LA MEDITACIÓN
La meditación calma la tempestad, enciende el fuego y te hace bailar como a las llamas.
Medita en la luz. Cierra los ojos. Enciende dentro tuyo un fuego: una hoguera, una vela, un faro, un incendio forestal o el mismo sol; tanto da, según tu humor. Con un poco de imaginación no te resultará difícil mantener ese fuego, sentir cómo se propaga hasta los límites de tu piel y dentro de tu cerebro. Tanto mejor si eso te parece un juego de niños. Así te resultará más fácil. Tómale el gusto, antes de que tu mental se inmiscuya con toda su razón y su seriedad, para convencerte de que ya eres demasiado mayor para entretenerte con juegos infantiles.
Llénate por completo, de pies a cabeza de esta sensación de ser limpiada y purificada por el fuego. Mantén ese fuego tanto tiempo como puedas, ya que no me cabe la menor duda de que a los quince minutos como máximo, tu mente habrá conseguido al final convencerte para que lo dejes. No te preocupes,
A algunos les resultará más fácil utilizar el agua que el fuego o la luz para meditar. El color azul del agua es ya de por sí relajante. Imagina pues que te convertís en río y fluye tranquilamente a través del cosmos. Contempla el agua azul, de un azul tan bello como el del Mediterráneo.
Otra forma es sentándote y cerrando los ojos, dejando en seguida que vuestra imaginación te aporte una luz blanca y difusa y deja que ésta penetre en todo tu cuerpo físico, incluido el cerebro. Todo se llena de luz, no queda lugar para nada más. Juega con esa luz como lo haría un niño con una nube. Haz de ello un juego interior de la ¡imaginación, hasta que una agradable sensación de calma y dulzura se instale al nivel del plexo solar y del corazón.
Se puede hacer sentado o caminando en solitario. Andar activa la imaginación y ayuda a mantener con mayor facilidad las imágenes interiores de esa luz blanca.
Tu envoltorio terrestre también tiene necesidad de la luz del sol. Ese astro maravilloso ilumina, calienta y desencadena toda una serie de reacciones químicas, tanto en la naturaleza como en tu cuerpo. Los baños de luz son mal importantes que los baños de sol como tales y, sobre todo, no comportan ningún riesgo.
Es lamentable que las personas que trabajan de noche no se reserven una hora de baño de luz, en bien de su equilibrio físico. Tan sólo una hora basta para mantener un buen equilibrio. En caso de que, por impedimentos físicos -trabajo, enfermedad, encarcelamiento, etc.-, les resulte imposible destinar este tiempo a la exposición cotidiana a la luz del día, que intenten al menos compensarlo mediante una meditación en la luz espiritual.
Insisto en recordarte que no es necesario sentarte o arrodillarte bien tranquila para meditar. Las técnicas que acabo de describir pueden realizarse, por ejemplo, mediante movimientos de danza inspirados en el fuego. ¿Acaso no bailan las llamas sobre el tronco en la hoguera, o de una rama a otra en el bosque incendiado? Conviértete, pues, también en fuego gracias al movimiento. Este te permitirá ser cada vez más fuego.
EL TRABAJO
Te sugiero el recogimiento antes de empezar a trabajar. Existía en otros tiempos la práctica cristiana de ofrecer el trabajo a Dios mediante una plegaria. Lamentablemente, esta costumbre no figura ya entre el conjunto de prácticas de oración. Sí te resulta difícil orar, serénate al menos sin verbalizar nada. Retírate a tu propio interior como para delimitar un círculo de protección que te guarde de perderte.
Insisto en la necesidad de este círculo de protección al inicio de la jornada. Durante la misma y cada vez que pienses en ello, serénate durante unos segundos, con lo que asegurarás la continuidad de este círculo de protección a modo del guerrero que, antes del combate, contempla sus armas para reafirmar su confianza en la inminente victoria. Observarás que durante este pequeño ritual se produce sencilla y espontáneamente una respiración regular. Es la señal de un nuevo comienzo. Puesto que este momento de serenidad genera bienestar, el hábito se hará cada vez más fácil y su mecanismo se activará cada vez que te resulte necesario reforzar el círculo de protección.
Es probable que a algunas personas les resulte al principio prácticamente imposible serenarse, ni tan sólo durante algunos segundos. Sugiero entonces el siguiente juego: si estás solo, camina en círculo en sentido contrario a las agujas del reloj hasta que notes cierto aturdimiento. Camina lentamente, sin pensar en nada concreto y sin verbalizar nada. Si lo prefieres, imagina que tiras de un hilo de lana, deshaciendo todo un tejido mientras caminas. En otras palabras, imagina que deshaces las marañas de tus solicitaciones.
En caso de que la situación no te permita realizar este juego físicamente, hazlo mentalmente y conseguirás el mismo efecto. También puedes conseguirlo dibujando repetidamente sobre un papel círculos en sentido contrario a las agujas del reloj. No dudes de que el efecto se hará notar.
LA IMPORTANCIA DE PEDIR
Basta simplemente con que el ser humano bienintencionado, es decir, que actúa en el sentido de su evolución y la de sus semejantes, pida, pida y pida. Es necesario que, siguiendo a este libre albedrío que todos poseen, aún sin ser plenamente conscientes de ello, pidas y pidas, para que los seres de luz se pongan en movimiento por vosotros. Puesto que estos seres luminosos están dotados de una generosidad paralela a la frecuencia y a la sutileza de sus vibraciones, darán recetas para la curación de las tristes dolencias que afligen a tus caparazones terrestres.
Cada vez es mayor la cantidad de grupos de personas que oran y ruegan. Los más receptivos o sensibles reciben para transmitir a los demás. Ellos deben obediencia a esa ley cósmica que exige compartir toda sobreabundancia. Cada ser que transmite aumenta su fuerza de vibración espiritual y cósmica.
En el seno de estos grupos, las sanaciones se producirán cada vez más mediante la imposición de manos. Las manos se convertirán así en las herramientas de los seres de luz. Al pasar a través de las manos físicas, los seres de luz calmarán el dolor físico y se infiltrarán en el alma para extirpar de ella las raíces de la enfermedad, quepo son otra cosa que una forma de desamor hacia uno mismo.
Por separado indicaré la forma de usar las manos para curar.
Los seres de luz no te exigirán una fe ciega, sino simplemente que les pidas esa energía luminosa y que las transmitas en un gesto de amor incondicional.
Es necesario distinguir entre la fe profunda y la insistencia. La fe profunda, sólida como una roca, es tranquila, serena y segura de sí misma. La insistencia en cambio es febril, en su miedo a no obtener nada. La energía-luz de sanación fluye con facilidad en el alma tranquila, que confía plenamente en el conjunto del cosmos y en el soplo creador.
LOS OJOS Y LA VISUALIZACION
Los ojos son unos maravillosos instrumentos de curación. Ellos son los primeros en ponerte en contacto con el mundo que despierta cada mañana, y al cerrarlos por la noche continúan su visión interior en tus sueños y en tu cuerpo etérico. Esta maravillosa memoria de los ojos del alma, que se abren para construir visiones interiores cuando los ojos del cuerpo se cierran para el exterior, tiene intensos poderes.
La visualización creativa es útil emplearla para la propia sanación o para la sanación a distancia. El ser humano posee un poder de creación que proviene del soplo creador original, es decir, de Dios. Los ojos parecen ser instrumentos privilegiados para ejercer este poder creativo.
Existe una estrecha relación entre los ojos y el tercer ojo del cuerpo etérico. Este vínculo permite una comunicación tan fácil, que se podría decir que los ojos son órganos del alma. Los ojos físicos y el tercer ojo son sencillamente vasos comunicantes entre los cuerpos físico y etérico. Así al cerrar tus ojos, percibes el mundo espiritual. El ojo físico es a la vez receptor y emisor, al igual que el tercer ojo.
Si quieres comprobar hasta qué punto tus ojos son receptores de energía, contempla la luna e imagina que se aproxima hacia ti. Intenta permanecer así unos quince minutos. Muy pronto notarás una entrada de nueva energía, cuya señal será un cambio en el ritmo de tu respiración. Tus pulmones buscarán varias inspiraciones muy profundas y experimentarás una completa relajación al expirar. Esta será la confirmación de que tus ojos te han aportado efectivamente energía del espacio. Puedes realizar el mismo experimento con las estrellas.
Si durante estas experiencias te sintierais sobreexcitada, realizada una o dos veces el siguiente ejercicio: De pie, inclinada hacia adelante, deja que tus manos desciendan hacia el suelo. Visualiza que tomas un manto negro y que lo subís lentamente hacia arriba, hasta cubrir tu cabeza con él. Con este gesto vas a buscar la energía del suelo, de la propia Madre Tierra. Esta energía es como negra y muy apaciguadora. Se trata de un ejercicio muy recomendable a los afectados por cáncer, para apaciguarlo tras los tratamientos de radioterapia o quimioterapia.
Las cualidades del alma de una persona se leen en sus ojos físicos. Suele decirse de alguien que "tiene tanta bondad en la mirada". La bondad es una cualidad del cuerpo etérico, que la visualización le permite manifestarse. Efectivamente, los ejercicios de visualización pueden aliviar los dolores físicos y acelerar el proceso de curación.
También puedes practicar la visualización para ayudar a los demás. Por favor, no intentes nada complicado. Cierra simplemente los ojos, aplica tus manos sobre las zonas con dolor y deja que tus ojos cerrados sin tensión se posen sobre estas zonas, al igual que una pluma sobre una nube. Lo importante es no crear tensión. Deja que tus ojos cerrados se conviertan en dos puntos de luz, que se fusionan y se posan sobre las partes afectadas del cuerpo físico. Deja que este punto fusionado, color plata, gire a una velocidad increíble en sentido contrario a las agujas del reloj.
Esta barrena etérica penetrará en los nudos petrificados, para extraer de ellos los hilos cristalizados por la dureza de la vida. Cuando tengas ya cierta práctica en esta técnica y medites durante mucho más tiempo, tendrás de vez en cuando imágenes muy claras sobre vidas anteriores.
La técnica de los puntos luminosos puede realizarse perfectamente caminando, tanto por el bosque como por un supermercado. No es necesario, ni siquiera recomendable, pensar constantemente en esos puntos. Deben venir por sí solos, al ritmo del pensamiento.
LAS ENFERMEDADES DE LA JUVENTUD
Muchos, muchos jóvenes están enfermos de viejas y nuevas afecciones, que son provocadas por el miedo a vivir. Ese miedo a vivir está provocado en primer lugar, porque la propia alma de los padres está enloquecida, descentrada. El niño percibe este estado febril, continuo y malsano. El alma de los padres se alimenta, entre otras cosas, de un televisor constantemente conectado, que emite toda la violencia del planeta en imágenes bien escogidas, acompañadas de la música adecuada. En semejante entorno, resulta muy difícil que no se desarrolle en el pequeño el miedo a vivir, con lo que se acumula un preocupante estrés, ya desde la más tierna infancia. El envejecimiento físico se acelera asimismo a un ritmo anormal.
Las víctimas de ese extraño fenómeno se contarán entre los jóvenes de O a 20 años de edad. Las almas jóvenes desbordan energía y, al mismo tiempo, son muy frágiles y están expuestas a todos los vientos. Sus chacras están terriblemente abiertos por la música "heavy metal". Todos estos jóvenes no conocen ningún método de protección. Los vientos de la negatividad entran en ellos por la puerta grande y penetran hasta la raíz misma de su ser, barren la coreografía de los átomos y los sumergen en los agujeros negros, estos vacíos terribles que son el inicio de la muerte.
Todo queda descentrado, puesto que hay un exceso de solicitación. Todos los sentidos se ven duramente solicitados por deseos u objetos externos. Estos jóvenes acaban por vivir literalmente fuera de sí mismos., lo que conlleva la enfermedad, de uno u otro tipo. Lamentablemente esos jóvenes están ya tan hechizados y ennegrecidos, que difícilmente pueden pensar por sí mismos en mundos de luz a los que pedir ayuda. El mundo adulto deberá pues hacerlo por ellos y hacerlo pronto, puesto que es sumamente urgente invocar una ráfaga de energía-luz, que barra esa marea de negativismo.
Vivir fuera de uno mismo significa tener miedo a vivir, ya que uno no está ya en su propio elemento. Para entenderlo bien, imagina al pez que se debate desesperadamente en una roca, fuera del agua.
O imagina al pájaro con las alas impregnadas de petróleo, intentando a pesar de todo emprender el vuelo. Comprenderás así un poco que vivir fuera de uno mismo constituye un sufrimiento atroz real, en el que se instala el miedo a vivir.
Así pues, es necesario reemplazar el miedo a vivir por la alegría de vivir. Para vencer el miedo hay que entenderlo. ¿Dónde tenemos miedo. En lo desconocido, allí donde nada nos resulta familiar. ¿Cuándo tenemos miedo? Cuando creemos, con razón o sin ella, que vamos a ser atacados. El planeta ha dejado tal vez de ser un lugar acogedor para el niño, al igual que el nido familiar. Las crías de los humanos necesitan del nido familiar mucho más tiempo que las de los animales, puesto que son de una fragilidad sin parangón en la naturaleza. Precisan de un nido cálido y seguro, al menos hasta los siete años.
Para obtener la ayuda del mundo de la luz, primero lo que hay que hacer es pedirla. Sin embargo, los que la pidan no recibirán de las alturas paquetes especiales o fajos de billetes... Recibirán inicialmente luz, con la finalidad de ayudarles a tomas de consciencia muy profundas. Serán esta toma de consciencia las que mostrarán los caminos y las acciones que hay que emprender.
Fundamentalmente hay que darse cuenta que no existe ya el silencio en las casas. Funcionan la radio, o el equipo de sonido, o el televisor, o a menudo todos ellos al mismo tiempo. Ninguno lleva puesta la sordina, y el ruido está muchas veces por encima de los niveles de decibelios aceptables para el oído humano. En un mismo día, llegan a tu casa todos los horrores cometidos en el mundo, con todos sus gritos y su estruendo.
Los chacras de los pequeños son abiertos por el martilleo musical exagerado. Que cada padre se detenga unos instantes para imaginarse a sí mismo en la cuna, recibiendo todos esos mensajes. Si es sincero consigo mismo, sentirá miedo. Además, el efecto desastroso de las largas exposiciones al estrépito y la sobreabundancia de imágenes de desorden, no es compensado por el calor de los brazos o el seno materno. Un niño descentrado de ese modo no puede re-centrarse más que por el contacto afectuoso de sus padres.
Vivir descentrado conduce inevitablemente al estrés exagerado y finalmente a la enfermedad. Una criatura situada en un contexto así desarrolla el miedo a vivir, puesto que éste es su único contacto con el mundo. Se siente mal en su piel e intenta vivir fuera de ella.
Sin duda será necesario establecer en cada casa, a modo de compensación, horas de profundo silencio. Durante estos períodos de silencio, los padres deberán tocar y acariciar al niño, con el fin de que éste recupere la confianza en la bondad de la vida y disminuya así su miedo a vivir. Que las madres abracen a sus niños de cuna en su seno y los acaricien durante largo rato.
En cuanto a los mayores, es necesario inventar juegos que les ayuden a re-centrarse; dibujar círculos en el suelo o en el techo y hacer que los sigan, girando en sentido contrario a las agujas del reloj. Hacerles dibujar círculos continuos, de derecha a izquierda. No hace falta explicarles el porqué: el bienestar que experimentarán hará nacer en ellos el gusto por esos juegos.
Los jóvenes de 7 a 20 años son muy sensibles y se encuentran en extremos solicitados por los bienes de consumo, que utilizan igualmente de modo extremo. Viven completamente fuera de sí mismos y sienten al mismo tiempo un gran miedo a vivir. Al ruido, la música caótica y la profusión de imágenes, hay que añadir el tabaco, las drogas y el alcohol. Aún con la mayor voluntad del mundo, no será posible salvarlos a todos. Ha sido puesta a su disposición tal cantidad de tentaciones destinadas a hacerles salir de sí mismos y aturdirles, que no hay modo de saber con certeza por dónde empezar para despertarles.
El primer obstáculo que se presenta es la falta de confianza de los hijos con sus padres. Otro obstáculo que dificulta la comprensión de la vida consiste en el espíritu de competición que acapara todo el tiempo disponible. No queda tiempo para vivir; hay que ganar a toda costa y a toda prisa. ¿Cómo es posible amar la vida si falta el tiempo para vivirla? Y si uno no puede familiarizarse con la vida, acabará sintiendo miedo de ella.
Además de las tentaciones aturdidoras destinadas al ocio, se han inventado también tentaciones formidables para el ejercicio del mental. La informática acapara toda la mente hasta agotarla. La formación científica exige largas horas de esfuerzo mental. Si a ello sumamos las horas de sueño estrictamente necesarias y una o dos horas dedicadas al aturdimiento en el ocio, llegamos a las 24 horas del día sin tiempo alguno disponible para comprender la vida y, por consiguiente, para aprender a amarla. Se apodera entonces del ser una terrible sequedad del corazón, siempre en aumento. Frente al intento de asfixiar el amor por la vida, es ésta quien acaba por asfixiar y entra en escena el suicidio.
La sociedad actual no favorece el respeto a los padres, el respeto a los profesores, o incluso a los ministros de la iglesia. Sin embargo, será necesario que los adultos sepan ganarse la confianza de los jóvenes, con el fin de poder restablecer el diálogo. La propia noción de competición deberá ser cuestionada, para poder reconquistar el tiempo necesario para entender la vida. Habrá que saber hacer brotar en el cerebro de esos jóvenes imágenes de cumbres a las que llegar sin ser necesariamente el primero en hacerlo.
Hacerles comprender finalmente que lo realmente importante no es haber llegado el primero, sino estar allí. Asimismo, habrá que saber hacer nacer en su corazón la idea de que, en un mundo sin competición, el primero ayuda al segundo a superarle y así sucesivamente. Para que estas imágenes se impregnen firmemente, la pantalla interior debe antes dejar de vibrar bajo el estímulo actual de ruidos y solicitudes de toda índole.
Antes de aprender a amar la vida, es necesario familiarizarse con el silencio y aprender a amarlo. Si bien el ruido se oye, el silencio puede también ser escuchado. Al principio, el contraste será tan grande que los jóvenes creerán que el silencio es en sí mismo agresivo, de ahí la importancia de enseñarles a llenar este silencio para que les resulte aceptable.
Las técnicas de meditación activa serán de gran utilidad para ello. Para cortar de raíz con la verbalización, sería preferible no recurrir a mantras, puesto que de lo contrarío, el mental iría en busca del significado del mantra y verbalizaría teorías. Los mantras pueden ser sustituidos por imágenes de formas geométricas, entres otras el triángulo. Basta con sentarse tranquilamente, cerrar los ojos y observar cómo surgen del interior imágenes de triángulos, dejándolas desfilar sin ninguna elección ni provocación. Ordenadas o desordenadas, brillantes u oscuras, surgiendo de una tempestad o emergiendo suavemente del horizonte, estás imágenes deberán llegar sin ser juzgadas, detenidas o analizadas. Se habrá domesticado el silencio.
La repetición cotidiana de este ejercicio instalará en el interior del ser una zona de silencio, de la que nacerán tomas de consciencia de la vida en el instante presente. Es como darse cuenta, en el tiempo de un relámpago o en pocos segundos, de que uno se siente vivo. No hay que esforzarse en prolongar estas imágenes, del mismo modo que no tiramos del capullo de una flor para hacerla crecer. Debe surgir por sí misma, como una pulsión del suelo.
A medida que el suelo interior del ser se tranquilice y se llene de potencia, las imágenes se harán mayores por sí mismas, induciendo tomas de consciencia cada vez más frecuentes y prolongadas.
Estas tomas de consciencia podrían también ser descritas como apoderarse de lo realmente vivo de la vida, desarrollando así el amor por ella.
COMPASION Y CARIDAD
La caridad es propia del género humano, mientras que la compasión pertenece al mundo de la luz. Sin embargo, la compasión, esa forma de energía-luz, acepta penetrar en el corazón etérico cuando hay una petición sincera y pura.
La caridad tiene límites, puesto que la mente hace intervenir en ella al ego. Es altanera y orgullosa y raramente logra librarse de la mente, que organiza siempre las cosas en función de una u otra compensación. No es que se pretenda anunciar que se espera algo a cambio, pero el mental se las arregla para manifestarse hasta producir cierta tristeza, cuando no hay contraprestación.
La compasión, en cambio, es infinitamente gratuita, tanto como el árbol que ofrece al sol la abundancia de sus hojas en primavera. Podría llamarse la caridad de Dios. Es la sobreabundancia gratuita. El árbol sería ya hermoso con algunas docenas de hojas, pero dispone de centenares de ellas, muchas más que las estrictamente necesarias. Así es la caridad de Dios; es la compasión, el don de la abundancia sin fin, que carece casi de "sentido común".
MEDITACION CON PUNTOS DE LUZ PLATEADOS
La fijación sobre puntos luminosos, que giran sobre sí mismos a velocidades extraordinarias, tiene la capacidad de despertar nuevas energías, que el cuerpo necesita poder asimilar. No hay que intentar fijar el punto en el mismo lugar más tiempo del necesario; no hay que crear ni mantener ninguna tensión. De cualquier modo, el efecto se produce rápidamente.
Deja que los puntos ejecuten su danza como luciérnagas en la noche, en la inmensidad de la suave brisa. En cambio, cuando estés en movimiento o estén presentes fuertes tensiones, dirige tu atención a un punto más importante y más intenso, al centro del tercer ojo. Se operará así una circulación de energía entre el cuerpo físico y el cuerpo etérico y viceversa. Rápidamente se establecerá el equilibrio, como entre unos vasos comunicantes.
Esta práctica se convertirá pronto en una segunda naturaleza. Todo el proceso se desarrollará sin esfuerzo, cada vez que aparezca la necesidad. El maravilloso efecto de sentir nuevas energías, o bien una nueva circulación de energías largo tiempo retenidas, se manifestará casi instantáneamente. El refinamiento del trabajo con los puntos luminosos carece prácticamente de límites.
Las sensaciones que se desprenden de esta experiencia son difícilmente descriptibles, a causa de su sutileza. A modo de conclusión estas transfusiones de energía de un cuerpo al otro son extremadamente saludables. Ese es el resultado del juego interior con los puntos luminosos de color plata.
MEDITACION MEDIANTE LAVADO
A continuación daré otra técnica, esta vez de lavado. Abre una canilla interior en la cúspide del cráneo y deja que el agua descienda por todo el cuerpo, para ser absorbido por la tierra. Hay que visualizar internamente el proceso. Todo se vuelve líquido y fluye hacía abajo, hasta el suelo. Todo es sencillo, pero todo es importante. Probó ampliar la imagen y la sensación, para que ese torrente desborde los límites de tu cuerpo físico e incluya también al cuerpo etérico.
Este es un método infalible para acabar con un enfado. Ya conoces el efecto que produce una ducha fría sobre el cuerpo físico. Algo parecido sucede en el interior de ambos cuerpos.
Este ejercicio de visualización resulta fácil, puesto que la sensación se añade sin dificultad a la imagen, mejorando así el proceso. Es el punto de partida por excelencia para comenzar a sanearse, el torrente lava y elimina las emociones demasiado fuertes, mientras que todo se activa en el interior con el contacto del agua.
Se puede reemplazar la imagen de la canilla por la de la cima soleada de una cascada. Habrá así en tu imagen una mezcla de agua y de luz, la sensación de un lavado cálido.
En momentos de gran tensión, de pánico o de largas estancias en lugares de negatividad, es recomendable pasar mentalmente por la cascada. Tendrás así la clara sensación de que las cosas negativas no se te adhieren.
Cuando sientas en tu cuerpo focos de laxitud o de sufrimiento, dirige hacia ellos un punto de luz plateada que taladre esa tensión. Con un poco de práctica, el efecto será instantáneo y la tensión disminuirá. Es posible que, en ocasiones de gran tensión física y mientras intentas aplicar una u otra técnica, se produzca algún momento de duda o rebeldía. En modo alguno debes insistir. El momento adecuado para la aplicación de estas técnicas se presentará espontáneamente.
MEDITACION DE ANCLAJE
En la posición que te resulte más adecuada, imagina que tu columna vertebral se convierte en un cordón negro, que se prolonga más allá de tu cuerpo, llegando hasta el centro de la Tierra. Hacé entonces mentalmente un nudo, que te ligue con fuerza a alguna roca inmutable.
Practica este juego mental mientras que sientas la necesidad de hacerlo, o simplemente cada vez que pienses en ello. Deja que se convierta en una especie de segunda naturaleza. Muy pronto experimentarás un sentimiento de profunda seguridad. Ante cualquier desastre natural, esta segunda naturaleza tomará el mando y lograrás superar el miedo visceral.
Se trata en realidad de una técnica de centramiento. Cuando uno está bien aposentado en su centro, el miedo queda fuera. Es como contemplar una fuerte ventisca a través de una ventana helada por el frío, mientras que un reconfortante fuego chisporrotea en el hogar y nos permite reírnos de todas las inclemencias. Esta técnica resulta muy indicada para el período de sobretensión en el que vivimos actualmente. Convertir la parte inferior de la columna vertebral en un cordón negro o plateado, según tu gusto o estado de ánimo, y atarlo a lo más profundo de las entrañas de la Tierra aporta seguridad.
Es igualmente beneficioso que, a continuación, conviertas la parte superior de la columna en un hilo de plata y lo ancles en el cosmos, para fijarlo allí como un lazo a algún gigantesco árbol de luz, situado en lo más profundo del universo.
El bienestar y el estado de ánimo que alcanzaréis así, es difícilmente descriptible en términos comunes. Tendrás la sensación de vivir sin frontera alguna y de trascender el cuerpo etérico, bien anclado en los dos universos.
Los deleites del cuerpo etérico también resultan a menudo indescriptibles. En lo más profundo de tu alma y de tu cuerpo, alcanzarás la certeza de que nada puede ya afectar a tu centro. La imagen de los nudos cósmicos genera un gran control sobre la energía del cuerpo etérico. Puedes incluso hacer nudos de luz y cristalizarlos, para no perderlos jamás. De este modo, el cuerpo etérico va perdiendo también sus fronteras y se expande, hasta anclarse a su vez en los mundos de energía-luz.
He aquí otra bella imagen para la meditación: Deja que surja del centro de la Tierra un cordón de energía negra, y otro de energía plateada desde el centro del cosmos. Ata ambos cordones en tu plexo solar y cristaliza este nudo mediante el fuego.
Estas técnicas se están transmitiendo para que puedas dominar el miedo. Es recomendable empezar con la práctica cuanto antes, con el fin de que se convierta en una segunda naturaleza disponible en el momento oportuno. Estas técnicas se pueden practicar en reposo, pero caminando por el bosque y meditando es como sentirás más vívidamente que tus cuerpos físico y etérico no tienen ya fronteras.
Al manejar el coche también se puede hacer una meditación a la vez despierta y te proporcione protección. Debes ampliar mentalmente tu cuerpo etérico hasta que envuelva por completo, como una cáscara de huevo, al vehículo en el que viajas. Prolonga mentalmente esta cubierta protectora unos tres metros por delante y por detrás del vehículo y concentra tu percepción cerca del suelo, alrededor de las ruedas. La conducción se volverá fácil, perfectamente alineada y sobre todo descansada, proporcionándote una protección extrema, al mismo tiempo que un gran bienestar físico y etérico.
El cuerpo etérico carece prácticamente de fronteras sólidas, es una especie de luz líquida que puedes disponer como mejor te convenga. Aprende a desarrollar el arte de mantener esta luz líquida. Los únicos límites para ello son vuestra imaginación y vuestra imaginería mental.
No olvides que la energía-luz es también el positivismo extremo que tanto buscamos en la vida actual. Muchas personas sencillas y encantadoras carecen casi de modo natural de fronteras entre sus cuerpos físicos y etérico.
Sin ejercer ninguna presión, mediante una suave imaginación, envuelve a tu cuerpo físico de un aura protectora. Agranda esa envoltura con tus ojos internos hasta contemplar tu cuerpo físico como si fueras un observador externo.
Juega a llenar de consciencia tu cuerpo etérico, esa nueva envoltura, y muy pronto dominarás cualquier tipo de temor. Juega a llenar de energía-luz esta consciencia y tu cuerpo etérico se parecerá cada vez más a un cuerpo fraternal, que protege a las personas sin aprisionarlas. Este cuerpo fraternal no se convierte nunca en una trampa para las personas con las que entra en contacto. En realidad, es tan sólo el miedo el que te impide maniobrar con soltura entre ambos cuerpos.
Sí, el miedo está bien anclado en el fondo de nuestras entrañas, con sus principales raíces en las falsas enseñanzas, que establecen cualquier cosa como verdad absoluta y advierten del supuesto peligro de experimentar con algo distinto. Un niño quepo haya sentido jamás el calor o no se haya quemado, no puede haber evolucionado a nivel etérico. La experimentación es la esencia misma de la naturaleza humana.
Nunca desprecies una oportunidad de bañarte en un mundo de luz. Cuando en tu meditación del hilo de plata, llegues al momento de la fusión entre las dos energías -la del cosmos y la del centro de la Tierra-, amplía esta imagen de fusión transformándola en luz casi líquida para bañarte en ella. Pide entonces la ayuda de tu imaginación, ligera y juguetona, para hacer desaparecer los límites de tu cuerpo físico como con una goma de borrar. Al perder éste sus fronteras, la luz difusa casi líquida podrá penetrar en él, libre en este envoltorio que es tu cuerpo etérico. Aprende a maniobrar y a sentirte cómoda en este primer envoltorio fuera de tu cuerpo físico, observando por primera vez sus movimientos y detectando en ellos las huellas de todas las frustraciones, sufrimientos y enseñanzas falsas o mal recibidas.
Con el fin de que puedas proseguir con esta experiencia, debo decirte que el cuerpo etérico tiene varias envolturas. Así, cuando hayas experimentado suficientemente con al primera de ellas, borra sus fronteras con luz para acceder a una nueva envoltura etérica.
En ésta, y aunque tan sólo de cierta manera, podrás experimentar
la ausencia de espacio y tiempo, sin dejar de mantenerte viva sobre la Tierra. Esta es la segunda envoltura del cuerpo etérico. Así como es necesario retirar varias capas para llegar al corazón de un fruto o de un árbol, del mismo modo habrá en la energía-luz una menor densidad física, a medida que vayas traspasando fronteras, pudiendo experimentar en cada nivel las nuevas vibraciones que deberás aprender a manejar.
MEDITACION CON EL BUMERANG DE LUZ
Cierra los ojos y deja que tu imaginación cree un bumerang hecho de luz. Cuelga anzuelos a su alrededor. Que tu corazón lo colme de alegría y compasión. Lanza uno al espacio y luego otro, otro y otro..., según el ritmo que te convenga. Lánzalos durante cinco, diez, quince minutos; envía al espacio cientos, tal vez miles de esos bumerangs. Llena con ellos tu espacio. Termina aquí tu meditación.
No es necesario observarlos ni llamarlos. Un bumerang regresa siempre a su punto de partida, no puede hacer otra cosa. Confía pues en ellos. Sus anzuelos recogerán en el espacio toneladas de luz, compasión y alegría. Regresarán por sí mismos, cada uno en su momento; ninguno se extraviará. Tu cosecha está asegurada.
No queda ya lugar para pensamientos negativos o destructivos. La partida está ganada. Desde el centro de vos misma, situado al mismo tiempo en tu cuerpo físico y tu cuerpo etérico, serás de un positivismo a toda prueba. La experiencia que has elegido vivir en esta encarnación nunca será tan violenta como para que quedes eternamente atascada, sin poder regresar, gloriosa, a tu verdadero hogar.
Esta técnica de meditación sobre el bumerang de luz te resultará especialmente provechosa cuando te sientas invadida, rodeada y atrapadas por el negativismo. Para escapar de él, lanza tus bumerangs de luz al cosmos, donde serán en el mundo de luz, para los seres de luz, como señales de socorro a las que no dejarán de acudir.
Edgar Cayce
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IMPOSICION DE MANOS
Es necesario que en primer lugar calientes vuestro interior, del mismo modo que los motores de un avión deben calentarse antes de despegar. Para ello, tienes que concentrarte en la fuente de energía, a fin de encender su fuego. Si al principio te cuesta concentrarte, camina lentamente en sentido contrario a las agujas del reloj. Continúa con el ejercicio hasta que notes cierta presión a nivel del plexo solar.
En este instante encontrarás tu centro de energía y los seres de luz acudirán a encender el fuego necesario. Visualiza entonces el nacimiento de un fuego, cuyas llamas suben hasta lamer tu cerebro, para descender después por tus hombros y brazos hasta tus manos. Incrementa visualmente la intensidad de este fuego, hasta que sientas pulsaciones de energía en tus manos. Ya estás lista para imponer las manos. Inmediatamente antes de hacerlo, frota las manos para activar la llegada del fuego de sanación.
Da gracias a Dios y reconoce que el poder que te habita proviene de lo divino. Reconoce que, a pesar de su frágil apariencia, este poder tiene las cualidades del mundo de la luz y está por lo tanto lleno de compasión. Aquel que ejerza este poder desde la simplicidad de su corazón, experimentará una inmensa felicidad. Procede pues sin arrogancia ni vanidad alguna en un acto de compasión.
Y ahora, ¿dónde hay que tocar? Si la persona está gravemente enferma, en cama y sufriendo en todo su cuerpo, barre de la cabeza a los pies rozando su cuerpo, con la finalidad de devolver al suelo aquello que resulte demasiado negativo. Hazlo sin prisa, siempre rozando, hasta que el enfermo vaya a buscar en lo más profundo de sí mismo varias largas respiraciones. Tras este barrido, sacudí con fuerza las manos y, si te es posible, ponlas bajo la canilla, para que el agua corriente fría elimine la electricidad estática.
Acto seguido y partiendo de los pies hacia la cabeza, traza círculos de abajo hacia arriba en el sentido de las agujas del reloj. Nunca te apresures. Los seres de luz que te ayudan disponen de todo el tiempo. Este no existe para ellos. Terminada esta operación, junta las manos sobre tu pecho, entre el plexo solar y el corazón, y refuerza el fuego mediante la visualización, hasta que sientas un desbordamiento de energía, de dulzura y de amor al mismo tiempo.
Coloca entonces una mano sobre el plexo solar del enfermo y la otra sobre su espalda, una frente a la otra, visualizando el fuego color de plata que asciende hasta tu cerebro y las llamas que descienden hasta tus manos. Permanece así hasta que la persona extraiga de lo más profundo de sí misma tres o cuatro largas respiraciones.
Ponte cómoda y, siempre sin prisa, apoya tus manos unidas por los dedos índice y pulgar, sobre las partes enfermas de su cuerpo. Pedí a los seres de luz que te permitan ser el instrumento puro de de sus realizaciones. Dales las gracias en nombre de la persona enferma. Eso es todo y, a la vez, es todo eso. Los seres de luz habitarán a todo aquel que lo haya pedido.
Su eficacia total depende de las personas. La mejor garantía consiste en su predisposición de recibir de los seres de luz la fuerza de la luz. Esta actitud incluye igualmente el amor desinteresado e incondicional. Hay que añadir algo importante: Este método debe ser aplicado a la vez con amor y desapego. En cuanto al resultado, no hay que aferrarse a él como si se tratara de una apuesta que hay que ganar a toda costa. En resumen, realiza el gesto en un impulso de amor incondicional, pidiendo siempre la ayuda de los seres de luz y olvídate del resultado.
Habrás cumplido con tu parte. La luz así vehiculada seguirá su trabajo, de manera que no será necesario repetir los gestos sin parar una y otra vez día tras día. Lo que cuenta no es la insistencia, sino más bien la calidad de los primeros actos de amor incondicional.
Edgar Cayce
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QUERER 0 PEDIR
La oración que aprendimos no dice: "Queremos nuestro pan de cada día", sino: "Danos nuestro pan de cada día".
No es lo mismo querer algo que pedirlo. Existen varias maneras de pedir pan: la del niño que llora y toma al mismo tiempo; la del ladrón que roba el pan a punta de pistola; la del adulto que lo exige mediante el chantaje; la de la prostituta que lo consigue vendiendo su cuerpo; la del mendigo que pide en silencio y sin asustar; la de la pobre madre de familia que pide a Dios el pan de cada día; la del discapacitado que no puede quizá pedir más que con los ojos... La necesidad de pedir es universal.
Los seres de luz no esperan otra cosa que nuestra petición para acudir a ayudarnos. Ellos están perfectamente conscientes de que necesitamos verdaderamente ayuda.
Al encarnar en la Tierra, antes de nuestra partida hemos preparado un plan de experimentación, pero al adoptar la forma humana hemos aceptado igualmente el libre albedrío. "Decidí aquello, pero también puedo hacer eso otro... Y si hago esto quedo fuera del campo de experimentación... Me tomé ciertas libertades y estoy por así decirlo descentrado, o creo que me he estancado y necesito realmente pedir ayuda... Pero he aquí que sigo siendo libre de pedir ayuda o no pedirla."
Los seres de luz tienen que aguardar a que elijamos, lo que no siempre resulta fácil de entender para nosotros. Al principio bogabas como un navío en un océano de energía-luz, luego sentiste la necesidad de experimentar el escollo, la roca o la amarra. Hay gran fiesta a bordo, el libre albedrío es dueño y señor. De repente la oscuridad, la cabeza da vueltas. No sabes muy bien por qué has naufragado o te has encallado. El juego se torna peligroso, hay que pedir ayuda.
Pero como nos hemos prestado al juego del mental, su astucia nos sigue haciendo creer, hasta la desesperación, que conseguiremos salir solos del atolladero. Habías aceptado el juego del libre albedrío, pero sus consecuencias han resultado demasiado duras de soportar, necesitas ayuda y hay que pedirla. Los seres de luz esperan nuestra señal de socorro, ningún S.O.S. quedará por atender. Pero repito nuevamente, somos libres para pedir o no pedir.
Muchos llegarán al límite de la desesperación sin haber pedido. Sin embargo, abandonar todo es el suicidio. Más les hubiera valido a aquellos que se han entregado a ideas suicidas, practicar la técnica de los bumerangs para que, en los momentos de crisis, los lanzaran sin esfuerzo, de modo casi automático. Los cohetes de socorro no se perderán en el mar.
Resumiendo, en nuestro vocabulario sobra una palabra: QUERER. Fue inventada por los hambrientos de poder: el rey quiere para sus súbditos; el patrón quiere que sus obreros trabajen bien; el político quiere el poder. Incluso a los niños se les ha enseñado a querer, y sabemos demasiado bien hasta qué punto lo utilizan para dominar a sus padres. Sin embargo, el humano evolucionado no necesita querer. La plegaria que Cristo enseñó no dice: "Quiero mí pan de cada día", sino: "Danos, Señor, nuestro pan de cada día".
A medida que avanzamos en nuestra evolución, y nos aproximamos cada vez más a nuestro centro para encontrarnos más próximos a nuestra alma, necesitaremos cada vez menos ser dominados o dominar. Conocemos bien nuestras limitaciones terrestres. Podemos entonces hacer lo que sabemos que es posible hacer. Si consideramos que está más allá de nuestras posibilidades, debemos pedir simplemente sin exigir nunca nada a cambio. Debemos confiar plenamente en la energía-luz que nos protegía antes de nuestra encarnación. Nunca nos falló mientras nos encontrábamos en el mundo de luz.
¿Por qué entonces nos preocupa tanto que no pueda traspasar nuestra densidad física para acudir a ayudarnos? No olvidemos que esta energía es compasión, y que no deberíamos siquiera imaginar que pueda haber límites para la compasión, cuando, acudiendo a nuestra demanda, dejemos que penetre en nuestro interior.
En el cosmos todo es continuidad. El tiempo no se detiene. Uno puede retardar su evolución, pero nunca detenerla. Es la esencia misma de la creación. Del mismo modo que la Madre Tierra se renovará, liberando su fuego interior para crear nuevos valles y montañas, absorbiendo el suelo contaminado para fundirlo en sus entrañas y creando al mismo tiempo nuevas y maravillosas composiciones de tierras y mares, así rea-parecerá el alma en otra encarnación, como reaparece la hoja tras experimentar el rocío, el sol, el hielo, el cambio de color y el vuelo final hasta el suelo, para retornar bajo una forma u otra.
No, el tiempo no se detiene. Querer detenerlo con la desesperación o con el suicidio es pura ilusión. Si pudiéramos ver con ojos cósmicos, es decir con los ojos bañados en la energía-luz, cómo ama la vida nuestro planeta, cómo prepara su futura existencia, cómo desea hacerse aún más bello, jamás volveríamos a sentir miedo. Tendríamos ganas de dar las gracias al volcán que restituye la fertilidad del suelo, a la ola que limpia, a las sacudidas sísmicas que demuestran que el corazón de la Tierra sigue bien vivo y sin intención de desfallecer.
La energía-luz, que nos permite esta visión profundamente hermosa, nos brinda también la compasión necesaria para ayudarnos a atravesar estas pruebas. Esta compasión no espera más que nuestra petición. Ante tanta potencia en evolución, comprenderás que nuestro pequeño "quiero" resulta más bien ridículo, tan importante como una hormiga perdida en una montaña de heno.
Edgar Cayce
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EL LIBRE ALBEDRIO
El libre albedrío es una manifestación o calidad del alma. En realidad, sigue al alma en el mundo de luz. Cuanto más se evoluciona espiritualmente, más cerca se está del soplo creador y más resplandeciente se vuelve el libre albedrío. Es como una escalera, necesaria para la ascensión espiritual. El soplo creador ha convertido al ser humano en creador. Algunas parcelas del soplo creador se infiltraron en la creación del ser humano, por lo que hay en cada uno ciertos componentes del poder de crear.
Imagina por un instante si careciéramos de libre albedrío. Seríamos absolutamente parecidos a los robots que nosotros mismos creamos, es decir, seríamos programados. ¿Cómo conseguir que evolucione un ser programado sin cambiar su programa? Y si se cambia el programa, todo el ser cambia, como si en cada peldaño de la escalera
del ascenso espiritual, se encontrara un ser nuevo. Al quitar un peldaño, muere el correspondiente ser. El ser que ocupa el peldaño superior es un ser completamente nuevo, que carece del poder de alcanzar otro nivel, ni hacia arriba ni hacia abajo.
Por supuesto, aparecen las siguientes preguntas: "¿Por qué tenemos el libre albedrío de crear el mal? ¿Tiene el propio Dios ese poder para crear el mal? Dios, al estar en el nivel más elevado de la escala, se encuentra en la cúspide de la evolución espiritual.
Sin embargo, para alcanzar esta cima, el ser humano debe antes experimentar la subida. Deberá conocer el bien y el mal para su ascensión. Deberá comprobar por sí mismo que necesita las dos manos y los dos pies para subir más deprisa. Podrá crearse a sí mismo situaciones peligrosas, para investigar sobre el mejor modo de ascender. Llegando al absurdo, podríamos incluso imaginar que un ser humano pudiera permitirse caer de cabeza, para aprender así que no resulta fácil subir por una escalera cabeza abajo. Es en este sentido en el que hay que comprender que el poder de elegir tiene poder para crear el mal. Pero no hay tan sólo el mal que uno se hace a sí mismo, existe también el mal hecho por los otros.
El ser humano acepta el mal que se causa a sí mismo, pero cuando el mal es causado por otras personas, no puede entenderlo y se rebela. En la mayoría de las ocasiones, no ve ninguna necesidad de experimentar ese mal para crecer espiritualmente.
¿Cómo poder aceptar el acto de un criminal, de un ladrón, de un estafador, de un conductor ebrio o de un enfermo de sida que contagia deliberadamente su enfermedad? Pueden ocurrir todos estos actos y muchos más, jamás el ser humano estará seguro a menos que esté muerto.
Ahora se querrá saber si, en el momento en que se decide una reencarnación, se escoge realmente todo el mal que se va a sufrir en ella. Pero antes de decidir sobre una futura reencarnación, el alma ha tenido que vivir la experiencia de una o varias encarnaciones precedentes. La meditación en el mundo de luz le muestra claramente las lecciones no aprendidas. Es entonces cuando elige sus criterios de tiempo, lugar, familia, color de piel, etc., y se reencarna.
En el momento del nacimiento físico, la naturaleza bloquea todo recuerdo de sus encarnaciones precedentes. ¿Para hacer el juego más difícil? Hay que decir inmediatamente que la naturaleza hace las cosas bien, y es preferible que este recuerdo quede bloqueado. Imagina si no la situación de la víctima que reconociera a su asesino de una vida anterior...
Ello no excluye, sin embargo, la búsqueda de determinados detalles de vidas anteriores, para explicar y erradicar algunas actitudes, miedos e incluso enfermedades. Aún en este caso, hay que insistir en el buen hacer de la naturaleza, que no ofrece más que algún detalle aceptable sin dar pie al rechazo, a condición de que se pida con amor y con el fin de garantizar la evolución del alma. Hay que aclarar, cuando el ser humano se enfrenta al mal, nacerá en él una explosión de rebeldía. La rebeldía nace de la falta de comprensión inmediata. Para calmarla, es necesario aceptar primero que es normal que haya rebeldía, y ser indulgente consigo mismo por no comprender de inmediato.
El hecho de tomar consciencia de que la rebelión procede de la incomprensión, es absolutamente apaciguador. Y si a través de las diferentes etapas de este apaciguamiento, la consciencia comprende que el mal que se aflige fue tomado en consideración en el momento de decidir sobre la reencarnación, porque hubo una lección mal aprendida, se constatará que se liberan nuevas formas de energía, que ayudarán a vivir este mal sin morir por su culpa. Es en este momento en el que hay que pedir ayuda al mundo de luz para comprender la totalidad de la lección, puesto que una vez bien aprendida ésta, el mal no tendrá ya razón de ser.
Resulta cuanto menos reconfortante pensar que el mal cesa en cuanto se aprende su lección. Sin embargo, si el mal persiste en la misma forma, una fuerte duda hará acto de presencia. Si es así, humildemente, se debe empezar de nuevo, a intentar comprender mejor la lección. En efecto, si el mal continúa es porque la lección no ha sido bien aprendida. Se debe meditar, pedir ayuda; la respuesta llegará sin duda y el mal cesará.
Sin embargo, si al día siguiente aparece una nueva forma de mal, se llegará rápidamente a la conclusión de que este planeta no es más que un valle de lágrimas, y que la meditación no es más que un juego del maligno para burlarse de nosotros. De nuevo hay que empezar, humildemente, a intentar entender esa nueva lección. En cuanto a la pregunta lógica de ¿no habrá entonces nunca un respiro? La respuesta es que sí, puesto que habrá también la felicidad de aprender. En los pupitres de la escuela no hay únicamente castigos, también se reparten premios.
En lo que se refiere al cuestionamiento lógico de que ¿cómo es posible que las gentes humildes, analfabetas, que viven en lugares como Bangladesh, azotados constantemente por violentos cataclismos, lleguen a comprender semejantes lecciones? ¿Son necesarias lecciones tan terribles que lleguen a comportar la muerte?
En esos cuerpos apenas vivos, a veces desecados, otras arrasados por el barro, hay almas. Tanto si se cree como si no, hay toda clase de almas. A veces almas muy evolucionadas, que han habitado el mundo de la luz a niveles muy sutiles de energía-luz, deciden hacer una breve aparición sobre el planeta, para experimentar una manera de existir. Este aprendizaje es para esas almas una ocasión para satisfacer su búsqueda de una energía-luz aún más sutil.
Resulta un misterio para el espíritu humano conciliar semejante necesidad sutil de energía luz de muy alta vibración, con la más absoluta miseria, esa que es prácticamente imposible aliviar. Ello hace que se tambalee la noción universalmente admitida sobre la Tierra de que, tras la muerte, llega por fin el reposo eterno. Cuesta comprender que el alma siga teniendo hambre aún después de la muerte. ¡Qué gran desilusión para los seres cansados de la vida, descubrir que no hay descanso para el alma después de la muerte!
En esos cuerpos esqueléticos o llenos de barro, hay también un gran número de almas que se arrastran en el bajo astral. Si bien han abandonado el cuerpo físico, no saben encontrarse a sí mismas. Su desconcentración terrestre prosigue en el más allá. A menudo, creen necesitar una breve y rápida reencarnación para auto castigarse, puesto que no se aceptan tal y como son, atascadas en caminos de la evolución, o mejor dicho, extraviadas en caminos sin salida hacia ella. Estos retornos prematuros y de corta duración al planeta no constituyen siempre la mejor opción, pero siguen siendo parte del libre albedrío, que escoge el autocastigo. Diciéndolo claramente, se trata de almas que no han aceptado aún mirarse al espejo. Al no haberse aceptado aún a sí mismas, temen ver reflejado en él su verdadero rostro.
Hay que añadir: en el puerto de llegada de las almas, algunas arriban sin luz, otras con velas de llama vacilante. Esto constituye para los seres de luz un SOS, ya que frecuentemente el alma con la luz vacilante pide ser ayudada y se le ayuda. Sin embargo, no puede ayudarse a aquellas almas… que rehúyen la luz. Estas almas se arrastran por el bajo astral, conservan muchas de las actitudes de su encarnación anterior y se aferran a los humanos en un esfuerzo por comprender. De hecho, muchas personas acarrean estas entidades a modo de pesadas mochilas.
Sin embargo, nada obliga a los humanos a conservar esos pesos inútiles. Muchos seres de una y otra parte buscan la comunicación, pero estas comunicaciones entre el bajo astral y los humanos suelen ser fútiles y no aportan nada al desarrollo espiritual de ninguna de las dos partes.
Edgar Cayce
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