Hay un refrán popular que dice "Quien siembra tomates no puede recoger zanahorias, recogerá tomates".
Este adagio que por su sencillez expresa una verdad tan evidente, nos hace plantearnos, desde el punto de vista metafísico, ciertas cuestiones relacionadas con nuestras vidas, nuestras circunstancias, y nuestras asociaciones, ya que no podemos olvidar que la sabiduría popular, que se ha acumulado como resultado de la experiencia vital de muchos siglos, también expresa el funcionamiento de las Leyes Cósmicas, aunque lo haga de una forma poco ortodoxa.
Es evidente que los metafísicos, hasta que no han alcanzado un cierto grado de desarrollo interno, y han producido una cierta transmutación interior que se refleja en su forma de pensar y actuar, todavía sienten la influencia de los usos y costumbres profanos, por lo que es conveniente que recordemos cuales son, para que si estamos dispuestos a ello, podamos acelerar el proceso de transformación en nosotros consiguiendo, así, que las cosas cambien para nosotros.
Una de las formas más acentuadas en el proceder habitual de los profanos, es el considerar el resultado de la existencia desde dos puntos de vista al mismo tiempo:
El primero, por regla general, es el de considerar que todo aquello que conseguimos, nuestros éxitos, y nuestros haberes positivos, son el fruto de nuestras virtudes y de lo bueno e inteligentes que somos.
El segundo es el de pensar que aquello que para nosotros es un fracaso, que tiene un efecto negativo sobre nuestras personas o sobre nuestro entorno, o que resulta en una catástrofe para nosotros, está provocado por los demás.
Es curioso constatar esta debilidad tan humana que nos lleva a considerar que lo bueno que nos acontece, o con lo que nos relacionamos, es producto de nuestras capacidades y de nuestros méritos, pero de lo que no es tan bueno, o es francamente malo, no queremos reconocer nuestra responsabilidad en ello sino que, curiosamente, lo achacamos al resultado de los pensamientos y de las acciones de los demás
Aunque en esto se encuentra involucrado un proceso psicológico de autoestima de nuestro ego, también en el mismo se encuentra un deseo evidente de huir de la realidad y de la responsabilidad que nos compete ante la vida.
De la misma manera que es muy fácil y gratificante el considerarnos merecedores, por méritos propios, de todo lo bueno que nos acontece, así mismo es muy fácil, y liberador para nuestras conciencias, el pensar que lo malo que nos pasa es porque los demás son los causantes de esas desgracias.
Si bien es cierto que esta es una actitud profana, también es cierto que existe otra actitud, sobre todo en personas que aún siguiendo el sendero del esoterismo y que aún no han alcanzado un cierto grado de desarrollo interior, se encuentran en un camino intermedio entre el estado de ceguera del profano, y la toma de consciencia plena del esoterista desarrollado.
Esta actitud intermedia supone un cierto reconocimiento de la Ley Cósmica y, en consecuencia, de su aplicación, pero de una manera muy parcial y ajustada, hasta cierto punto, a la manera de pensar y proceder de los profanos.
¿Cómo se procede en estos casos? Cuando el principiante, y al decir principiante no nos referimos a quien hace poco ha empezado el sendero esotérico, sino al que aún no ha producido un cambio interno, aún a pesar de poder llevar mucho tiempo en el sendero, trata de aplicar la Ley Cósmica cuando le va bien, y procede de manera profana cuando no le conviene actuar como esoterista, pensando, consciente o inconscientemente, que, por el hecho de encontrarse en el sendero de la evolución permanente, está exento del cumplimiento de la Ley Cósmica, y que a él o a ella no le puede pasar lo mismo que a un profano.
Esta actitud intermedia es muy particular y engañosa porque, si bien es cierto que la Ley Cósmica actúa sobre todos de una forma impersonal, también es cierto que quien tiene conocimiento de la Ley también tiene mayor responsabilidad por lo que la advertencia punitiva, en caso de transgresión de la Ley, es mucho más fuerte que para quien no la conoce. Ambas formas de pensar y actuar, la del profano, y la del esoterista que se halla al principio del sendero, pueden presuponer, en principio, dos posibilidades que sabemos que son falsas:
1°) Que no tenemos control sobre nuestras vidas, ya que otros pueden causar nuestras desgracias, que no nuestros éxitos.
2°) Que la Ley Cósmica es injusta porque causas externas a nosotros, entre las que se podrían contar el azar o la suerte, nos influenciarían.
Como metafísicos sabemos que para una mente sensata es imposible pensar que las Leyes Cósmicas son injustas, y como esoteristas no podemos admitir que sean los demás los que con sus pensamientos y acciones gobiernen nuestra vida.
En el Cósmico, tomando a este como el conjunto de todo lo existente, en todos los planos, así como las Leyes que rigen todo lo creado, y la inteligencia subyacente en todo, sabemos que el Universo, y nuestras vidas como parte de ese Universo, se mueven por los siguientes conceptos
El Pensamiento
La Acción
La Omisión.
Todo lo que se manifiesta tiene su origen en el pensamiento que, e nuestro caso particular, es el que concibe aquello que ha de realizarse.
Los pensamientos, que sabemos que generan ondas de energía que viajan por el espacio, tienen una condición magnética por medio de la cual atraemos aquello que pensamos.
Si pensamos en términos de armonía, en bien, en positividad, el resultado es que atraeremos armonía bien y positividad a nuestras vidas. Si el pensamiento es negativo, inarmónico y malévolo, el resultado será desarmonía, negatividad y mal en nuestra existencia.
Ante esta circunstancia se puede argumentar que hay ciertas personas que, aunque tienen esos pensamientos positivos, a veces atraviesan por circunstancias penosas. Es cierto que esto pudiera suceder, si tenemos en cuenta que estamos sometidos a la Ley del Karma, la ley de causas y efectos, y que como resultado de pensamientos inadecuados mantenidos hace ya cierto tiempo, tengamos la compensación negativa adecuada por causa de esos pensamientos.
Pero una persona bien evolucionada, que tiene un concepto claro de la Ley Cósmica, cuando se encuentra ante esas circunstancias adversas, sabe reconocer que son el resultado de ciertos pensamientos discordantes que tuvieron su origen hace ya tiempo y cuyas consecuencias pueden aparecer más tarde, aunque con la consciencia plena de que éstas aparecen en el momento más propicio para proporcionarnos una lección provechosa de índole positiva.
El metafísico, que se encuentra ante dichas circunstancias adversas, al reconocerlas como el resultado de pensamientos anteriores que no fueron todo lo correcto que debieron ser, además de que lo comprende y de ello deriva un bien, por el hecho de aceptarlo, asumirlo, y aprender la lección que le corresponda, hace que esta se vea suavizada en su rigor.
La acción, o aquello que realizamos, tiene, así mismo, un efecto determinado sobre nuestras vidas ya que la ley universal establece que toda acción tiene una reacción, en sentido contrario, y con la misma intensidad que ésta ha sido puesta en movimiento.
Esto quiere decir que acciones positivas generan resultados positivos, mientras que acciones negativas generan reacciones negativas.
La omisión tiene también su efecto: El bien, que pudiéndose hacer no se ha hecho, genera un vacío que será llenado por una reacción negativa.
El mal que pudiéndose hacer no se ha hecho, genera una condición positiva que tendrá efectos armoniosos sobre nosotros.
Dicho de otra manera: Recogemos aquello que pensamos, aquello que hacemos y lo que omitimos hacer, y siempre en la medida y según las condiciones que hayamos generado, por ello, de acuerdo con lo que hemos definido, que nadie que haya hecho un bien espere un mal, y que nadie que haya hecho mal espere un bien.
En cierto modo somos como sembradores que recogemos lo que plan-tamos.
La Ley Cósmica es impersonal y justa. Es como si cada uno de nosotros nos encontráramos en una corriente que mana en una dirección determinada, si estamos en armonía con dicha corriente el resultado es que, aprovechándola, llegaremos allí donde nos hayamos propuesto llegar.
Si entramos en contradicción de la corriente armónica universal, o no sabemos aprovecharla adecuadamente, el resultado es que tendremos que padecer el entrar en contradicción con la misma.
Pongamos un ejemplo práctico: Supongamos que una persona tiene un negocio y que no actúa de acuerdo con la ética comercial. Por algún tiempo es posible que tenga algunos éxitos que, por supuesto atribuirá a su astucia en los negocios, pero pasado algún tiempo, sin duda alguna, le surgirán competidores que tendrán más éxito que él y fracasará; puede tardar más o menos, pero no podrá mantenerse indefinidamente en su incorrección y entonces, es posible, atribuirá su fracaso a los demás.
Mientras que aquellos que tienen un comportamiento justo, que sus servicios son eficaces, que atienden bien a los clientes, y se renuevan constantemente, así como tienen una ética intachable, podrán permanecer por tiempo indefinido en el negocio.
Pero si no hay ética se producirá desconfianza. Si no hay eficacia, se generará mala fama sobre ese servicio. Si no hay deseos de dar lo mejor a la clientela, y además se hace, ésta buscará nuevos proveedores.
Si no hay renovación, el negocio se volverá obsoleto y fracasará por desfasado. Si no hay diligencia y nuevas ideas, la competencia les ganará puestos.
¿Todo esto quiere decir que son otros los causantes de los males de quien fracasa?
Eso quiere decir que hay una incapacidad manifiesta en saber expresar los principios de honestidad, eficacia, positividad, servicio y renovación.
Se puede afirmar que aquellos que actúan de acuerdo con la Ley Cósmica, y con pleno conocimiento de los mecanismos de la vida, sabrán que sus éxitos son el fruto de sus esfuerzos, y que sus fracasos son el resultado de su desajuste con las fuerzas cósmicas.
Ese desfase, si lo sabemos ver y corregir a tiempo, no necesariamente será algo negativo, sino un toque de atención que nos puede servir para tomar consciencia de nuestros fallos y mejorar continuamente.
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AYUDEMOS A NUESTROS HERMANOS
Debido a un acontecimiento reciente, hemos tomado conciencia de la gran ayuda que podemos dar a los seres que entran a la encarnación y a los que salen de ella, con sólo unos segundos diarios, incorporándolos a nuestra meditación.
Para los seres que encarnan, visualizamos un bebé dentro del planeta Tierra etérico con irradiación verde y lila, por espacio de 30 segundos al tiempo que decimos los mantras SHIRIM y GLAUM, e invocamos a las Amadas María y Kwan Yin, para que cuiden todos los bebés y transmuten y perdonen su karma.
Para seres que desencarnan, visualizamos un alma envuelta en su llama trina, elevándose a una fuente de luz muy resplandeciente, envuelta en llamas azul zafiro, violeta, amatista y blanco, por espacio de 30 seg., pronunciando los mantras GLAUM, SAUHU Y AIM; invocamos a los Amados Miguel, Zadkiel y Amatista y a Serapis Bey para que con la acción combinada de sus llamas, permitan que todo ser que desencarna pueda elevarse a los planos de la luz, cortando y transmutando las energías mal calificadas que los atan al plano físico, retrasando su regreso a la Luz.
Sólo "1 minuto" nos toma ayudar. Recordemos que la mejor manera de agradecer esta herramienta es utilizándola.
Veamos lo que nos dice la Amada Kwan Yin a este respecto:
"...Las demandas de Misericordia que llegan a la Junta Kármica han sido abundantes este año pasado. Nos parece que la humanidad está convencida de que existen ciertos problemas que no pueden ser resueltos mediante el esfuerzo humano. Dentro de todas estas áreas problema sobre el planeta, allí "Yo ESTOY".
"Cualquiera sea el nombre que esas personas usen, para invocar a la Deidad, porque YO SOY una fuerza de radiación y represento a la Junta Kármica. Yo atraigo las energías de estas llamadas y las presento delante de la Junta Kármica. Somos Seres de Amor y Compasión, que trabajamos con gran desprendimiento impersonal porque la Ley Kármica debe ser respetada.
"Sin embargo, también suplicamos a los Reinos Superiores de la Luz para que las misericordias infinitas de Dios sean dispensadas a la Tierra, para transmutar la causa y núcleo de estos problemas (hambre, guerras, pestilencia, etc.) y traer sus soluciones..."
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SIGNIFICADO DEL SIMBOLO DE LA CRUZ
Si hay un símbolo que represente, de manera universal al hombre, y que se ha utilizado con dicho significado en todas las épocas y civilizaciones, ese es el símbolo de la Cruz.
Vamos a reproducir en este escrito parte de un capítulo del libro de René Guenon, posiblemente el mayor estudioso de la simbología del esoterismo del siglo XX, titulado: "El simbolismo de la cruz", que trata del Simbolismo Metafísico de la Cruz.
"La mayoría de las doctrinas tradicionales simbolizan la realización del "Hombre Universal" por medio de un signo que, en partes, es el mismo, ya que, tal como dijimos al principio, es de los que se relacionan directamente con la Tradición Primordial: el signo de la cruz, que representa de modo muy claro cómo esta realización se alcanza por la comunión perfecta de la totalidad de los estados del ser, jerarquizados en armonía y conformidad, desarrollándose tanto en el sentido de "amplitud" como en el de "exaltación".
"En efecto, este doble desarrollo del ser puede ser visto como si se realizase, por un lado, horizontalmente, y por otro, verticalmente, es decir: dentro de la superposición jerárquica de todos los grados. Así, en el sentido horizontal representa la "amplitud", o extensión íntegra de la individualidad, tomada como base de la realización, extensión que consiste en el desarrollo indefinido de un conjunto de posibilidades sometidas a ciertas condiciones especiales de manifestación; ha de quedar claro que, en el caso del ser humano, esta extensión en absoluto se limita a la parte corporal de la individualidad, sino que comprende todas las modalidades.
"En el sentido vertical representa la jerarquía, que también, y con mayor motivo, constituye una serie indefinida de estados múltiples del ser, cada uno de los cuales, visto así íntegramente, es uno de esos conjuntos de posibilidades que se refieren a otros "mundos" o grados, comprendidos en la síntesis total del "Hombre Universal". En esta crucial representación, la expansión horizontal corresponde al número indefinido de modalidades de un mismo estado de ser considerado íntegramente, y la superposición vertical a la serie indefinida de estados del ser total.
"Por otro lado es evidente que el estado cuyo desarrollo viene representado por la línea horizontal puede ser un estado cualquiera; de hecho sería el estado actual en el que se encontrase, en cuanto a su manifestación, el ser que realizara el "Hombre Universal", estado que sería para él el punto de partida y el soporte o base de dicha realización".
No obstante ser muy claro el simbolismo de las líneas horizontal y vertical que componen una cruz, y que pueden explicarse muy ampliamente, como lo hace el esoterista René Guenon en los párrafos antes citados, la cruz ha tenido otros simbolismos de carácter exterior, o exotérico, que han sido adaptados y modificados por diferentes cultos y creencias. Por ejemplo: en siglos anteriores al cristianismo entre los cartagineses y fenicios el signo de la cruz fue empleado como instrumento de sacrificio al dios Baal.
Los persas lo consideraban como un talismán de protección contra el mal y la muerte.
Para los galos era considerado como un símbolo solar dotado de poderes creadores y fructificadores.
Entre los indios precolombinos de América Central y Meridional era objeto de culto como representación del dios de la lluvia.
Por regla general, en la antigüedad fue considerado un símbolo de vida pero también, al ser utilizado como instrumento de ejecución por parte de los romanos, persas, griegos, asirios, egipcios, etc. también ha sido utilizado como símbolo de la muerte.
Para los cristianos la cruz ha simbolizado ambos aspectos, el de la muerte y el de la vida, simbolizados por la pasión y muerte de Jesús y su posterior resurrección.
Sin duda, el símbolo de la cruz es el símbolo universal más antiguo y extendido en todas las civilizaciones.
Aunque muchas personas creen que la cruz es un símbolo cristiano, sabemos muy bien que sus orígenes son muy anteriores, se remontan al origen de los tiempos, y que muchas civilizaciones han utilizado el símbolo de la cruz, en sus diferentes formas, y siempre con el mismo significado.
La cruz es el símbolo de la humanidad arquetípica: Su eje vertical simboliza las fuerzas que provienen de lo espiritual bajan a lo material; significa también el elemento masculino, activo, y celestial en toda manifestación.
El eje horizontal simboliza el horizonte, la materia que es fecundada por las fuerzas espirituales y la hacen viva; simboliza, así mismo el elemento pasivo, femenino, terrenal.
Ambas polaridades, unidas simbólicamente por los ejes vertical y horizontal, simbolizan el ser humano total.
El punto donde se unen ambos ejes representa también el principio de todas las cosas, el inicio de la consciencia, y cuando se simboliza por un círculo, aquello de Cósmico que posee el Ser Humano.
Así mismo los cuatro puntos, formados por los dos ejes unidos de la cruz, simbolizan el norte, el sur, el este y el oeste y, en definitiva, la posibilidad de expansión del ser humano en todas las direcciones.
Estudiaremos ahora algunas de las formas más importantes como se ha simbolizado la cruz.
CRUZ ANSATA
Llamada también la cruz de la vida, cruz con asas, o cruz Ankh.
Está formada por una cruz en forma de T, en cuya parte superior se encuentra un círculo.
Simboliza la inmortalidad, y la toma de consciencia del ser humano de su divinidad, así como de que es un ser eterno.
Su simbolismos consiste en lo siguiente: En la medida en que el eje horizontal, que simboliza la materia, es vitalizado por el eje vertical, que simboliza el espíritu, se produce una elevación de la materia que, al alcanzar el grado más alto en el mundo del espíritu, sintoniza con Dios, haciendo posible la toma de consciencia de la divinidad en el Ser Humano.
Esta cruz fue utilizada, sobre todo, en la civilización del antiguo Egipto, donde simbolizaba la unión del aspecto masculino de Osiris, y el femenino de Isis.
Era un atributo de la diosa Maat, la diosa de la verdad de los antiguos egipcios, y simbolizaba que solo por medio de la verdad se podía acceder a la inmortalidad.
LA CRUZ TAU
Simbolizada por una T, o por el eje horizontal en el vértice superior del eje vertical.
Es también una forma muy antigua de cruz, y representa a la materia que ha escalado por completo el mundo del espíritu, lo cual supone, automáticamente, la adquisición del poder espiritual que puede ser manifestado en el mundo de la materia.
Este tipo de cruz se ha encontrado no sólo en Europa, sino también en vestigios muy antiguos de civilizaciones asiáticas y americanas.
Los nórdicos primitivos asociaban este símbolo al martillo de Thor, por cuanto simbolizaba poder espiritual manifestado en la materia.
CRUZ CÓSMICA
Llamada también la Cruz de San Andrés, que tiene sus cuatro brazos iguales, y que representa la igualdad y perfección de la Ley Cósmica en su manifestación.
Precisamente este tipo de cruz es, como lo muestran los escritos, la que se ha escogido para simbolizar el logotipo de la Orden Rosacruz.
CRUZ SVÁSTICA
Formada por dos S cruzadas, o por dos Z, también cruzadas.
Es tal vez uno de los símbolos representativos de la cruz más antiguos de la humanidad, y también de naturaleza universal, ya que se han encontrado formas diferentes de svásticas en los cinco continentes.
Desgraciadamente, al haberse utilizado una de las formas de svásticas por el régimen político nazi, en occidente ha caído en el descrédito, aún siendo una forma de representación de la cruz que es muy apreciada en oriente, donde se reconoce su aspecto sagrado.
La svástica es muy apreciada en la India y el nombre por el que conocemos procede de la palabra "su-asti", que se deriva del antiguo idioma sánscrito y significa "Está bien", o "Que le vaya bien".
La svástica simboliza el movimiento constante de la vida, que si gira hacia la derecha, es de carácter positivo y si gira hacia la izquierda es de índole negativa.
La svástica tiene también como significado, el movimiento constante del Sol, dador de vida, por lo que su uso por algunas civilizaciones ha simbolizado, a veces, un linaje solar.
Cuando la svástica es representada por la unión de dos Z, simboliza el poder y la fuerza espiritual. Precisamente este tipo de svásticas se han encontrado en las antiguas catacumbas cristianas, para simbolizar el poder del Cristo, y también se halla, con dicho significado en algunos templos, como la catedral de Valencia.
Mientras que cuando la svástica se simboliza con la unión de dos S, significa un movimiento suave y armonioso de la vida; con ese significado se la encuentra en antiguas inscripciones de países del Norte de Europa, y entre los vascos en España.
También dicho símbolo se ha simbolizado con la unión de piernas, para simbolizar el movimiento vital en el ser humano.
DIVERSOS TIPOS DE CRUCES
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QUIÉRETE
¡Quiérete, pues no hay nadie más importante para ti que tú mismo; y no hay nadie a quien desees más ver feliz que a ti mismo; y no hay nadie por el que hagas más esfuerzos por conseguirlo que por ti mismo! No seas cínico y no te creas que lo haces por los demás, mientras tú no estés lleno de TODO no podrás entregarte totalmente a los demás por los demás.
"Cuando deseamos algo es una muestra evidente de nuestra carencia, se desea lo que no se tiene", (si no ¿para qué desearlo?). Cuando estamos vacíos por dentro y en la ignorancia lógica de nuestra evolución buscamos llenarnos con cosas externas, estamos reflejando nuestros deseos terrenales. En nuestros propios desengaños y sufrimientos vamos encontrando las claves de lo que es ilusorio; tanto como vamos avanzando paso a paso en nuestro camino percibimos que las realidades no están en lo externo sino dentro de nosotros.
Ese conocimiento que hemos ido adquiriendo tan lentamente ya forma parte de nuestro ser y nadie nos lo podrá quitar aunque nos maten, porque, "Lo más que podéis hacer es quitarme la vida, y aún así seguiré viviendo" tal como decía un gran Iniciado. Realmente, "cuando perdemos el miedo a perder" es cuando en verdad comenzamos a VIVIR.
Al vivir nos vamos dando cuenta de lo que nos rodea, vamos apreciando la belleza que nos enseña a ser y también vemos la fealdad, que también nos enseña a ser. "Si algo nos molesta estamos reflejando el opuesto de lo que nos falta", por ejemplo: si veo maldad, no es porque sea malo, sino porque me falta bondad (el bonachón nunca ve maldad en los demás, y sí insistimos en ello, la disculpa o la justifica). Si reconciliamos los opuestos es como podremos conseguir poco a poco la armonía.
El sano "egoísmo" es la mejor arma para nuestra evolución, si lo aplicamos para nuestro bien. Cuando desde dentro sientes necesidad de hacer algo, piensa que es por ti y hazlo, si de ello se benefician los demás, mejor que mejor. Si de verdad somos sinceros con nosotros mismos iremos poco a poco conociendo lo que tenemos y de lo que carecemos, dicho de otra manera, conoceremos nuestras virtudes y nuestros defectos; sabremos lo que nos beneficia y lo que nos perjudica; lo que tenemos de bueno para utilizarlo en el bien y sabremos de nuestra ignorancia que utilizamos en el mal, aprenderemos lo que debemos aprovechar y de lo que nos deberemos desprender. Si en tu análisis de lo que te perjudica le echas la culpa a alguien, párate, piensa que "Nadie tiene la culpa de lo que te pasa, más que tu mismo" por lo tanto vuelve a reflexionar y encontrarás en ti el motivo.
Para explicar gráficamente todo lo expuesto anteriormente, nos podemos imaginar que somos como un gran depósito dividido en compartimentos, imaginemos que cada uno de esos compartimentos son las características o atributos de Dios que el hombre posee en esencia al haber sido creado a su imagen y semejanza. Pero nuestro ser al haber descendido tanto de vibración hacia la manifestación se ha visto afectado de esa disminución y por consiguiente los compartimentos o atributos se han mermado en la misma proporción.
Las experiencias de la vida son las que nos hacen conocer, comprender y por consiguiente volver a llenar esos compartimientos, elevando así nuestra consciencia hasta el punto de saber lo que realmente somos, pudiendo llegar así al lugar de donde partimos, el Todo.
Si nos basamos en la cábala a estos atributos los llamamos las séfiras de la misericordia, justicia, belleza, fuerza, etc., si nos basamos en las siete virtudes: voluntad, caridad, etc., si en las 144 características como: paciencia, valentía, firmeza, etc., o cada uno en la forma en que sienta la perfección de las diferentes cualidades del hombre.
Cada uno de nosotros en este momento tenemos cada compartimiento a un nivel diferente, pongamos un ejemplo: tengo un amigo que en su trato con la familia es lo que solemos definir como: "deja mucho que desear", les grita a sus hijos, le pega a su mujer, etc., pero si alguien le pide algo de lo que tiene, sin pensarlo un solo momento lo da sin pedir nada a cambio. Muchos de nosotros sin embargo nos comportamos bien con la familia, somos un modelo de lo que la sociedad demanda, pero somos incapaces sin una previa reflexión y sopesando los pros y los contras de satisfacer las demandas de los demás cuando alguien nos pide algo.
Si yo tengo un compartimiento al sesenta por ciento y otro al veinte por ciento, y tu tienes los mismos al 80 y al 40%, la acción resultante de la combinación de ambos se verá afectada de una manera sustancial en tí y en mí (he aquí la ley del triángulo). Por la misma razón el conjunto de todos nuestros compartimentos (o atributos) nos da como resultado una forma de expresarnos y conducirnos diferentes en cada uno.
Cada persona según sus carencias tiene una prioridad diferente, una escala de valores, una necesidad de compensar un compartimento u otro para crear un equilibrio interno, y conseguir así la armonía, la felicidad que a fin y al cabo es la meta única para todos. El desequilibrio exagerado de dichos compartimentos nos dará evidentemente un desequilibrio interno, y el equilibrio proporcional de los mismos nos dará una armonía interna que nos hará sentirnos en paz con nosotros mismos, independientemente del nivel de consciencia que hayamos alcanzado; una persona puede ser feliz y estar en paz consigo mismo y con los demás aunque no haya llegado al nivel del despertar de la consciencia.
Esto nos da como resultado una personalidad diferente en cada uno. Si sacamos la media aritmética de la suma del llenado de todos nuestros atributos, nos dará también un nivel diferente en cada uno, ese nivel nos hace ver la vida desde más abajo o desde más arriba, ese es nuestro nivel de consciencia, por lo tanto nuestra comprensión sobre lo que nos rodea es también diferente. A cada nivel se nos hace evidente una realidad, en los niveles más bajos solo vemos la materialidad y buscamos llenar esos compartimentos o carencias con lo externo, a otro nivel viene el despertar a otra realidad y ya no buscamos solo en lo externo esa carencia. Existe un punto en el que como dicen nuestros rituales, agradecemos la llegada de la Luz, o sea, hemos llegado al nivel suficiente en el que la pared de nuestras limitaciones ya no nos impide ver la Luz; otro en el que hemos visto el BIEN, y si no es para el bien no sabemos actuar etc.
Desde el nivel cero hasta el diez tenemos por ejemplo diez planos diferentes, diez formas diferentes de sentir y la realidad y de actuar, de comportarnos etc., y todo este compartimiento afecta a nuestro alrededor así como nuestro alrededor también nos afecta. En este mundo convivimos todos juntos aun siendo cada uno de un nivel, con una personalidad y unas prioridades diferentes y nos vamos ayudando y estorbándonos mutuamente (en apariencia), este vivir en multiplicidad es lo que nos hace desarrollar nuestra personalidad interna y externa, esa multiplicidad es la que nos va dando la experiencia necesaria para el llenado de esos compartimientos o atributos que harán que al final, cuando todos estén llenos podamos decir: "la obra de Dios es hermosa".
"Dios creó el Universo más perfecto que se podía hacer. No hay otro mejor. Porque conociendo todas las posibilidades y todos los resultados pudo elegir el mejor". Si por ejemplo un arquitecto hace una obra y se la considera perfecta, es porque nadie le pone defectos, en cuanto uno sólo pueda decir y demostrar que otra solución hubiera sido mejor, está dejando por sentado que la obra, aunque sea buena, no es perfecta, y en la obra de Dios nadie puede decir con conocimiento de causa que tuvo otra solución mejor.
Nadie hace nada en contra de sí mismo, la diferencia en la forma de actuar del hombre es que con la limitación proporcional de su evolución, no conoce todas las posibilidades, pero actúa con el mismo principio Divino del mejor resultado con el menor esfuerzo; el que actúa en contra de los demás no cambia el principio de actuación de Dios en el hombre, sino que en su desconocimiento de la verdad y de las leyes que la rigen, cree que su solución es la mejor PARA EL.
Entendamos esta simplicidad dentro de la complejidad aparente de este mundo y VIVAMOS Y DEJEMOS VIVIR, y al final podremos decir: "No se pudo crear un mundo mejor que éste, la obra de Dios es perfecta."
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