sábado, 17 de abril de 2010

Cuadernillo N° 30 – Parte 1 - EL AURA Y EJERCICIOS PARA LA PERCEPCION

Cuando tratamos el tema del Aura Humana, también lo debemos contemplar desde los diferentes planos de manifestación del ser humano: físico, mental, etc.

De esta misma manera podemos afirmar que el ser humano posee un aura que corresponde al cuerpo físico, el cual puede percibirse, medirse e incluso modificarse, por medios físicos.

Así mismo el cuerpo astral posee su aura, que es perceptible solo por medios psíquicos y que cualquier persona que haya alcanzado un cierto grado de desarrollo psíquico, puede llegar a captar.

El alma también tiene su aura, que no puede ser percibida ni por medios materiales ni por métodos psíquicos, ya que corresponde a una condición muchísimo más elevada, pero que puede captarse por medio de un entonamiento espiritual entre los individuos.

Comenzaremos a estudiar la parte que corresponde al aura física o aura del cuerpo físico:

Toda persona que haya visto una vela encendida en la oscuridad, o que haya visto un farol encendido en una noche húmeda o con niebla, o que haya visto un tendido eléctrico de alta potencia en una noche lluviosa, es muy posible que haya visto, así mismo, que a cualquiera de las cosas mencionadas le rodea una especie de halo luminoso.

Ese halo luminoso corresponde a lo que podríamos denominar su aura o, si lo prefieren, su campo de influencia electromagnético.

Ese campo de influencia energético corporal, en el ser humano, el aura física, tiene las características propias de los elementos que componen el cuerpo, por lo que, cualquier estado de salud, o de enfermedad, se verá reflejado en el mismo, pudiéndose, por medio de la medición del campo energético físico, determinar el estado de salud del individuo.

A continuación se dará un ejercicio que nos ayudará para entrenarnos en la visión del aura física y, al mismo tiempo nos permitirá prepararnos para futuros experimentos:

EJERCICIO Nº 1:

Encenderemos una vela, que deberá estar sobre un candelabro, y la colocaremos en una mesa, o en otro lugar que esté separado de la pared, y después apagaremos todas las otras luces.

Nos sentaremos a una distancia de 1 a 1 1/2 metro de la vela y procederemos a relajarnos. Una vez relajados miraremos la vela procurando sentirnos relajados y serenos. Es conveniente no forzar la vista, sino mirar tranquilamente. De esta manera veremos que a la vela le rodea un halo luminoso que tiene varios colores.

Permanece tranquila, mirando el aura de la vela durante unos diez minutos, luego encenderemos las luces, apagaremos la vela y daremos por concluido el ejercicio, que deberemos repetir durante una semana.

EJERCICIO Nº 2:

Procederemos de la misma forma que en el ejercicio anterior y al cabo de mirar a la vela durante un momento se verá el aura de la misma.

Observarán que el aura tiene varios colores, y que tiene varias franjas luminosas, como si fuesen anillos concéntricos con los colores del arco iris.

Cuando estén viendo el aura piensen en un color, debiendo tratar de ver mentalmente solamente ese color. Por ejemplo: el azul.

Tienen que concentrarse en ese color cuando estén mirando el aura de la vela, y no en otro.

Al cabo de un momento de concentración en el color en el que estén pensando, verán que el aura de la vela cambia y se pone del color que han elegido.

Es importante que no traten de cambiar el aura de la vela, no se trata de eso, ya que si lo hacen así les será mucho más difícil.

Se trata de que VEAN en su mente el color que han elegido, de esa manera, al producir ese color en su mente, las ondas mentales generadas por sus pensamientos afectarán el aura de la vela y harán que cambie el color mientras están pensando en ese color concreto.

Después de que hayan hecho el experimento con el color que hayan elegido, piensen en otro color, p.e. el rojo, y verán que, si se concentran bien en el color, el aura de la vela cambiará también.

Este ejercicio no debe prolongarse más allá de 20 minutos en total, transcurridos los cuales, encenderán las luces, apagarán la vela, y volverán a sus actividades normales. Conviene repetir esto varias veces a la semana, pero solo una vez al día y luego lo repiten cuando sientan ganas de hacerlo.

Este ejercicio tiene varías finalidades, una de ellas es que nos permite concentrarnos en un pensamiento determinado. Otra de ellas es que nos ayuda a simplificar nuestros pensamientos haciendo que éstos sean lo más concentrados posibles. Otra de las finalidades, y muy importante, es que el experimento nos permite tomar consciencia de que si somos capaces de cambiar con nuestros pensamientos el aura de una vela, de la misma manera nuestros pensamientos pueden cambiar, o transmutar cualquier otra cosa.

El siguiente ejercicio está especialmente indicado para fortalecer nuestra aura, y para que su sensibilidad se extienda, incluso lejos de nosotros.

EJERCICIO Nº 3:

Nos sentaremos cómodamente y procederemos a relajar nuestro cuerpo y mente. Cuando nos encontremos totalmente relajados, nos concentraremos en nuestro corazón, visualizando un punto luminoso dentro del mismo.

Imaginaremos que ese punto luminoso que vemos en nuestra mente, dentro del corazón, es una concentración energética extraordinaria que emite sus impulsos por todo nuestro organismo y que carga nuestra aura.

Respiraremos profundamente, visualizando que la energía de la fuerza vital, que acumulamos con nuestras respiraciones profundas, se concentra en el punto luminoso que imaginamos en nuestro corazón.

Visualizaremos como ese punto de concentración energética, que cada vez es más fuerte y luminoso, emite fuertes impulsos de energía que se van extendiendo por todo nuestro cuerpo, que después se transmiten al aura, la cual procuraremos sentir, o visualizar, alrededor de nuestro cuerpo.

Visualicemos como el aura se va haciendo más poderosa y comienza a extenderse fuera de nosotros más y más, hasta que se expande por todo el Universo, como si fuera una fuerza luminosa que sale de nosotros y, como una oleada de luz, se extiende hacia el infinito.

Después de visualizar esto, permaneceremos pasivos, en meditación, durante unos minutos.

La finalidad de este experimento es aumentar nuestra capacidad energética del aura, y su sensibilidad.

PERCEPCION AURIGA

El aura es, realmente, una extensión de nosotros mismos, aunque dicha extensión sea de naturaleza energética. El aura no está separada de nosotros y tiene la facultad de darnos información de aquello que se encuentre en contacto con ella, o en su campo de acción inmediato.

Si tenemos en cuenta que en el aura se reflejan nuestros pensamientos, nuestra personalidad, nuestras intenciones y nuestra salud, porque al fin y al cabo todas esas cosas generan campos de energía que afectan al aura, podemos comprender que dicho campo de energía tiene una gran cantidad de información que puede ser captada e interpretada por toda aquella persona que ha desarrollado sus facultades psíquicas, y que sepa al mismo tiempo interpretar dichas impresiones provenientes del aura.

La percepción de sensaciones provenientes del aura se produce (le la siguiente manera: Nuestro aura, al entrar en contacto con otro campo energético, tanto físico como aúrico, sufre ciertas al­teraciones o perturbaciones, similares a las que tienen las ondas de radio cuando son interferidas por otras ondas.

Esas variaciones en su vibración habitual son transmitidas al sistema nervioso simpático, el cual está íntimamente relacionado con los impulsos del cuerpo astral y, por medio del mismo, esos impulsos son transmitidos a nuestro cerebro que es el que interpreta, de manera más o menos clara, dependiendo de nuestro desarrollo interno, y de la armonía que pudiese existir en nuestro cerebro, sistema nervioso y glándulas endocrinas, los impulsos que ha recibido.

Generalmente esos impulsos, en la mayor parte de la gente, se interpretan como sensaciones de agrado o de desagrado, pero en el caso de las personas muy sensibilizadas, pueden ser mucho más amplias y explícitas. Es curioso constatar que cuando conocemos a una persona, además de que ésta pueda ser guapa o fea, extrovertida o introvertida, culta o inculta, sentimos hacia esa persona una atracción o un cierto rechazo que, muchas veces, no sabemos explicar.

Esas sensaciones son producidas por el contacto que se ha producido entre las dos auras.

Así mismo, cuando vamos a ciertos lugares, podemos tener sensaciones de alegría o tristeza, paz o desasosiego, que parecen ser emanadas del sitio en que nos encontramos. Es relativamente frecuente que cuando nos hallamos en un lugar donde ha ocurrido algo en el cual los protagonistas del hecho acaecido tuvieron fuertes reacciones emocionales, sentimos esas sensaciones.

Eso se debe a que el aura de las personas impregna con su vibración los lugares y los objetos con los que ha tenido contacto.

El siguiente ejercicio es para sensibilizar el aura y la percepción que tenemos a través de la misma:

EJERCICIO Nº 4:

Pondrán sobre una mesa una prenda de tela, cualquiera de las que utilizamos durante el día, o sea, un vestido, un pañuelo, etc. Se sentarán cómodamente ante esa prenda, procederán a una breve relajación y a aquietar su mente. Es muy importante que se sientan tranquilos, sin ninguna clase de ansiedad.

Cuando se sientan cómodos y relajados, pondrán su mano izquierda sobre la prenda, a una altura de unos diez centímetros de la misma. Esta mano es la que capta mejor las sensaciones externas, debido a su polaridad, aunque cuando terminen de experimentar con la mano izquierda es aconsejable hacerlo, también, con la derecha.

Una vez puesta la mano sobre la prenda, cerrarán los ojos y tratarán de sentir que su aura toca dicha prenda; si se concentran bien al cabo de unos segundos tendrán la sensación, muy sutil, de estar tocando, muy suavemente, la tela que se encuentra bajo su mano. Traten de experimentar la sensación de tacto, aunque al principio será una sensación muy suave, que se produce al entrar en contacto con el aura de dicha prenda.

Este experimento se puede hacer varias veces, pero nunca por un espacio superior a un minuto cada vez, para no producir un cansancio mental.

Después de hacer este experimento varias veces, pongan otro objeto al lado de la prenda; puede ser una fruta, un lápiz o cualquier otra cosa.

Procedan de la misma forma que anteriormente indicado, y es conveniente practicarlo durante toda una semana, y luego de vez en cuando.

SENSACIONES Y POLARIDADES

Es frecuente que conozcamos a una persona y que cuando la saludamos dándole la mano, o estando en sus proximidades, sintamos algunas sensaciones que son más fuertes, en la medida en que se encuentre desarrollada nuestra sensibilidad psíquica.

Esas sensaciones pueden ser de atracción o rechazo, de agrado o desagrado, simpatía o antipatía, etc. y no están relacionadas con el físico de esa persona ni con su manera de vestir o, incluso, ni con sus modales y educación.

Son algo más sutil, más internas, y si lo analizamos racionalmente, encontramos que no hay ninguna razón objetiva para dichas impresiones, sino que son debidas a una percepción interna. Estas sensaciones son producidas por el contacto áurico, o sea el efecto de la unión de las polaridades de nuestra aura con el aura de otra persona.

No olvidemos nunca que cualquier cosa que tenga existencia se manifiesta a través de una doble polaridad, es decir: polaridad positiva y negativa, masculina y femenina, activa y pasiva, etc. y, por supuesto, el aura no está exenta de esta ley general de la naturaleza, teniendo, en ella misma, dicha doble polaridad.

Veamos pues cuál es el efecto de esa doble polaridad del aura sobre las personas:

En el aspecto físico, el aura de un hombre, así como el de una mujer, revisten ciertas particularidades propias de su sexo, por lo que también el aura masculina se sentirá atraído por el aura femenina y viceversa.

Esa atracción será más fuerte en la medida en la que haya una diferencia mayor de polaridad entre ellas, eso explica que se den casos de fuerte apasionamiento físico entre un hombre y una mujer cuyas condiciones de educación, situación social, etc. pueden ser muy diferentes. Si la diferencia de polaridad del aura es muy acentuada, a pesar de cualquier diferencia de tipo social, educacional, u otro cualquiera, la atracción será muy fuerte rompiendo todas las leyes de la lógica profana que no encuentra explicación a dicha atracción, en apariencia ilógica.

Por el contrario, si el aura de dos personas del mismo sexo poseen condiciones parecidas o iguales de polaridad, se producirá un rechazo. Dos hombres, de parecida condición viril sentirán que tienen un fuerte rechazo físico del uno hacia el otro, así como dos mujeres de parecida feminidad, sentirán que se rechazan, pudiéndose producir, en ambos casos, fuertes conflictos de afirmación de la virilidad, o la feminidad, en cualquiera de los supuestos.

El siguiente ejercicio servirá para comprobar el efecto de la polaridad masculina o femenina en la unión, o contacto, entre las auras:

EJERCICIO Nº 5:

Se debe procurar hacer cuando se encuentren en presencia de personas desconocidas, bien sea en un cine, teatro, autobús, o cuando conozcan a otra persona.

Con las personas que ya conocemos, y con las que tenemos un trato habitual, es más difícil notarlo, ya que el contacto habitual de nuestras auras con las de esa persona conocida hace que nos hayamos habituado a reconocer, inconscientemente, el aura de la otra persona, y cualquier sentimiento o sensación son, para nosotros, normales y naturales.

Cuando se encuentren ante otra persona, que no conocen, traten de sentir las sensaciones, o los efectos, que se produzcan en el espacio comprendido entre Uds.

Habitualmente, si la otra persona pertenece al sexo contrario, notarán que en el espacio comprendido entre Vds. se produce como un aumento de calor o de temperatura; es como si el aire entre Vds. dos se pusiese más caliente. Ese efecto será mayor en la medida en la que haya una diferencia mayor en la polaridad de ambas auras.

Por el contrario, si la otra persona pertenece al mismo sexo, sentirán que hay una sensación de frialdad y de deseo de separación que aumenta en la medida en que la polaridad del aura es similar.

LA PERSONALIDAD

Nuestros pensamientos, nuestras emociones, así como nuestra verdadera personalidad y desarrollo, se reflejan en el aura creando, en la misma, ciertas condiciones vibratorias que la identifican.

Esto es tan cierto que quienes han desarrollado la sensibilidad suficiente, pueden identificar a otras personas por su aura, de la misma manera que cualquiera puede ser reconocido por sus huellas dactilares.

Cuando hablamos de que la personalidad se refleja en el aura de los individuos, nos referimos a su verdadera personalidad y a lo que realmente son, así como al grado de desarrollo espiritual que hayan alcanzado.

En modo alguno nos referimos al carácter externo, o a la educación que se haya podido adquirir. El carácter y la educación son, solamente, como el barniz que recubre un objeto, pero la naturaleza del objeto siempre será la que es.

Las condiciones externas del individuo no significan nada, pertenecen al mundo de las apariencias, siendo lo que nos interesa, la verdadera personalidad y la calidad moral de los individuos.

En este sentido si que podríamos decir que cuando hablamos de polaridades nos referimos a algo que sea más positivo e ideal en una personalidad, o a algo más imperfecto y negativo en la misma; así como veremos cuál es el resultado del contacto de auras de acuerdo con la polaridad que le corresponda.

El contacto de un aura de polaridad positiva con otra negativa, o viceversa, dará como resultado una sensación de atracción, siendo más o menos fuerte dicha atracción según sea la diferencia mayor o menor de dichas polaridades. En cambio una negativa con otra negativa tendrá un efecto de rechazo.

Muchas personas habrán observado que cuando dos diplomáticos, o dos jefes de estado de diferentes países, se saludan durante una visita oficial, se dan la mano y, mientras intercambian frases de saludo, siguen manteniendo las manos juntas. Es muy raro ver que se saluden dándose la mano y soltándola inmediatamente.

La costumbre de darse la mano en saludo es muy antigua y procede, según dicen los antropólogos, de la necesidad que tenían los antiguos de protegerse de la persona a la que saludaban, es decir: en tiempos remotos todos los hombres iban armados y la espada, u otro tipo de arma, se sostenía en la mano derecha, por lo que, cuando dos personas, frecuentemente de tribus diferentes o incluso enemigos, establecían conversaciones, al unir la mano derecha con su interlocutor, se aseguraban de que no podían ser agredidos por la otra persona porque su mano, y la de la otra persona, al estar unidas, no podían empuñar un arma.

Independientemente que esa explicación sea razonable y tenga visos de realidad, lo cierto es que los esoteristas y místicos del pasado establecieron la costumbre de saludar dándose la mano porque de esa manera podían captar sensaciones que estaban relacionadas con los pensamientos y el desarrollo interno de la otra persona.

Hoy en día, en las escuelas de diplomacia, se indica a los funcionarios y embajadores en otros países, que mantengan unidas las manos en saludo con los otros diplomáticos porque, de esta manera, pueden tener impresiones de la disposición del contrarío, bien sea por

el apretón de manos mas o menos fuerte, por el nerviosismo que muestre el oponente, etc., siendo estas sensaciones sutiles relacionadas con la impresión aúrica.

A continuación veremos un ejercicio para captar sensaciones sutiles del aura de otra persona, así como de sus pensamientos e intenciones:

EJERCICIO Nº 6:

Cuando tengamos que saludar a alguien, preferiblemente si es una persona que aún no conocemos, le estrecharemos la mano en saludo, de manera firme pero sin apretar demasiado, y mientras le saludamos con la palabra en vez de soltar su mano inmediatamente la mantendremos unida a la nuestra.

No es conveniente tenerla apretada mucho tiempo, porque eso podría molestar a la otra persona y nosotros, en principio, no estamos haciendo un saludo diplomático, pero sí lo suficiente para que sintamos alguna sensación.

Cuando sintamos alguna sensación debemos procurar no racionalizarla, es decir: no tratar de analizar la situación ni tratar de analizar, en ese mismo momento, las sensaciones que podamos percibir, sino que es conveniente dejar libres nuestros SENTIMIENTOS para que podamos captar mejor lo que la otra persona siente.

Esas sensaciones que podamos sentir, y que al principio pueden ser muy suaves y poco claras, se irán haciendo más explícitas en la medida en que nos hayamos acostumbrado a percibir las sensaciones internas por medio de este ejercicio.

No obstante, es muy conveniente que NUNCA juzguemos a la otra persona por las sensaciones que nosotros tengamos, ya que no somos nadie para juzgar a persona alguna, pero la información que recibamos la podemos utilizar para saber cuál es el grado de relaciones que podemos tener con ella y el tipo de compromisos que podemos adquirir con otros, ya que eso dependerá de sí la otra persona es de fiar o si hay algunas cosas que nos obligan a ser cuidadosos con ellos, o del choque o afinidad de nuestras auras.

PLASMACION AURIGA

El aura humana se impregna con las vibraciones resultantes de nuestros pensamientos, emociones, intenciones y nuestro desarrollo personal.

Al mismo tiempo las vibraciones del aura, que llevan en sí mismas la información de lo que somos, lo que pensamos, etc. afecta el campo magnético de los objetos con los que estamos en contacto, así como de los lugares en los que vivimos o estamos. Es muy frecuente que al entrar en ciertos lugares sintamos sensaciones diversas que no están producidas por el sitio en sí mismo, ni por la decoración que pudiese tener.

A veces visitamos lugares o casas en los que se respira paz y sosiego, mientras que en otras ocasiones esos lugares tienen una cierta tensión en el ambiente. Todo esto no está relacionado, en la mayor parte de los casos, con la decoración humilde o lujosa, sino que se debe a las vibraciones del aura de las personas que allí han estado y de los acontecimientos que, en dichos lugares, hayan acaecido.

Dichas vibraciones quedan impregnadas durante muchísimo tiempo en los objetos y en los lugares, aunque, por supuesto, pueden ser anuladas por otras vibraciones que sean de potencia superior a las que había allí anteriormente.

Para el próximo ejercicio deberán tener a mano algún objeto que pertenezca a otra persona, preferiblemente no conocida:

EJERCICIO Nº 7:

Deberán hacer una ligera relajación y tranquilizar su mente. Cuando se encuentren tranquilos, tomarán el objeto en su mano izquierda, suavemente. Cerrarán los ojos y dejarán que las impresiones les lleguen.

No traten de conducir el hilo de sus pensamientos; dejen su mente libre y que las ideas o las escenas mentales que les lleguen fluyan por ellas mismas.

Es importante no analizar las impresiones que están teniendo en el momento en que las estén recibiendo. Traten de ser como un espectador de aquello que llega a su mente.

Después de un período de pasividad, recibiendo impresiones de su mente libre, que no debe durar más de 3 minutos, den por terminado el experimento y traten de verificar las impresiones que recibieron.

Al principio es posible que no tengan impresiones, o que estas no sean claras, pero recuerden siempre que la maestría se consigue con perseverancia, por lo tanto realicen este experimento de vez en cuando y observarán que, en la medida en que lo repiten, el número de aciertos es cada vez mayor.

PREPARACION PARA LA VISION DEL AURA

La visión del aura depende, fundamentalmente, del grado de desarrollo y de entonamiento particular que se haya conseguido, bien de manera permanente o en algunos momentos de calma y de especial armonización.

La visión del aura física se puede conseguir fácilmente cuando hay una iluminación tenue. En ese caso, si nos encontramos en una habitación cuya iluminación es suave, y miramos relajadamente a otra persona, no de manera directa, sino como quien está viendo más allá de la persona, se puede observar una especie de halo luminoso, de unos dos o tres dedos de ancho, generalmente de color dorado, que corresponde a las vibraciones del aura física.

Hacer este tipo de experimentos es sumamente interesante para poder acondicionarnos para la visión del verdadero aura. De esta manera aprendemos a enfocar adecuadamente nuestra visión para percibir aquello que está más allá de la percepción visual normal.

A continuación se dará un ejercicio muy simple para armonizarnos y para empezar a percibir nuestro aura y la de otras personas.

EJERCICIO Nº 8:

'Hora ello pondremos una vela encendida sobre la mesa, delante de un espejo. Deberemos apagar todas las otras luces de la habitación a fin de que solamente esté iluminada por la llama de la vela encendida.

Nos sentaremos a una distancia de unos dos metros de la mesa y procederemos a un período de relajación y de entonamiento espiritual, dejando que tanto nuestro cuerpo como nuestra mente se relajen y aquieten.

Cuando nos encontremos armonizados extenderemos delante de nosotros nuestra mano derecha, con los dedos abiertos, de tal manera que la mano extendida ante nosotros nos tape la visión de la vela encendida, pero que podamos ver nuestra mano como si estuviese iluminada por el foco de luz que surge de la vela.

Si miramos nuestra mano, no directamente, sino como si estuviésemos viendo más allá, a larga distancia, y de manera sosegada, veremos alrededor de la mano, y entre los dedos, una vibración, o un halo luminoso, que corresponde al aura de naturaleza física.

Es conveniente realizar este experimento durante toda una semana, hasta que nos acostumbremos a mirar correctamente para poder ver el aura física.

La percepción del aura, de manera visual; es decir: la visión del aura como una nube luminosa de diferentes colores que rodea al cuerpo humano, depende fundamentalmente del grado de desarrollo espiritual y del entonamiento psíquico que hayamos podido alcanzar en nuestro proceso de transformación interna.

Esto quiere decir que no es suficiente con conocer una serie de técnicas que nos ayuden en la percepción del aura, sino que es necesario y fundamental, el lograr un estado de perfección interior lo suficientemente adecuado como para poder acceder a este tipo de percepciones.

Cualquier esoterista avezado, comprende que las leyes cósmicas más elevadas, aún estando presentes en todo tipo de manifestación, no están al alcance de las personas que no han purificado sus pensamientos y sentimientos hasta tal punto que sean un reflejo de la divinidad que mora en su interior.

Se puede tomar la comparación entre el ser humano y el espejo, o sea: Los seres humanos somos, en el sentido simbólico, como un espejo que refleja la luz del Sol: si ese espejo está sucio, la cantidad de luz que podemos reflejar es muy limitada, mientras que si el espejo está limpio puede reflejar la luz en todo su esplendor.

Si nosotros estamos condicionados por los vicios, por las falsas ideas, la intolerancia, la falta de comprensión, etc., la cantidad de expresión de la luz espiritual que podemos manifestar es muy reducida; mientras que si estamos purificados, nuestros pensamientos son positivos, sabemos ver y sentir la armonía que subsiste en toda la naturaleza, la belleza de la ley divina y la bondad de la manifestación de Dios, si somos generosos, tolerantes y altamente espiritualizados, podremos ser un canal de las bondades cósmicas y un foco de luz espiritual.

Debemos tener muy en claro que el aura no lo podemos ver con nuestros ojos materiales, es solamente el resultado de la percepción por medio de nuestros sentidos psíquicos.

Cuando decimos que estamos viendo el aura, y realmente se ve, no es que nuestros ojos estén viendo una aureola, sino que como resultado de nuestro entonamiento espiritual, percibimos internamente las cualidades y las condiciones vibratorias de las otras personas Y. como consecuencia, captamos el aura de los otros individuos.

Esa percepción interna, esa captación de las vibraciones del aura, son interpretadas en nuestro interior, en nuestro cerebro, que se encuentra altamente sensibilizado y que trabaja en armonía con nuestros centros psíquicos, y de manera especial con las glándulas pineal, pituitaria y tiroides, las cuales son muy importantes en la captación de vibraciones espirituales.

A continuación se dará un ejercicio que nos ayudará y entrenará en la percepción del aura, y es conveniente hacerlo durante una semana:

EJERCICIO Nº 9:

Primero llenaremos un vaso con agua fresca, y procederemos a magnetizarla, es decir: tomaremos el vaso de agua entre nuestras manos, lo pondremos a la altura del plexo solar, y haremos siete respiraciones profundas, manteniendo el aire en nuestros pulmones durante, al menos, medio minuto, y pensando en que la energía que estamos concentrando en nuestros pulmones pasa por medio de nuestras manos al agua que se encuentra en el vaso.

Después de magnetizar el agua, nos sentaremos con las luces apagadas y, a oscuras, beberemos el agua magnetizada a pequeños sorbos, pensando que el agua que ingerimos,. y su magnetismo, sensibiliza nuestro cuerpo, nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro, y nos purifica internamente.

Después de tomar toda el agua, dejaremos el vaso en la mesa, y procederemos, a oscuras, a relajarnos y entonarnos espiritualmente con la consciencia cósmica.

Cuando se sientan armonizados y sosegados, siempre completamente a oscuras, pongan sus manos ante Vds., mírenlas con suavidad, sin forzar la vista, aunque se encuentren a oscuras podrán ver una especie de neblina donde se encuentran sus manos. En algunos casos, excepcionales, hasta podrán ver levemente iluminadas sus manos.

Este experimento es muy útil para prepararnos en la visión del aura y, es posible, que puedan percibir, a pesar de estar a oscuras, el aura de sus manos y, posiblemente, la de todo el cuerpo.

COLORES DEL AURA

Los colores que se observan en el aura cuando esta es percibida visualmente no son, de manera alguna, permanentes ni, por regla general, unitarios.

Esto quiere decir que el aura es el RESULTADO, no la CAUSA, del estado interior de los individuos, siendo necesaria esta explicación para la comprensión clara de lo que es el aura y de sus efectos.

Debemos tener en cuenta que cuando vemos un aura, su color nos indica el estado interno en el que se encuentra, EN ESE MOMENTO, la persona a la que le percibimos su aura.

Esto quiere decir que, de la misma forma que todos vamos evolucionando y cambiando con el paso del tiempo, y según nuestras aspiraciones, el aura que manifestamos va variando de acuerdo con la evolución personal que estemos alcanzando.

Teniendo en cuenta pues que el aura no es absolutamente permanente, excepto, en el caso de los que han alcanzado la maestría tenemos que ser sumamente cautelosos al emitir un juicio sobre las personas cuya aura percibimos, ya que ésta nos indica el estado particular de ser que manifiesta la persona en ese momento.

Al mismo tiempo, el aura no suele aparecer como un color único, ya que hay variaciones apreciables entre el aura que se observa en la zona de la cabeza y la que se ve en la zona del pecho o de los pies.

Por regla general, la porción de aura que aparece rodeando la cabeza y los hombros de la persona, representa su forma de ser, mientras que la que aparece en el pecho tiene que ver con sus sentimientos y con la salud, la que aparece en el abdomen y bajo vientre, con su salud y sus apetitos físicos, y la que aparece en la zona de los pies, con su grado de apego al mundo material.

Como referencia a la percepción del aura, y como ayuda a la interpretación de las características cuando es percibida visualmente, pasamos a determinar las formas y colores que las identifican.

Cuando se ve un aura unificada, o sea un mismo color por todo el cuerpo, indica que la persona se siente unificada en el propósito de su vida y en su acción.

Cuando aparece un aura de colores mezclados inarmoniosamente, indica que la persona no tiene claro el propósito de su existencia y que se encuentra confusa ante los interrogantes de la vida.

Si el aura aparece como muchos colores que se armonizan entre ellos, hacen suponer el gusto hacia las cosas bellas y armoniosas de la vida.

Se considera que los colores del aura se clasifican, por su matiz, de la siguiente manera:

Los colores claros hacen referencia a la mentalidad, o al desarrollo mental del individuo. Los colores saturados se refieren al grado de espiritualidad y los concentrados, o pesado u oscuros, indican el materialismo.

Los colores por su CALIDAD se clasifican en:

Positivos: Aquellos que indican un cierto grado de evolución espiritual y son: malva, violeta, azul pálido, azul marino, verde, amarillo pálido, amarillo, amarillo naranja profundo, rosa y púrpura.

Negativos: Los que indican el apego material, que son: Violeta muy oscuro, verde oscuro, rojo oscuro, marrón rojizo, rojo vivo, rosa vivo, marrón anaranjado, marrón grisáceo, amarronado y negro.

El significado de los colores es el siguiente:

MALVA: Cuando está bien definido indica una persona impulsiva, emprendedora, pero amable y justa.

VIOLETA: Amante de la verdad, el bien, conservador, humilde. Tendencias marcadas hacia la espiritualidad, místico, persona de facultades psíquicas bien desarrolladas.

PÚRPURA: Indica atracción magnética, honor, gloria, éxito en su vida personal, satisfacción de si mismo, justicia y circunspección.

AZUL PALIDO: Persona intelectual, amante de la verdad, investigador, justo, con tendencias espirituales, tolerante y amable.

AZUL MARINO: Ama lo oculto, estudiante de esoterismo y sincero buscador del conocimiento interior.

VERDE: Persona de pensamientos puros, incapaz de pensar mal de nadie, de tendencias espirituales, alma virginal, altas aspiraciones, candor, ingenuidad.

AMARILLO PACIDO: Místico, poeta, soñador, clarividente, interesado en los aspectos espirituales.

AMARILLO: Sabiduría intuitiva, filósofo, amante del conocimiento, amable pero cerrado.

AMARILLO NARANJA PROFUNDO: Carácter adolescente, comprensión, aspiraciones entusiastas, impetuoso, amante de la vida, idealista.

ROSA: Dulzura, amabilidad, gran afecto hacia los amigos, amor humano puro, soñador, artista, poeta.

VIOLETA MUY OSCURO: Persona muy supersticiosa que, en su ignorancia, a veces trata de practicar la llamada magia negra.

VERDE OSCURO: Colérico, envidioso, naturaleza vengativa, malos pensamientos que pueden afectar incluso su salud.

ROJO OSCURO: Apasionado y materialista, malpensado, sensual, bestial.

ROJO MARRON: Muy desagradable, intolerante, mezquino.

ROJO VIVO: Agresivo, querellador, batallador inestable, tendencias materialistas y de naturaleza física.

ROSA VIVO: Dulzura y amabilidad, voluntad débil, flemático, tímido.

MARRON ANARANJADO: Agnóstico, bien preparado intelectualmente, no cree en las cosas espirituales.

MARRON DORADO: Madurez, vejez, declinación física. Si la salud es buena, es positivo sino es negativo.

MARRON GRISÁCEO: Malos pensamientos, tendiente a utilizar su inteligencia para el mal.

AMARRONADO NEGRO: Persona maliciosa, que practica artes de hechicería, persona negativa y malpensada que pretende infectar y envenenar a otros con sus malos pensamientos.

Continuará.....

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