comenzar de nuevo, ¿OUE MUNDO HARIAS?
UN MUNDO NUEVO AL MENOS EN LA MENTE
Posiblemente, la pregunta anterior tenga infinidad de respuestas. La mayoría serían, seguramente, proposiciones excluyentes: sin guerras, sin agresiones ecológicas, sin violencia, sin ejércitos, sin racismo, sin miseria..., tantas y tantas cosas que han hecho de este planeta un lugar inseguro e inhóspito.
Sin embargo, también habría propuestas creativas y sorprendentes. Habría, por ejemplo, quien crearía una sociedad basada en el intercambio de servicios, sin dinero. Otros podrían pensar en una sociedad donde la justicia no fuera administrada por personas mediatizadas, sino por sabios que miraran dentro del alma humana, no sólo en un libro de leyes. Otros soñarían con una sociedad donde los recursos no fueran beneficiosos sólo para unos pocos; donde la cultura y la sanidad fuesen un bien común y prioritario; donde el ocio sirviera para hacer evolucionar aún más al ser humano; donde la religiosidad de los individuos no fuera manipulada e institucionalizada.
Parece una utopía y, realmente, hoy por hoy lo es. Pero no es un ideal inalcanzable. El Cosmos nos presenta la oportunidad de hacerlo, aunque para ello sea necesario que antes la idea germine en nuestro interior, porque sólo así, partiendo de una idea, es como se han construido los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, aquellos que perseguían un beneficio común para todos los hombres.
NO ESTAMOS SOLOS
Perfilar una nueva sociedad, como la que deseamos, no es algo que se haya de inventar. Somos parte del mecanismo cósmico, un engranaje complejo del cual desconocemos casi todo, pero si admitimos que somos parte de él, de su estructura, algún día podremos conocer otras civilizaciones que gozan ya de las ventajas de una sociedad armónica; civilizaciones que ya han pasado por la etapa en que nos encontramos los hombres de este planeta.
Cuando nuestra consciencia y nuestra humildad nos lleven a establecer ese contacto, descubriremos nuevas referencias que nos ayudarán en nuestro trabajo. Podremos empezar a construir la nueva sociedad con la ayuda que nos brinden los que tienen la experiencia. Podremos conocer comunidades de hombres y mujeres que, sabiendo cómo debería ser una sociedad armónica, han empezado a construirla con unos cimientos muy sólidos.
Son gente que, habiendo sufrido los mismos errores que nosotros, grabaron profundamente en su mente no volver a cometerlos. Quitaron de su lenguaje palabras como guerra, atropellos ecológicos, políticos, religiosos, raciales o culturales, y potenciaron palabras como armonía, paz, cooperación, amistad, solidaridad... Con estos conceptos, como soportes básicos de convivencia, han dedicado sus esfuerzos a investigar y desarrollar todo aquello que de una forma u otra beneficie al hombre.
Dominan, por ejemplo, el campo de las energías materiales, lo que se traduce en un mejor aprovechamiento de las mismas y un control absoluto de los riesgos que conllevan.
Conforman un mundo eminentemente científico, con el objetivo claro de comprender las leyes cósmicas que rigen el orden material, para de esa forma aplicarlas en el mejoramiento de la calidad de vida, no de una parte de la sociedad, como ocurre con nosotros, sino de la totalidad de los integrantes de ella. Consideran, además, que es a través de la ciencia como pueden llegar a un mayor y mejor conocimiento de esa energía que llamamos y llaman Dios.
El trabajo que realizan está marcado por la utilidad, la sencillez y la apertura a nuevas vías de conocimiento. Las tareas pesadas o desagradables las realizan máquinas o robots programados, dejando al hombre libertad y tiempo para reflexionar, para meditar, para utilizar su cerebro, cosas que para ellos son tan importante como pueda serlo para nosotros nuestra religión, y es que el desarrollo de las capacidades mentales está considerado como el mejor vehículo de evolución personal.
Consideran que es a través de ellas como pueden tener acceso a realidades aparentemente ocultas, que en planetas como el nuestro serían consideradas como de ciencia-ficción o como milagros. Así, han conseguido armonizar las manifestaciones de su mente, es decir, el consciente, el subconsciente y el inconsciente.
Son creativos, imaginativos, saben escuchar y practican la felicidad bien entendida, pues obran por deber, por auto responsabilidad, no por obligación. Esta filosofía de vida, que podría parecernos utópica, deja de serlo cuando se aplica y se enseña desde la base, en los primeros años de vida, a través de la familia o en los centros de enseñanza.
Conocen en qué punto de la escala evolutiva se encuentran, por lo que saben utilizar adecuadamente las referencias que les llegan de planos inferiores y superiores. Además, tienen incorporado el concepto de la reencarnación y al tener la capacidad de utilizar un 30% de sus potencialidades mentales (frente al 10% que utilizamos nosotros), recuerdan al menos las experiencias vividas en sus dos últimas encarnaciones, lo que les permite acceder, con bastante facilidad, al programa evolutivo de su actual vida, es decir, a saber para qué han nacido. De esta manera, sus relaciones de pareja son estables pues, al ser complementarios, ambos intentan ayudarse a conseguir los objetivos marcados antes de nacer, todo ello, naturalmente, dentro del amor y el respeto mutuo.
Carecen de prejuicios sociales, sexuales y religiosos y, prácticamente, han desterrado conceptos como la envidia, la mentira, la manipulación, el odio, las diferencias de clase o la lucha por el poder, lo que les permite caminar unidos en una sola dirección. Su capacidad de transmisión telepática les ha hecho eliminar reservas mentales y secretos, facilitando así una comunicación más libre, abierta y espontánea, consiguiendo, además, mayor equilibrio mental. Para ellos, el seres: la neurosis, la paranoia, la depresión, el temor o la falsedad carecen de sentido.
Un somero repaso a su organización social nos podrá dar una idea de cómo entienden estos hombres lo que es una relación de convivencia armónica.
Su sistema político no está basado en un sistema de partidos. Su desarrollo cerebral y el conocimiento que tienen de sus potencialidades les lleva a elegir, no al más carismático, sino al más sabio. Al contrario que en nuestro planeta, los ancianos son considerados de la máxima utilidad por su experiencia y su conocimiento del alma humana. Tienen un Consejo de Ancianos que rige el planeta, al frente del cual se halla el que consideran más sabio, es decir, aquél que mejor uso hace de su libre albedrío en beneficio de la comunidad.
La religión que practican está exenta de cultos o deidades, pues han comprendido que Dios está dentro de cada uno y, para reconocerlo, no necesitan instituciones religiosas que siempre están sujetas a interpretaciones parciales y limitativas. Siguen los dictados de su conciencia y, al ser puestos en práctica, comprenden mejor cual es la Fuente de dónde proceden. Opinan, con razón, que a Dios no se llega por la fe, sino por el conocimiento de sus manifestaciones.
Su economía no está basada en intercambios monetarios, sino en la aportación de servicios. Cada cual trabaja en lo que está más capacitado y de ello se benefician los demás, por tanto no encuentran sentido en acumular posesiones, pues todas sus necesidades físicas e intelectuales están cubiertas. Su sentido de la competitividad se desarrolla entre regiones para ver cual de ellas consigue, por ejemplo, el mejor proyecto de aprovechamiento de residuos urbanos o la mejor cosecha de cereales, o en el descubrimiento de un nuevo sistema de transporte más veloz y seguro.
No tienen ejército, lo cual no significa que estén indefensos, pues pertenecen a la llamada Confederación de Mundos Habitados de la Galaxia, la cual les protege ante cualquier tipo de interferencias que puedan provenir de seres humanos de un nivel evolutivo más bajo, pero que hayan alcanzado el suficiente desarrollo ticnol5gico como para poder acceder a su mundo, como podría ser nuestro caso en un futuro cercano.
Muchas de estas civilizaciones se prestan gustosas a ayudar en sus necesidades a planetas en dificultades. Por ejemplo, hay miles de testimonios de sus visitas a nuestro planeta, la mayoría de las veces con la intención de recoger muestras de vegetales y animales que, debidamente cuidados, permitirán en caso de necesidad, repoblar la Tierra. Muchas especies de fauna y flora que nosotros hemos aniquilado, están guardadas y protegidas por estos hombres, para que el día de mañana puedan volver a habitar en nuestro planeta.
El tema que más les preocupa es la formación, sobre todo la de los niños. Son conscientes de que una sociedad armónica tiene que vivirse y aprenderse desde pequeños. El respeto por la vida, tanto propia como ajena, y la responsabilidad de ser un individuo útil, en una sociedad donde no tienen cabida los parásitos, marcan los sistemas pedagógicos de todo el planeta.
Consideran que la vida siempre enseña y, de ese modo, están toda su vida aprendiendo, sobre todo aquellas materias que tienen la categoría de fundamentales, como lo es la Ciencia del Yo, a través de la cual intentan conocerse a sí mismos, a sus semejantes y, consiguientemente, el papel que desempeñan en el gran entramado cósmico.
Los niños permanecen, durante los siete primeros años de vida, bajo la tutela familiar, sobre todo materna. Dado que el niño necesita fundamentalmente estímulos afectivos, y puesto que su madre está sintonizada con él por su permanencia en el vientre, se determina que sea ella quien tenga la responsabilidad de que esos estímulos lleguen y formen parte de la personalidad del niño. Con ello se forman personas amables, pacíficas, colaboradoras y abiertas.
El padre, durante ese tiempo, le está proporcionando estímulos de participación social, aunque éstos siempre están supeditados a los estímulos afectivos. La madre tiene la responsabilidad, lo cual no significa quepo haga otras cosas. Por supuesto estudia y trabaja, y durante ese tiempo, el niño está en centros de aprendizaje social donde recibe instrucción a base de despertar potencialidades como la imaginación y la fantasía, el cálculo y la escritura.
Como son civilizaciones que han sabido desarrollar sus potencialidades de una manera armónica, sus escuelas de niños, a partir de los siete años, son centros tecnológicos donde aprenden la estructura a nivel atómico de cuanto les rodea, por tanto, tienen frecuentes salidas de investigación, incluso a otros planetas. Las asignaturas no difieren de las de los mayores más que en el nivel de profundidad. Estas asignaturas son, entre otras: matemáticas, geometría, geología, biología, astronomía, psicología, sociología, música, pintura, tecnología energética, etc., es decir, una formación integral tendiente al conocimiento exhaustivo de la naturaleza en todas sus manifestaciones y del papel que el hombre desempeña en ella.
A pesar de lo diferente que pueda parecer la vida de estos hombres si la comparamos con la nuestra, hemos de tener en cuenta que sólo están un peldaño más por encima de nosotros en la escala evolutiva dentro de la dimensión humana y que aún hay otros tres peldaños más por encima de ellos, antes de pasar a otras dimensiones cósmicas.
No están tan lejos de nosotros, ya que hoy nos encontramos cerca de dar el gran salto hacia una nueva generación. Tan sólo hace falta querer formar parte de un mundo similar al de esas sociedades más evolucionadas; querer y adoptar la postura mental adecuada, lo demás vendrá sólo si no renunciamos a ser felices.
No tenemos que inventar la nueva sociedad, porque ya está inventada y practicada por seres humanos que un día -como esperemos que ocurra con nosotros-, decidieron ser felices y romper lo que parecía inamovible.
Pongamos en práctica nuestra idea de lo que es una sociedad armónica con los más cercanos, con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo..., ése será el indicativo de que al menos mentalmente, estamos preparados para formar parte de la Nueva Generación.
Continuará.....
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